Miguel Ángel López, durante la final de Pekín
Miguel Ángel López, durante la final de Pekín - AFP
Atletismo

Miguel Ángel López, un campeón por amistad

El reciente campeón mundial de marcha se aficionó al atletismo porque un amigo se lo pidió cuando tenía siete años

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El idilio entre Miguel Ángel López (Murcia, 1988) y el atletismo llegó por casualidad. Casi como su amor por la marcha. Siendo aún un niño, más preocupado por acumular cinturones de kárate que por cualquier otro deporte, al murciano le picó el gusanillo del atletismo. Un amigo se había apuntado a la nueva escuela deportiva del colegio y él no lo dudó.

A partir de ahí, López comenzó a destacar entre el resto de niños, pero no fue hasta que cumplió once años cuando se dio cuenta de que la marcha iba a ser parte ineludible de su vida. Entonces, una enfermedad de un compañero le «obligó» a disputar una prueba de esta especialidad, de la que ya nunca se separaría.

Años de sacrificio que desembocaron el verano pasado en un oro europeo que confirmaba su ascenso dentro de la elite de esta disciplina. En Zúrich ganó a todos los favoritos para instalarse definitivamente entre los mejores con apenas 26 años y este oro en el Mundial de Pekín le sitúa en lo más alto a meses de la cita olímpica.

Según su entrenador, es un superdotado, pero de la psicología. «Es un killer dentro de la competición», asume José Antonio Carrillo en declaraciones a Efe poco después de haberse proclamado campeón del mundo en Pekín.

El reto ahora son los Juegos Olímpicos. «Una medalla, cualquiera que sea», reconoce el preparador, que dirige los destinos de López desde que era un niño. Más allá del tiempo, nada ha cambiado en la relación entre ambos. El campeón sigue viviendo en su pueblo de toda la vida y la ambición que demuestra en cada entrenamiento es la misma. Un tesón sin límites que tiene ahora su vista puesta en los Río de Janeiro.

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