Una escena de «In memoriam: la quinta del biberón»
Una escena de «In memoriam: la quinta del biberón» - Ros Ribas
CRÍTICA DE TEATRO

«In memoriam: la quinta del Biberón»: carne de cañón

El Teatre Lliure trae al María Guerrero un montaje de Lluís Pasqual sobre

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Desembarco masivo del Lliure en tres teatros públicos de Madrid: «Mujer no reeducable» en el Español, «Las bodas de Fígaro» en la Comedia y «La quinta del biberón» en el María Guerrero. En los corrillos de la noche del estreno de este último montaje, se escuchaba alguna voz sobre lo insólita que resultaría hoy una presencia inversa semejante en espacios públicos barceloneses. Aparentes agravios comparativos aparte, lo cierto es que es un verdadero placer disfrutar por estos pagos de los tres estupendos espectáculos.

«In memoriam: la quinta del Biberón» (***)
Texto , dirección y escenografía: Lluís Pasqual. Dirección musical: Dani Espasa. Iluminación: Pascal Merat. Vestuario: Alejandro Andújar. Intérpretes: Joan Amargós

«In memoriam. La quinta del biberón» es una suerte de emocionante oratorio tejido por Lluís Pasqual con testimonios de los muchachos reclutados en Cataluña a mediados de 1938, con apenas 17 años, para ser utilizados por el desesperado ejército republicano como carne de cañón en la batalla del Ebro y otros durísimos episodios de la Guerra Civil.

No hay apología política ninguna, ni siquiera se roza la exaltación heroica, se trata de un homenaje a la memoria de esos adolescentes que contiene una tan cruda como sensible denuncia de los desastres de la guerra, narrados en escena con verdad escalofriante a través de las experiencias de seis muchachos, desde su incorporación a filas hasta su muerte.

Alguno muestra al principio su entusiasmo, otros no pueden ocultar su rechazo, todos bracean entre la incertidumbre y el miedo. Las voces de los seis se van alternando con la música, de Monteverdi sobre todo, algunas canciones de guerra y la propaganda bélica de ambos bandos proyectada sobre una pantalla al fondo del escenario. Los jóvenes, que van mutando por fuera y por dentro según se endurece la situación, nos cuentan que les faltan agua, alimentos y equipación; hablan de un día a día de rutinas caprichosamente fatigosas, de algunos contactos con los enemigos para intercambiar tabaco por papel de fumar, de los piojos y el tifus, de las cartas que escriben y reciben, de fusiles que explotan en la cara, de la disciplina feroz bajo la sombra proterva de los comisarios políticos; describen los fusilamientos disciplinarios, la desesperación de su absurdo viaje al corazón de las tinieblas. Y su encuentro con la muerte.

Pasqual, que firma también una práctica escenografía con elementos móviles, hace que todo transcurra de manera fluida hilvanando lo narrado y lo representado. Notable trabajo de Joan Amargós, Enric Auquer, Quim Àvila, Eduardo Lloveras, Lluís Marquès y Joan Solé, actores entusiastas y precisos.

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