Una imagen reciente de la plaza de toroso de Las Ventas
Una imagen reciente de la plaza de toroso de Las Ventas - PALOMA AGUILAR

Pliego de las Ventas: problemas en la primera plaza del mundo

Las condiciones impuestas por la Comunidad de Madrid para la adjudicación de la plaza de toros concitan el rechazo de todos los profesionales del mundo del toro

MADRID Actualizado: Guardar
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El nuevo Pliego para adjudicar la Plaza de Las Ventas está consiguiendo algo nada fácil: la unanimidad en el rechazo de todos los profesionales afectados (naturalmente, lo alaban los que lo han elaborado). ¿Es tan malo? Quizá no, pero decepciona las esperanzas que en él se habían depositado: mantener que todo siga igual no parece el mejor remedio, en medio de tantos ataques. Y el caso de Madrid afecta a la Fiesta, en toda España. Todos los profesionales lo critican... en privado. Hasta algunos miembros del Consejo Taurino dicen -hablando en confianza- que ellos no tienen nada que ver... Salvo los periodistas, nadie más se atreve a repetir, en público, lo que opinan. Por muy mal que les parezca, ningún profesional quiere enemistarse con la Comunidad, de cara al futuro.

Los más enfadadados, por supuesto, son los empresarios. La razón es doble: la voracidad recaudatoria y las restricciones para presentarse como candidatos.

LOS DINEROS. Presume la Comunidad de haber bajado en 200.000 euros el canon. Es verdad, pero existen otros apartados que lo anulan. El empresario ganador deberá pagar 220.000 euros para la nueva Escuela de Tauromaquia «Yiyo», nacida por los ataques del Ayuntamiento de Carmena a la Escuela Marcial Lalanda. La Presidenta de la Comunidad se apresuró a declarar que lo remediaría: lo ha hecho... con dinero del empresario.

Sólo con esto, la presunta rebaja del canon desaparece. Pero el empresario habrá de afrontar otros gastos: para otras Escuelas de la Comunidad, 30.000 euros; para novilladas de promoción, 120.000; en campañas de publicidad, 850.000; la deseable remodelación de los corrales, cabe suponer que no baje de 600.000. Además, se le quitan al empresario los ingresos del Tour de Las Ventas y se le obliga a organizar desencajonadas y festejos populares, a precios que generarán déficit. Con todo eso, no parece lógico hablar de bajada del canon.

¿Reaccionarán los empresarios contra esto? En privado, alguno llega a decir que debían ponerse de acuerdo para no presentarse y dejar el concurso desierto. No lo harán.

Además del dinero, Las Ventas les aporta una situación de poder, para el «cambio de cromos», teniendo en cuenta que los empresarios también suelen ser apoderados y ganaderos (otro mal de la Fiesta). Lo que no parece imposible es que lleguen a un acuerdo para ofrecer el mínimo exigido. En todo caso, el presupuesto de explotación de Las Ventas puede soportar estos gastos... a costa de rebajar el nivel del espectáculo: justamente lo contrario de lo que quieren los aficionados y aconseja la lógica.

LOS CONCURSANTES. Indudablemente, Las Ventas debe ser gestionada por una empresa taurina seria, solvente, con experiencia. Basándose en eso, el pliego exige que sólo puedan concursar los empresarios que hayan facturado, en alguno de los últimos cinco años, como mínimo, cinco millones de euros.

Confundir el tamaño de la empresa con su solvencia no es acertado. (En el mismo terreno taurino, se podrían citar ejemplos que lo demuestran). Además, el auge actual de las Uniones Temporales de Empresas lo convierte en algo difícil de valorar, abre el camino a los recursos. No tiene sentido que se impida concurrir al concurso a empresas más pequeñas pero que pueden mostrar ya un currículum valioso.

Ni siquiera los profesionales saben cuántas empresas (muy pocas, se supone) reúnen las condiciones requeridas. Un ejemplo extremo: parece que no las tienen los Lozano. Es como si Albert Boadella no pudiera presentarse al concurso para dirigir el Teatro Español: ¡un absurdo!

Si quiere criticar esto, la asociación de empresarios, Anoet, debe publicar cuántas empresas taurinas cumplen estas condiciones; si no, perderá la autoridad moral para censurarlo.

LA SUBASTA. Presume la Comunidad de que los criterios de adjudicación son objetivos: 85 de los 100 puntos, puramente matemáticos. Esto es un brindis al sol: depende de los baremos que se establezcan. Si lo decisivo es la oferta económica, se trata de una subasta. Se ha fijado un canon mínimo, pero no uno máximo: si llegara una oferta económica temeraria, sería casi imposible que no triunfara. (Ya ha sucedido anteriormente, con penosos resultados).

EL INTERVENCIONISMO. A los profesionales les irrita, en el pliego, la enumeración prolija de detalles administrativos, que incluyen desde el precio máximo de los refrescos al traje de los empleados o las secciones que debe tener la revista de la empresa. En cambio, no se advierten medidas para solucionar el problema básico: en los últimos diez años, ha bajado en unos 5.000 el número de abonados. Tampoco afronta la Comunidad la necesaria reforma de la Plaza, para favorecer el espectáculo y la comodidad de los espectadores.

LA CLAVE. En los últimos doce años, la Comunidad de Madrid ha ingresado, por la explotación de la Plaza, 48 millones de euros. Los aficionados reclaman que esa cantidad revierta en la Plaza y la promoción de la Fiesta. La Comunidad, en cambio, considera que generosamente otorga subvenciones (cada año, menores). Se parece al dueño de un piso viejo, que intenta sacar una buena renta y gastarse el menor dinero posible en reformas; es decir, un negocio, no el apoyo y fomento a una actividad cultural.

Con este pliego, la Comunidad busca dos cosas, sobre todo: recaudar y evitarse críticas. No es extraño el rechazo de todos los profesionales. Se ha perdido una gran oportunidad.

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