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José Luis García Pérez y Blanca Portillo, en «El cartógrafo» - Ceferino López

Juan Mayorga: «Los mapas luchan contra el olvido»

El dramaturgo estrena «El cartógrafo», dirigida por él mismo, y con Blanca Portillo y José Luis García Pérez como intérpretes

Madrid Actualizado: Guardar
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Varsovia, 2008. Juan Mayorga se encuentra en la capital polaca para la presentación de la traducción a ese idioma de su obra «Hamelin». «Un día que tenía libre -relata el dramaturgo- fui a pasear por la ciudad como un turista más, y de vuelta al hotel me tropecé con una vieja iglesia. No lo era; era una sinagoga. Yo nunca había entrado en una, pero había un coche de Policía en la puerta, y me acordé de que en Madrid, de camino hacia la Biblioteca Popular de la calle Felipe el Hermoso, pasaba por un lugar que me llamaba la atención, porque parecía una iglesia, y en cuya puerta había siempre un coche de Policía. Hasta que alguien me dijo: ahí está la sinagoga de Madrid».

Juan Mayorga entró en la sinagoga de Varsovia, y allí se encontró «con que estaban preparando una exposición de fotografías tomadas en el gueto de Varsovia encontradas recientemente. Cada una de ellas iba acompañada de un cartelito en el que se indicaba el lugar en el que se creía que se había tomado cada imagen. Yo marqué con una cruz en el mapa esos lugares y, en lugar de volver al hotel, fui al lugar más cercano de los que había señalado. No encontré nada que tuviese que ver con la foto correspondiente. Fui a la segunda cruz, y a la tercera, y no encontré nada. Así hasta que en uno de los lugares vi un monumento a los sublevados del gueto y una piedra negra en la que estaban inscritos los nombres de la gente que se había levantado».

Esta historia -y la pregunta que surgió de ella: ¿cómo se puede vivir hoy en Varsovia, en un espacio atravesado por la ausencia?- es la génesis de «El cartógrafo». La obra -cuyo subtítulo es «Varsovia, 1:400.000»- llega a las Naves del Español, en Matadero, tras su estreno el pasado noviembre en Valladolid; la dirige el propio Juan Mayorga y la interpretan Blanca Portillo y José Luis García Pérez, que encarnan a los doce personajes que incluye el texto. Completan el equipo artístico Alejandro Andújar (escenografía y vestuario), Juan Gómez Cornejo (iluminación) y Mariano García (música y espacio sonoro).

Leit motiv

Los mapas son el leit motiv de «El cartógrafo». «Los mapas -dice uno de los personajes de la obra- cubren y descubren, dan forma y deforman. Si un cartógrafo te dice que es neutral, desconfía de él. Si te dice que es neutral, ya sabes de qué lado está. Un mapa siempre toma partido». La obra entremezcla dos historias: por un lado, la de la leyenda del cartógrafo del gueto, protagonizada por un anciano impedido y una niña que le está ayudando a trazar el mapa del gueto de Varsovia; y por otro, la historia de Blanca, una mujer que está en la capital polaca acompañando a su marido, destinado en la Embajada española, y que al conocer la leyenda emprende la búsqueda de ese mapa. «¿Hubiera sido posible trazar desde dentro un mapa del gueto de Varsovia -se pregunta Juan Mayorga-, un mapa de la jaula en la que se confinó a 400.000 personas, condenadas a muerte por su origen? ¿Podría uno de los enjaulados haberlo hecho? En todo caso, un mapa así habría estado constantemente en peligro, como lo habrían estado los que hubiesen querido ver lo que ocurría en ese lugar. Hacer un mapa así es una tarea descomunal, casi imposible, de la que solo habría sido capaz un niño. Solo el niño no pacta, solo el niño es lo bastante audaz».

Tanto el anciano y la niña como Blanca, dice el dramaturgo, tienen la misma voluntad: «Que no se imponga el olvido, que la muerte no diga la última palabra, que a las víctimas no se les dé esa segunda muerte que es el olvido». Esta es la piedra angular de «El cartógrafo», que es, en palabras de Mayorga, «ella misma un mapa, que yo tracé para doce personajes. Cuando escribí el texto pensé en un espectáculo defendido por doce actores, en el que cada escena es un duelo entre dos personajes».

Doce personajes

A pesar de que confiesa que nunca hubiera considerado «razonable» llevar la obra a escena con tan solo dos actores, fueron las conversaciones con Blanca Portillo las que condujeron a destilar el reparto en este dúo. «Juan y yo hablábamos de reducir personajes -cuenta la actriz-, y finalmente le planteé una cuestión: ¿qué tal si lo hacemos solamente José Luis y yo? La obra lo permite, no solamente porque las escenas son duelos, en el 99 por ciento de los casos entre un hombre y una mujer, sino porque el hecho sígnico del mapa nos daba la posibilidad de jugar con signos entre dos actores que representan un todo. Lo que tuvimos muy claro desde el principio es que ese posible virtuosismo actoral, ese malabarismo, nunca podía comerse el mensaje de la función; por encima de todo tenían que estar esos seres humanos concretos y lo que cuentan. Tenía sentido, tenía lógica, que solo dos seres humanos dibujaran todos los personajes, teniendo en cuenta que los espectadores son mucho más inteligentes y tienen mucha más imaginación de lo que solemos pensar».

En palabras de Blanca Portillo, detrás de «El cartógrafo», una función «necesaria», se encuentra «la necesidad de no olvidar -algo que también está detrás del teatro-, de que la dictadura del presente no fagocite el pasado y todo lo que hemos sido». Y añade José Luis García Pérez que la obra «lucha contra varias cosas, tanto el texto como cada uno de los personajes que en ella aparecen; lucha contra la dictadura del presente, una dictadura que nos lleva a pensar que es infinitamente más fácil seguir hacia delante olvidando el pasado. Y eso es una falsedad. Creo que es imposible conseguir cualquier tipo de felicidad, de estabilidad -no hablo de lo personal, sino de lo general-. El pasado debe acompañarnos y debe ser resuelto para poder vivir de una manera plena el presente. Es más, tengo la sensación de que el presente está compuesto de miles de pasados que nos hacen llegar a este punto. Y la función afronta esa facilidad para el olvido, para la desmemoria, y te permite reconocer que en tu pasado está tu futuro».

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