Mundial de atletismo

La hora de Van Niekerk y su entrenadora bisabuela

El sudafricano, al que prepara una técnica de 75 años, se postula como la estrella del Mundial en 200 y 400

JOSÉ CARLOS CARABIAS

Wayde Van Niekerk corre como las gacelas de su Sudáfrica natal. Flota sobre la pista como los gráciles animales planean por la sabana. Llega la hora del velocista africano, quien se ha planteado un objetivo peliagudo y casi único: dos oros en los 200 y los 400 metros. Algo a lo que solo el texano Michael Johnson se había atrevido en los Mundiales de Goteborg 1995 y los Juegos de Atlanta 1996. Van Niekerk carga además con otra losa en la mochila: la presión mediática que lo designa como el heredero de Usain Bolt en el trono del atletismo. Responsabilidad que él rechaza educadamente cuando se le pregunta, siguiendo el instinto de su personalidad atemperada y los consejos de su mentora, la entrenadora de Namibia Ans Botha,toda una bisabuela de 75 años.

Van Niekerk desplegó sus alas ayer en las series de 200 metros, en su secuencia de seis carreras en seis días en busca de dos oros. Una distancia en la que se encuentra más cómodo que en la vuelta al estadio. En realidad, casi todos los atletas practicantes de 400 sufren y muchos lo detestan. Es un esfuerzo continuado y supremo, de media distancia, sin resuello, que deja vacío pulmones y cuerpo. « Yo vomitaba cada día» , recordó el otro día Usain Bolt en una entrevista sobre la fase de su vida en que entrenaba 400 metros.

A Van Niekerk le complace más el doble hectómetro y muchos especialistas han aventurado que Bolt no se inscribió en los 200 por el miedo a una derrota segura ante el africano. Éste, modesto, rechaza las comparaciones y ensalza. «Bolt es una leyenda».

Para que no levante los pies de la tierra, Van Niekerk se deja asesorar a diario por una preparadora de 75 años. Ans Botha tiene tres hijos, cinco nietos y cinco bisnietos . «¡Oh, sí, soy una bisabuela, pero no de Wayde!», se sonrió la señora en declaraciones a Reuters cuando se la inquirió por la diferencia generacional con su pupilo, 50 años.

El joven atleta de 25 años se burla de su preparadora por sus gustos musicales y su apariencia estética, chapada a la antigua, pero no mueve una ceja cuando la técnica de 75 años le ordena tal o cual serie o tantos kilómetros de carrera continua. « Es muy severa», confiesa el africano con respeto reverencial hacia los mayores.

Van Niekerk disponía de la genética (su padre fue saltador de longitud y su madre velocista), pero no los conocimientos para desentrañar los secretos del atletismo y elegir bien su prueba. Navegó por el fútbol y el rugby hasta instalarse en el atletismo. Abandonó Ciudad del Cabo para alojarse en Bloemfontein, donde se matriculó en marketing en la Universidad del Estado Libre. Allí pidió hueco para unirse al grupo de entrenamientos de Botha.

«Wayde es el más famoso, pero yo los trato a todos igual», asegura la entrenadora bisabuela. Bajo su tutela, Van Niekerk superó el récord mundial de 400 de Johnson (43.03) y fue campeón olímpico. Y acecha la barrera histórica de los 43 segundos.

Botha le ha entregado a Van Niekerk lo que no pudo a su hija Herma hace cincuenta años. No encontró entrenador para ella en Namibia y se dedicó a prepararla personalmente. Ahí empezó su historia como profesional del atletismo.

«Este trajín es una experiencia realmente difícil para mí con 75 años desde lo físico, pero me gusta. Camino mucho, hago estiramientos… Cuando tienes pasión y amor por lo que haces, no hay mayor problema».

Lo que dice Botha va a misa para Van Niekerk -«es una mujer increíble»-, dice el atleta. «En realidad no -se explica la anciana-. Soy la misma persona que hace cincuenta años. Me gusta la jardinería y soy una bisabuela que hace muchas otras actividades. Así que no hay diferencia respecto a otros seres humanos».

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