Oreja final a Guillermo Hermoso de Mendoza en Sevilla

El joven rejoneador toma la alternativa en una tarde con toros de Bohórquez que se paran pronto

Guillermo Hermoso de Mendoza, en su faena al sexto Maestranza/Pagés

Andrés Amorós

Una sola oreja en una corrida de rejones, con figuras, a pesar del público benévolo, propio de estos festejos, es la noticia. Los toros de Bohórquez , manejables pero parados, transmiten muy poco. Pablo Hermoso de Mendoza hace lo más meritorio en el manso cuarto. Su hijo, Guillermo, muestra buena escuela y , al final, recibe el premio que su entusiasmo juvenil se ha ganado. Lea Vicéns está más acertada como caballista que al clavar. En definitiva, una tarde plácida, después de las emociones de los Victorinos, el día anterior. Como decía Eugenio d’Ors, todo ha quedado en un éxito perfectamente descriptible. Y hemos disfrutado con un verdadero concierto de esta maravillosa Banda.

El rejoneo debe ser toreo a caballo, no exhibición circense, por muy espectacular que eso resulte. El duque de Pinohermoso , entre otros, puso por escrito sus normas: “Dejarse ver. No entrar por sorpresa. Ir hacia al toro de frente. No clavar al estribo, ni por dentro, amparándose en las tablas. No pasar en falso”… Apostillaba don Gregorio Corrochano , el gran crítico: son normas parejas a las del toreo a pie. Si se ejecuta con esa pureza, el rejoneo es un verdadero arte, de una extraordinaria belleza. ¿Hemos alcanzado esa cumbre, esta tarde? Sólo en algunos momentos, con la reconocida maestría de Pablo Hermoso de Mendoza.

La cercanía de Sevilla al mundo del caballo, unido al del toro bravo, puede justificar la doble presencia del rejoneo, en esta Feria. La realidad es más sencilla: la frustrada rivalidad entre los dos grandes caballeros de esta época, Hermoso de Mendoza y Ventura . Frustrada porque Pablo Hermoso, en una etapa tardía de su carrera, no ha querido enfrentarse, delante de las cámaras de televisión, a un Diego Ventura más joven que, ahora mismo, arrolla . Ése es el cartel que, desde hace años, los aficionados hubieran querido ver, en el ruedo de la Real Maestranza de Sevilla. (Igual que, en el toreo a pie, un enfrentamiento de José Tomás y Enrique Ponce). No ha podido ser…

Hace un año, Diego Ventura quedó fuera de la Feria de Abril por exigir una ganadería más encastada que la prevista. (¿A qué aficionado le puede parecer mal esto?). Con habilidad, la empresa de Sevilla ha optado ahora por una solución salomónica: una corrida de rejones para Hermoso y su “equipo” habitual, su hijo Guillermo y Lea Vicens; otra corrida, mixta, con Diego Ventura. Con estos antecedentes, hay muy buena entrada, sin llegar al lleno. (Veremos qué pasa el miércoles).

Se anuncia que Guillermo Hermoso de Mendoza toma la alternativa. (En el rejoneo, eso no está muy claro: como ha denunciado Ventura, no es raro que, después de tomarla, algunos caballeros vuelvan a lidiar novillos, en alguna Plaza). Lo hemos visto ya, con buen resultado, en Pamplona y Bilbao, feudos de su padre. Éste le entrega el simbólico rejón, antes de que salte al ruedo el primero, “Sobrio”, manejable, paradito. También lo es la lidia del joven caballero (con chaquetilla blanca y plata), que agrada al público. Pasa un momento de apuro al resbalar “Disparate”; acierta con “Pirata” en el rejón de muerte: petición. Vuelve a mostrar buena escuela en el último. Torea a caballo con “Disparate”; eleva el entusiasmo con los rosas y el par a dos manos. De nuevo con “Pirata”, acierta al matar y en el primer descabello: la gente exige el trofeo. Ha entrado con buen pie en esta Plaza., tiene todo un camino profesional por delante.

Conserva Pablo Hermoso la maestría, el sereno clasicismo de su toreo a caballo. Sigue siendo un ídolo en muchas Plazas españolas y americanas. Los fallos en la suerte suprema le privan de algunos éxitos. En el segundo, un marmolillo, se muestra pulcro y preciso, dando “muletazos”con “Ícaro”, pero falla con el descabello. En el manso cuarto, que se desentiende del caballo, ha de exponer mucho, en pasadas por dentro, con “Berlín”; se luce en los giros, con “Donatelli”, y mata pronto. Ha sido una labor de mérito pero el Presidente no concede trofeo: petición y vuelta.

Lea Vicens , la gentil amazona, nos trae el recuerdo de su inolvidable maestro, Ángel Peralta. Su agraciada figura y su dominio ecuestre facilitan sus éxitos. Con “Bético”, al llevarlo prendido a la cola, agrada hasta a los sevillistas pero acierta más en los alardes ecuestres que al clavar. Falla con el rejón de muerte. En el quinto, que se mueve pero protesta, quiebra, sin estrecharse, con “Gacela”; se luce, como amazona, con “Diluvio”. Esta vez mata a la primera y da la vuelta al ruedo.

He recordado, una vez más, los conocidos versos de Fernando Villalón , el amigo de Lorca y Sánchez Mejías: “La corrida del domingo no se encierra sin mi jaca; mi jaca, la marismeña, que, por pierna, tiene alas. Venta vieja de Eritaña, la cola de mi caballo dos toros negros peinaban”. Y su mítica evocación de las islas del Guadalquivir: “ Un jinete vaquero pasea con su garrocha y su moruna silla… ¿Será un abencerraje … o un moro guerrillero, que no quiso entregarse, al conquistar Sevilla?”

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