«Oleanna», combate en el laberinto

Fernando Guillén Cuervo y Natalia Sánchez interpretan la obra de David Mamet, bajo la dirección de Luis Luque

Natalia Sánchez y Fernando Guillén Cuervo, en «Oleanna» Pentación
Julio Bravo

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El despacho del profesor universitario en el que David Mamet situó la acción de «Oleanna» -estrenada en Nueva York en 2009- lo ha convertirdo Luis Luque en una pista de esgrima. Una mesa y dos sillas son el único decorado de fondo negro y donde el color predominante es el «azul republicano». Luque dirige una nueva producción de esta magnética obra, que interpretan Fernando Guillén Cuervo y Natalia Sánchez . Ellos libran este combate de esgrima (en el que los sables tienen sus extremos afilados), que se inicia cuando Carol, una estudiante universitaria, acude al despacho de su profesor, John, para reclamar una nota mejor. «Incluso nos saludamos con nobleza antes de cada cuadro».

Y es que Oleanna es algo más que un combate entre un profesor y su alumna. «Mamet -dice Guillén Cuervo-nos enfrenta a un discurso polémico, nos hace revisarlo y ponerlo en su sitio». «Cuando se estrenó esta función -añade Luque- la tacharon de machista . Pero ahora el papel de la mujer ha cambiado mucho, y hay una mentalidad mucho más evolucionada sobre las relaciones de poder entre hombres y mujeres».

«El machismo que yo creo que ataca Mamet no se entendió en la época por distintas cuestiones. Mamet habla del verdadero peligro que es el machismo latente , que está en placa de petri en todos los hombres, y que se ha normalizado: de alguna manera, todos somos John».

«Oleanna» ha abierto siempre debates por la sutil ambigüedad con que Mamet va situando ese combate, en el que los personajes son al tiempo víctimas y verdugos. Guillén Cuervo apuesta decididamente por señalar a Carol como víctima de su profesor : «No es que sea una chica ruín y vengativa; para John sí lo es porque le destroza la vida, pero solo responde con contundencia a ese machismo latente». «Mamet -completa Luque- pone la bomba en manos del débil y la hace estallar. Y eso es desconcertante».

Y es que Mamet dibuja el combate de manera imponente. «Impone -dice Luque- la psicología humana, descubrirnos como somos y quitarnos las máscaras . Ver nuestro verdadero rostro. Y Mamet nos obliga a ampliar nuestra percepción sobre las cosas; a mí me ha puesto contra las cuerdas, porque no hay buenos ni malos, no los podemos señalar, y eso siempre desconcierta». «Hay autores que escriben en línea recta y hacen calzadas romanas -concluye el actor- Y otros que ponen delante bosques y laberintos emocionales. Mamet escribe desde el laberinto que somos los seres humanos».

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