Roca Rey corta una oreja y maquilla una tarde sin brillo en Huelva

Talavante pincha el mejor lote de Cuvillo y Morante pecha con dos toros muy deslucidos

Roca Rey Alberto Díaz

LORENA MUÑOZ

El cartel estrella de Las Colombinas casi llenó la plaza de toros de Huelva. Y todo a pesar del cambio obligado por la grave lesión cervical de Manzanares y la entrada de Talavante. La terna tenía suficientes atractivos y alicientes para resistir a otra tarde de calor asfixiante.

Roca Rey cortó la única oreja del festejo al tercero del desigual encierro de Núñez del Cuvillo . El público había protestado la presencia y hechuras de este toro, que hizo amagos de rajarse en el primer estatuario. Ya en los medios, en redondo, metió al astado en la muleta bajando la mano, templando y tirando de la embestida, primero con la diestra y después con la zurda, en ayudados. Fue una faena larga y técnica que terminó con manoletinas y una estocada que le valió el citado trofeo. En el sexto, siempre a su aire y que se quedaba corto, el peruano no logró pasar de correcto y dispuesto.

Morante de la Puebla no tuvo fortuna con su lote. El sevillano salió dispuesto a saludar al flojo primero a la verónica, con suavidad y temple. Se echó la muleta a la mano izquierda para la primera serie, pero el cuvillo estaba sin fuerzas y no hubo opción de lucimiento. Los pitos fueron para el astado en el arrastre y el silencio para el torero. El cuarto se pegó un costalazo cuando Morante intentaba torearlo a la verónica y fue protestado por el público para que lo devolvieran a los corrales. Las protestas continuaron cuando el cigarrero intentó torear con la mano a media altura para evitar lo inevitable, ya que el toro perdía las manos cada vez que medio lo obligaba.

Alejandro Talavante se llevó dos ejemplares con posibilidades, pero le faltó convicción y rematar con la espada. Prologó su primera faena con estatuarios, la trincherilla y el de la firma para llevarlo a los medios, donde comenzó con la diestra. Respondió el toro, que acudió con bravura y humilación, y Talavante logró los mejores momentos al natural, pero mató mal. Volvió a encasquillarse con la espada en el quinto, con cierto picante. Hizo una labor templada, de menos a más, aunque sin muchas apreturas y no llegó a entusiasmar.

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