Momento del percance de Fortes
Momento del percance de Fortes - Serrano Arce

Del aterrador percance de Fortes al triunfo de Lorenzo en Santander

Se obra el milagro y el malagueño solo sufre un puntazo, mientras que el toledano sale a hombros

SANTANDER Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La tragedia sobrevoló Cuatro Caminos en el quinto. Otra vez Saúl Jiménez Fortes, tan castigado por los toros. Después de firmar una faena con buenos momentos al natural con un ejemplar de virtudes por ese lado, no quiso fallar con el acero y enterró una estocada. En la salida de la suerte, en la frontera del «1» y el «2», este «Zapatilla», que así se llamaba el animal, lo prendió y estrelló contra las tablas en una imagen espantosa. Los pitones silbaban como balas en medio de la guerra, sin trinchera ni escapatoria, entre el toro y la madera. Cuando finalizaron aquellos angustiosos segundos, pareció agrandarse el milagro de la vida, pese a la sangre en el vestido. Con el trofeo ganado, el torero pasó por su propio pie a la enfermería para ser atendido de un puntazo corrido de ocho centímetros en el hueco poplíteo.

Poco para lo que pudo ser...

Antes, Fortes se había apretado por chicuelinas, tanto que faltaba el aire. El toreo genuflexo sirvió de prólogo a una faena en la que dibujó naturales en los que perseguía el temple, echando la muleta al hocico y con asiento. Por ese potable pitón se centró para finalizar con bernadinas de «¡ay!» constante, que se oyó como un eco interminable en la hora final.

Con el blando segundo, que exigía un trato de enfermero, no pudo lucirse.

El triunfador del festejo fue Álvaro Lorenzo, que brindó una ilusionante tarde y cortó un trofeo a cada toro en el desigual conjunto de Castillejo de Huebra. El público degustó su exquisito temple en el buen sexto, con el que disfrutó de su clase al natural barriendo despacioso la arena y luego sobre la derecha en el redondo más eterno de lo que va de feria. Mucha torería contuvo el epílogo. Intensos momentos se vivieron en el tercero, un rival con genio con el que se llevó un susto. Pedía todo por abajo este «Receloso», como se vio en los zurdazos de tela a rastras, mienrras que se violentaba en los de pecho con los que se empeñaba en rematar.

Abrió la corrida un notable «Capitán» –«¡Oh, Capitán!»–, con calidad y humillación, frente al que Joselito Adame toreó con inteligencia y limpieza, sin atosigarlo al principio y más encajado mediada la labor. Las bernadinas avivaron la llama, pero el descabello le privó del premio. No terminó de cuajar la pañolada en el cuarto, con el que estuvo vistoso con el capote y con oficio en la muleta.

Ver los comentarios