«Norma» vuelve al Teatro Real un siglo después

La ópera de Bellini, una de las cumbres del belcantismo, se presenta en una coproducción con el Palau de les Arts de Valencia

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«Casta, Diva, che inargenti / queste sacre antiche piante»… (Casta Diosa, que plateas / estas sagradas ancestrales plantas). Así comienza el aria más popular de «Norma», la ópera de Vincenzo Bellini que sube el jueves 20 al escenario del Teatro Real, donde no se ha representado desde hace más de un siglo; concretamente, desde el 28 de diciembre de 1914. Aquella función, celebrada «a las ocho y tres cuartos, en el abono 13 del turno segundo», como rezan los periódicos de la época, suponía también la «despedida de la señora Capella» (la soprano argentina Juanita Capella).

El Teatro Real la recupera en una coproducción con el Palau de les Arts de Valencia de 2015. Roberto Abbado es el director musical, y David Livermore firma la dirección de escena.

En el triple reparto, las sopranos Maria Agresta, Angela Meade y Mariella Devia se alternarán en el papel de Norma; las mezzo-sopranos Karine Deshayes, Veronica Simeoni y Ketevan Kemoklidze encarnarán a Adalgisa; los tenores Gregory Kunde (protagonista del Otello que abrió la temporada del Real), Roberto Aranica y Stefan Pop serán Pollione; y los barítonos Michele Pertusi, Simón Orfila y Fernando Radó interpretarán a Oroveso. Completan el elenco María Miró (Clotilde) y Antonio Lozano (Flavio). Les acompañarán la Orquesta y Coro titulares del Teatro Real.

«Norma» se estrenó en la Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831. Vincenzo Bellini, uno de los grandes compositores del belcantismo, contó con un libreto de Felice Romani, que se basó en la obra «Norma, ossía L’Infanticidio», de Alexander Soumet. Fue creada para la legendaria soprano Giuditta Pasta, pero el estreno resultó un fracaso. A pesar de sus virtudes, y aunque el propio Richard Wagner la dirigió (incluso compuso un aria para Oroveso) y se inspiró en su conclusión para el final de su Tristán e Isolda, no se impuso en los escenarios hasta que a finales de los años cuarenta del pasado siglo Maria Callas incorporó el papel al repertorio.

Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, no duda en calificar la ópera como «la obra maestra del belcantismo romántico». El mismo adjetivo aplica Roberto Abbado, que destaca en la partitura, por encima de todo, su gran respiración, el lento desarrollo de la música. «Habla de dos pueblos, de dos culturas, de dos religiones, y todo eso le proporciona una gran tensión dramática; lo mismo se puede decir del carácter de los personajes, que no son rectos».

Musicalmente, «Norma» tiene sus orígenes, explica el director italiano, en el neoclasicsimo, «pero Bellini lo trata con romanticismo. Tiene incluso influencias árabes, que se pueden apreciar especialmente en el aria “Casta Diva”. Bellini era de Catania, y su temperamento siciliano se transmite en muchos pasajes, que están llenos de pasión y de fuego. En “Norma” -concluye- se encuentran todas las bases de la música romántica, y su influencia es clara en compositores como Chopin y el propio Wagner». Y pone un ejemplo de la calidad de «Norma», una ópera que dirige desde hace veinticinco años: «los recitativos se encuentran entre los más grandes, precisos y complejos de la historia de la ópera».

«Norma» es una obra muy comprometida para los cantantes, y esto marca necesariamente, dice el turinés Davide Livermore, que fue cocinero (cantante) antes que fraile (director de escena). «Una de las razones por las que el público viene al teatro es por la calidad de los cantantes, y un director de escena lo que debe hacer es facilitarles el trabajo; es fundamental por tanto que todo lo que yo pueda imaginar en la puesta en escena tenga como objetivo favorecerles. Yo tengo -bromea- incorporado un programa, «no-poner-lejos-al-cantante 2.0»; todo está mucho mejor si cuando cantan están adelante en escena».

Lo importante es, insiste Livermore, cómo plantear el lenguaje corporal: «¿Se comprende que los personajes aman o sufren? El trabajo del director de escena es que se comprendan las relaciones, los afectos entre ellos. Hay que crear una relación contemporánea, que no está en los trajes sino en la forma de contar la historia. La emoción real es la que va a quitar la idea de que el arte de la ópera es museístico».

Se admira el director de escena de la «pasión increíble de esta partitura, que supuso una revolución romántica. El final causó un gran impacto en la sociedad del siglo XIX. ¿Qué mujer de la época se atrevía, como hace Norma, a decirle a su padre: ama a mis hijos, a los que consideras hijos del pecado? Es una idea absolutamente revolucionaria».

El árbol sagrado, un objeto totémico «en el que todo empieza y todo se cumple», es el centro en torno al que Lavermore ha querido contar la historia de Norma, una sacerdotisa enamorada del procónsul romano Pollione, y con el que ha tenido dos hijos, y su rivalidad con otra sacerdotisa, Adalgisa.

El día 29, la función se retransmitirá en directo a través del canal Arte-Concert. Se celebrarán además dos actividades paralelas; un concierto, el día 14, del bajo Ivo Stanchev y el pianista Riccardo Bini, y el 23 la actividad familiar «¡Todos a la Gayarre! Galos contra romanos».

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