Enrique Ponce se dobla con torería en la Goyesca de Valladolid
Enrique Ponce se dobla con torería en la Goyesca de Valladolid - abc

La armonía torera de Ponce

Con toros flojos, corta una oreja; El Fandi, dos y sale a hombros

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Conmemora Valladolid los 125 años de su Plaza, inaugurada el 29 de septiembre de 1890. La Goyesca que abre la Feria no depara sorpresas. En lo negativo, los jóvenes que gritan «¡Asesinos!» a los pacíficos espectadores, la mediana entrada y la flojedad de las reses. En lo positivo, la entrega del Fandi, que corta dos orejas y sale a hombros; la firmeza de Perera y la magistral armonía de Ponce.

Los toros de Charro de LLen se anuncian como atanasios pero creo que son domecqs: manejables pero muy escasos de fuerza y casta. Toda la tarde he recordado el título de una vieja película mejicana: «Mientras el cuerpo aguante...» Lo que solemos ver ahora, en las Plazas es: «Mientras el toro aguante».

Cuando se derrumba o se raja, todo se viene abajo.

Como muchas veces, al Fandi le tocan en suerte los dos mejores y no se deja nada en el tintero. En el segundo, largas de rodillas, zapopina, gimnástico tercio de banderillas, más muletazos de rodillas y un espadazo: oreja. En el quinto, verónicas de rodillas, espectacular con los palos, faena voluntariosa y desigual, más cantidad que calidad, pinchazo hondo y descabello: nueva oreja y salida en hombros.

Tampoco es nuevo que a Perera le toquen los dos peores. Se queda muy quieto en el tercero, flojo y rajado, hasta que el toro se desentiende y huye a tablas. Lo emborrona con la espada, que cae baja. Devuelto por flojo el sexto, el sobrero de Tapatana (Carlos Núñez, creo) es reservón y deslucido. Miguel Ángel vuelve a estar firmísimo: consintiéndole, logra muletazos de mérito. Responde a un grito inoportuno con un importante arrimón, que llega mucho al público. Mata a la segunda y no se concede la oreja.

El primer toro se deja la poca fuerza que tenía en una vuelta de campana. Ni Ponce, vestido con un precioso vestido goyesco color marfil, es capaz de sacar nada de una res que se para a mitad del muletazo. El cuarto es justo de fuerzas y casta pero se mueve más. Dibuja buenas verónicas y delantales. El comienzo de faena es primoroso. LLeva al toro largo y templado, liga muletazos, le saca todo lo que pueda tener. ¡Y mata bien, como ahora suele! Cuando tarda en caer, se adorna con torería. Para ser faena grande, le ha faltado toro. Como tantas veces, ha mostrado su maestría, su buen gusto. Con 25 años de alternativa, está toreando mejor, con más belleza que nunca.

Esta tarde, no se le puede comparar con el Goya bronco y recio de tantos grabados pero sí con el refinadísimo de los cartones para tapices, que parecen tener la gracia leve de la acuarela: un ejemplo de armonía torera. Eso sí, mientras estos toros, flojos y de poca casta, aguanten...

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