Atletismo

Cien años de deporte y mitos

El imponente estadio de Berlín, donde Jesse Owen humilló a Hitler, será la sede del campeonato

Estadio Olímpico de Berlín ARCHIVO

J. C. C.

Es, como Maracaná o Wembley, un emblema del deporte. Aunque en un ranking de longevidad y ancestros, el estadio Olímpico de Berlín ocuparía el número en la lista de «highlights». Bienvenidos al Olympiastadion, sede de los Europeos de Atletismo y de tantas otras andanzas en la historia del deporte.

Situado al noroeste de Berlín, en lo que se entiende hace muchos años era el extrarradio de la ciudad y hoy solo las afueras de una urbe con tres millones y medio de habitantes, el recinto rezuma poderío en estos tiempos de obras colosales y estadios imponentes en cualquier lugar del mundo.

Pero en el Olympiastadion resplandece el recuerdo literario y documentado de una de las afrentas más celebradas de la historia del deporte, la humillación de un atleta negro -Jesse Owens- al dictador Adolf Hitler . La construcción del estadio comenzó en 1912 con vistas a los Juegos Olímpicos de Berlín de 1916 que nunca se celebraron. Así lo decretó la I Guerra Mundial. La obra se inauguró y se confiscó en apenas unos meses. El estreno en agosto de 1913 convirtió al santuario deportivo en un hospital de guerra en julio de 1914.

Diseño para la propaganda

Reconstruida Alemania después de la guerra a finales de los años 20, también se amplió el estadio berlinés, que creció y se y transformó en símbolo del país. La capital germana fue elegida en 1931 como sede de los Juegos Olímpicos de 1936 , derrotada Barcelona, y Hitler, que ascendió al poder en 1933, atisbó la cita como un diseño perfecto para su propaganda, según la cual la raza aria era superior.

El dictador ordenó demoler parte del estadio berlinés para ampliar su capacidad y aumentar su simbología de poder. 2.700 obreros trabajaron día y noche en el plan para satisfacer al Fuhrer antes del 1 de agosto de 1936.

Pero las estrellas de los Juegos no fueron los atletas alemanes, altos, rubios y musculados, sino un jovencito negro afroamericano que subía por la puerta de atrás al autobús, Jesse Owens , que ganó cuatro medallas de oro en 100, 200, longitud y el relevo 4x100. «Dejaba mis pies lo menos posible en la superficie. Siempre aceleraba al tocar al suelo y me alzaba». Así explicaba Owens su técnica en el salto de longitud.

Este poeta de las pistas de ceniza arruinó los Juegos a Hitler , que solo saludaba a los alemanes que lograban medalla. Hubo durante muchos años una amplia literatura sobre si el dictador saludó o no a Owens al conquistar el oro en los 100 metros, Owens declaró pasado el tiempo que Hitler se marchó antes de la entrega de medallas, pero le estrechó la mano sin que haya documento gráfico al respecto.

El estadio, sede de la final del Mundial de fútbol 2006, aquel del cabezazo de Zidane a Materazzi, conserva dos columnas gigantescas en la entrada a modo de bienvenida. Tiene capacidad para 74.475 espectadores y en él juega el Hertha de Berlín en la Bundesliga. Y ningún rastro de su pasado nazi.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación