Álex Pastor agarrado a la cometa con la que se practica kitesurf
Álex Pastor agarrado a la cometa con la que se practica kitesurf - ABC
Kitesurf

«Las cosas se consiguen cuando las haces con pasión»

El español Álex Pastor, campeón del mundo de kitesurf en 2013, hace un repaso con ABC de su trayectoria y de sus proyectos de futuro

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Hay deportistas que pasan desapercibidos pese a tener una habilidad extraordinaria en su disciplina. Es el caso de Álex Pastor (Málaga, 1989), campeón del mundo de kitesurf en 2013 en la modalidad de freestyle y embajador de XS Power Drink. Un andaluz con la piel de neopreno cuya vida ha transcurrido saltando entre las olas y las playas de todo el mundo. En su encuentro con ABC, su manera de hablar transmite tranquilidad, esa que necesitó su madre para permitirle irse a vivir con 16 años y tan solo en compañía de su hermano seis años mayor a Tarifa, en busca de los saltos más acrobáticos agarrado a una cometa. Hoy, regenta una escuela de surf en la meca de este deporte en España y busca recuperar el cetro mundial logrado hace tres años, con la ayuda de XS Power Drink, su nuevo patrocinador.

¿Cómo llegó el kitesurf a su vida?

Desde que tenía ocho años hacía windsurf con mi padre y mi hermano. Íbamos mucho a Tarifa los fines de semana y en verano. Cuando empecé todavía no existía el «kite» en Tarifa. Empezó dos años después. A mi padre le parecía medio peligroso ya que aún había muchos accidentes porque no estaban desarrolladas las medidas de seguridad con la cometa y tiraba mucho. A partir de 2012 empezó a controlarse y pude practicarlo. Es la modalidad (freestyle) más espectacular y era donde estaban los que partían la «pana».

Cuando decidió que no había vuelta atrás. ¿No le tomaban por un loco?

Sí, totalmente. Estando en Málaga con 16 años les dije a mis padres y a mis amigos que me iba a Tarifa a vivir, pero no me tomaban enserio. Yo tenía muy claro desde pequeño que quería irme y dedicarme al kitesurf. Nunca pensé que iba a ser campeón del mundo ni que iba a vivir de esto, simplemente quería practicarlo y era mi pasión. Así es como se consiguen las cosas, cuando lo haces con pasión. Mi madre se negaba. A ella le costaba mucho porque tenía 15 años, mis argumentos fueron algo así como mejor eso que estar bebiendo por ahí. Mi padre sí que me apoyaba, así que la convencimos y me dio un apoyo enorme.

Cuéntenos cómo es el día a día de un «rider»

Entreno casi todos los días, cuatro o cinco en el gimnasio y seis en el agua si hay viento. Por la mañana en el gimnasio hago crossfit, que está muy de moda. Beneficia mucho, da resistencia y fuerza y eso me ayuda con el kitesurf porque los movimientos son muy acrobáticos y requieren un esfuerzo físico. Es importante estar en forma para prevenir lesiones de rodilla, de hombro… Pero lo más importante es echarle horas en el agua. Es un deporte bastante autodidacta y conviene ir a entrenar a lugares que sabes que hay viento todo el día. Además de entrenar, tengo una escuela-tienda de kitesurf desde hace dos años en Tarifa y tengo que organizar las tareas. Es un plan que desarrollé cuando me lesioné el hombro y es mi seguro de futuro.

Entonces podríamos decir que vive de playa en playa...

Sí, siempre tengo que estar en la playa. Que me veáis en lugares de interior es bastante raro.

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¿Se puede vivir de un deporte minoritario?

Al principio no tenía el apoyo de nadie, solo de mis padres que me ayudaban con lo justo para poder estudiar y tener un apartamento que compartía con unos cuantos amigos. Todo empezó porque me apunté a una competición al año siguiente de irme, me fue bien y gané algo de dinero –unos 2.000€–, suficiente para seguir yendo a otras competiciones. Poco a poco los sponsors se fueron fijando en mí porque era muy joven. Me pagaban los viajes y las competiciones; aunque yo tenía que ganar algo de dinero por otro lado, así que hice cursos de instructor de kitesurf. Poco a poco me surgieron otros patrocinadores que me apoyaron económicamente.

¿Hubo algún punto de inflexión?

Ha habido muchos momentos… Recuerdo uno cuando tenía 17 años, acababa de terminar bachiller y mi plan era estudiar el siguiente año arquitectura. Pensé en competir ese verano y dejarlo para centrarme en la carrera. Fui al mundial en Fuenteventura y quedé tercero cuando nadie se lo esperaba, luego fui a Brasil y quedé segundo. Fue como… espera que todavía puede que me vaya bien y lo alargué otro año más. Y así fui estirándolo hasta que me centré en ello. Ha sido una serie de casualidades que me han ido pasando en el momento justo y al final me ha ido bien.

¿Y el recuerdo más dulce?

Ganar el campeonato del Mundo. Tuve una sensación de alivio. Tienes siempre esa presión, ese objetivo a cumplir. Sobre todo cuando te pones esa meta tres años y terminas subcampeón. De hecho, el año anterior perdí el campeonato por 0.16 puntos en la final… por muy muy poco.

¿Qué ambiente se respira durante las competiciones?

Muchos de mis amigos están en Tarifa o son los propios competidores. Al final es como una familia. Cuando hay que competir, las amistades se separan un poco, pero en el momento en el que se termina la manga vuelve a la normalidad. Es un poco peculiar, pero es así. Somos un grupo de amigos, compitiendo y recorriendo el mundo.

Cada uno mirará lo suyo y preparará su equipo...

Pero cuando termina la competición nos vamos a todos a tomar cerveza. Aunque está claro que con los que tienes más rivalidad son los más directos. Hay un chico que se llama Youri Zoon y hemos tenido varios campeonatos del mundo disputado entre nosotros y ha habido momentos de mucha rivalidad, pero ahora que ya hemos ganado los dos, somos tan amigos.

¿Cómo desconecta del kitesurf?

En ocasiones he ido a Sierra Nevada que lo tengo cerquita de casa y me gusta mucho el snowboard, aunque también el wakesurf. Además, quiero ir en diciembre a Bali para surfear un poco.

¿Tenía algún ídolo de pequeño?

Sí, Aaron Hadlow, un inglés que fue dos o tres veces campeón del mundo con dos años más que yo. También estaba otro malagueño, Álvaro, que competía dentro del circuito. Además, tuve mucho apoyo de mi hermano que quiso venirse conmigo a Tarifa. En esos años fue como mi segundo padre porque era seis años mayor que yo. Cuando yo tenía 16, él tenía 22.

Ahora usted es el ídolo...

Tampoco he tenido éxito a niveles de futbolistas o algo parecido. Pero me encanta cuando llegan niños que quieren que le firmes un autógrafo. Te ves reflejado cuando eras pequeñito y veías a tus ídolos. Hasta con mi hermano pequeño –7 años– que dice que quiere ser como yo, que quiere hacer kite, que quiere ser el campeón. Se viste como yo. Es de lo mejor.

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