Ryder Cup

Una estaca cambia la suerte de Europa en París (1-3)

Un bote afortunado de Finau fue el punto de inflexión para EE.UU.

Tony Finau, golfista estadounidense AFP

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La Ryder Cup no defraudó a nadie en la primera de las cinco jornadas previstas. Hubo emoción , buen juego y, sobre todo, tensión. Los partidos mantuvieron la vibración durante casi toda la mañana y se produjeron esos cambios de dinámica que son tan habituales en este torneo. Si noventa minutos en el Bernabéu son muy largos, como decía el recordado Juanito, dieciocho hoyos en a Ryder son eternos. Aquí puede pasar cualquier cosas, por muy descompensadas que parezcan estar las parejas.

Sin embargo, hay momentos en el desarrollo de una vuelta que en los que la fortuna puede desempeñar un papel crucial. Eso sucedió en el hoyo 16 del partido que medía a Jon Rahm y Justin Rose contra Brooks Koepka y Tony Finau . Los europeos llevaban controlada la jornada, con un arranque muy bueno del español y unos hoyos de vuelta espectaculares del inglés, y llegaban a ese tramo final con un hoyo de ventaja. Todo era alegría y por un instante la situación prometía ir a mejor, ya que el de Utah tiró directo hacia el lago que protegía ese green definitivo. Más cuando la bola bajó hacia el agua burló todos los criterios de la lógica , volvió a salir y terminó reposando a un metro de la bandera. Lo que había sucedido es que rebotó en una estaca de las que delimitan el obstáculo, con tan buena suerte para él (y mala para Europa) de que terminó ganando el agujero y dándole pie a sumar el punto para su equipo un poco después (ganó por 1 hoyo).

Ese tanto, que estaba asegurado en las cuentas de la lechera locales, fue especialmente doloroso para los anfitriones, pues siguió cronológicamente al perdido por McIlroy y Olesen contra Johnson y Fowler. En este caso, los estadounidenses ganaron con todo merecimiento (4 y 2), ya que el experimento de Thomas Bjorn no funcionó en absoluto y esa pareja no estuvo conectada en ningún momento. Tampoco pareció estarlo la de Paul Casey y Tyrrell Hatton , que llegó a ir perdiendo por tres contra Jordan Spieth y Justin Thomas mediada la mañana; sin embargo, los ingleses reaccionaron con garra y llegaron a empatar en los instantes finales, aunque el acierto de los dos exnúmeros uno mundiales volvió la tortilla de su lado en el 18 (1 hoyo).

La sorpresa más agradable para los azules fue el buen rendimiento que dio “la extraña pareja”, el dúo compuesto por dos personajes tan distintos como Francesco Molinari y Tommy Fleetwood . Los méritos deportivos de ambos son indudables (campeón del British, el uno, y número uno europeo, el otro) pero no se puede decir que tengan personalidades que atraigan a las masas. Y así, calladitos y a lo suyo, fueron minando los nervios de Patrick Redd y Tiger Woods , otra dupla no menos artificial en cuanto a caracteres, pero que unía a los dos norteamericanos más carismáticos. Aunque los de las barras y estrellas aguantaron bien, se desinflaron en los momentos decisivos ante la rotundidad de sus rivales (3 y 1).

Europa afronta así la sesión de foursomes con dos puntos de desventaja (1-3), aunque se trata de una modalidad que habitualmente se le ha dado mejor (golpes alternos a la misma bola) y es de esperar la remontada.

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