Golf

El descanso sana al Tigre

Tiger Woods vuelve a ser competitivo gracias a su propio modo de preparación, donde priman el reposo y la calma

Tiger Woods, durante el Arnold Palmer Invitational AFP
Miguel Ángel Barbero

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Después de acumular catorce grandes y 79 torneos del PGATour en su palmarés, Tiger Woods no tenía ninguna necesidad de precipitar su vuelta a los campos de golf. Pero lo hizo. Y no una vez, sino tres. En los últimos cuatro años, el antiguo número uno mundial pasó cuatro veces por el quirófano para reparar su maltrecha espalda y cada vez que quiso reintegrarse en el circuito acabó con un agravamiento de su problema.

Pero hasta el curso pasado, en lugar de fijarse un calendario de regreso en función de las citas importantes (superar los 18 majors de Jack Nicklaus es su única meta a estas alturas), decidió poner su salud por delante. «Hasta que no esté plenamente recuperado no volveré a jugar», declaró entonces. Y lo cumplió a rajatabla. Se sintió con fuerzas a finales de 2017 en su propio torneo de las Bahamas y, desde entonces, comenzó su auténtica rehabilitación. «A partir de ahora voy a escuchar a mi cuerpo y será él quien dictará mi temporada», declaró. Y así lo está haciendo en 2018 con notable éxito. Juega con cuentagotas, en función de su estado físico y sin importarle el tipo de torneo que sea. De hecho, está actuando tanto en campos nuevos para él como en el de esta semana de Bay Hill, donde ha vencido en ocho ocasiones. «Cada semana aprendo algo nuevo de mi cuerpo –indicó–. Ya sé cómo hacer el swing y cómo no hacerlo para no interferir en mi recuperación. Estas son cosas nuevas para mí en las que antes no me fijaba y sobre las que sigo aprendiendo. Debo atender a mi organismo para volver a ser el de antes».

Un swing retocado

No hay duda de que está en el buen camino. Su segundo puesto de la pasada semana (se quedó a un golpe de forzar el desempate con Paul Casey en el Valspar) así lo indica. «He tenido que hacer pequeños retoques en mis movimientos y todo está funcionando bien, por lo que estoy muy contento. Pasé por una fase en la que pensé que nunca más podría volver a jugar y haber podido salir de ese pozo me hace muy feliz. Ahora veo las cosas de otra manera».

Pero lo curioso es que esta renovación de sus fundamentos no ha llegado por parte de ninguno de los gurús que le han entrenado a lo largo de su fructífera carrera. Por primera vez, Tiger no tiene preparador y es ahora cuando está más orgulloso de sus resultados. «He tenido que rehacer mi swing en función de mis sensaciones y dolores y, en este caso, nadie podía hacerlo mejor que yo», confesó. «En función de las respuestas que me dicta mi anatomía voy corrigiendo las cosas para que funcionen. El cuerpo es quien me indica cuándo debo jugar y cuándo parar; tengo que obedecerle y, en ningún caso, forzar las cosas». El descanso es su mejor aliado.

La consecuencia directa de este cambio de planteamiento es que Tiger vuelve a disfrutar y eso se le nota en su juego. «Lo principal es que se siente sano y transmite vitalidad. Se le ve disfrutar en todo lo que hace», apunta su caddy, Joe LaCava . De manera que las estadísticas empiezan a reflejar ese cambio. En el torneo anterior consiguió la mayor velocidad de swing de la temporada (207 km/h) y eso es todo un augurio para alguien con la espalda deshecha. «Esto no quiere decir que vaya a volver a ganar de manera automática- avisa Woods- pero al menos ya me puedo poner en situación de hacerlo. Esta semana conozco el campo, físicamente estoy bien y estoy en buen momento».

Sus aficionados y la industria del golf lo agradecerán. Las audiencias televisivas del pasado domingo fueron las mejores desde 2013. ¿Alguien puede imaginar dónde llegarían con un nuevo triunfo del Tigre?

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