Cariñoso adiós a Ignacio Garibay en La México

El torero azteca sale a hombros y Sebastián Castella corta una oreja al toro de regalo

Ignacio Garibay, con su último toro, «Matita de Romero» Efe

Efe

El torero mexicano Ignacio Garibay salió este domingo por la puerta grande al cortar orejas a cada uno de sus toros en la segunda corrida de la Temporada Grande de la Plaza México, en la que se lidiaron seis toros de La Estancia, faltos de trapío y condición.

Garibay, que se despedía, cortó una oreja a cada uno de sus toros, lo que le valió la puerta grande sin haber hecho merecimiento alguno para ello.

El francés Sebastián Castella cortó una oreja al buen toro de regalo que se lidió en último lugar en una corrida que registró media entrada.

El adiós de Garibay cargó de excesiva emotividad e l ambiente; el matador tuvo la virtud de entender que tenía al público de su parte con una actitud entregada desde que recibió a su primer toro a la verónica. El astado tenía transmisión y recorrido por el pitón derecho, por el que Garibay logró media tanda y un pase de calidad.

En el resto de la faena ahogó la embestida del toro hasta que el animal se desfondó sin lucir toda su calidad. De una media estocada mató al animal, lo que provocó una leve petición de oreja que el juez consideró suficiente para otorgar el apéndice.

A ese primer toro Gustavo Campos le puso un gran par, por lo que saludó al tercio. Seguro que será la última vez que lo hace este gran banderillero.

La felicidad de Garibay en la vuelta al ruedo Efe

La otra oreja que recibió Ignacio Garibay con su segundo toro, la que supuso para el mexicano poder abrir la puerta grande, no tuvo justificación alguna.

Ni no matar a la primera, ni no haber hecho nada relevante, pudieron más que el efecto que produjo la banda de la Plaza México tocando durante el toreo de muleta.

Mientras muchos aficionados encendían las luces de sus teléfonos móviles en los tendidos y la música sonaba, la faena discurría entre un toreo con pico y pases sueltos precedidos de manotazos en la cara del toro para provocar su embestida. Tampoco hubo muchas protestas al excesivo premio que recibió Garibay.

La corrida no lució en general debido a la poca fuerza de los toros de La Estancia. Si de defensas estaban escasos, de fondo casi más.

Sebastián Castella, en un muletazo rodilla en tierra Efe

Sebastián Castella renegó de su primero desde su encuentro al capote. El animal se defendía al embestir y el torero francés no quiso saber nada de él con la muleta, solo medio probó con la mano derecha y luego se fue directo a por el estoque. Tras varios fallos con el acero usó el descabello, con el que acertó a la primera.

El quinto de la tarde, un toro bien presentado pero manso, requería citar cruzado, Castella lo entendió y tras unos estatuarios no del todo fijos, lo citó al pitón contrario logrando una tanda ligada.

El toro salía fijo de la muleta pero pronto se vino abajo y el torero acabó la faena con pases sueltos sin lograr conectar con los tendidos.

El toro de regalo resultó ser el mejor de la corrida, el animal pertenecía a la ganadería de Julián Handam y se mostró codicioso desde su salida.

La faena de Castella fue atropellada y estuvo por debajo del animal. Sí ejecutó una gran tanda al natural , el mejor momento de toreo de esta tarde de toros en la Ciudad de México.

Diego Silveti se enfrentó al más bravo de La Estancia, el mejor hecho, pero desde que salió de toriles se pudo apreciar cojo.

Nadie en el público demandó que se cambiase al animal y el resultado fue ver más tiempo al toro en el suelo que trotando. Con el sexto toro Silveti logró una tanda ligada. En ambos se retiró en silencio.

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