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CRÍTICA DE TEATRO

«Invencible»: gente de verdad

Maribel Verdú, Pilar Castro, Jorge Bosch y Jorge Calvo interpretan la obra de Torben Bets, dirigidos por Daniel Veronese

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El dramaturgo británico Torben Betts (Stanford, 1968) vendió en 2003 su apartamento londinense y se trasladó con su familia a una casa en una localidad en el límite entre Inglaterra y Escocia, aprovechando unos precios más asequibles que los de Londres. El urbanita de clase media se topó con otro estilo de vida; en su calle, ha relatado, vivía mucha gente trabajadora y esa confrontación entre estratos social y culturamente distintos fue el caldo de cultivo de «Invencible», comedia tan ácida como divertida, con hechuras de sátira social y en la que las risas dejan un inquietante poso amargo.

«Invencible» (****)
Autor: Torben Betts. Traducción: Jordi Galcerán. Dirección: Daniel Veronese. Escenografía y vestuario: Elisa Sanz. Iluminación: Juan Gómez Cornejo e Ion Aníbal. Intérpretes: Maribel Verdú , Jorge Bosch

Una pareja de profesionales liberales se muda con su hija a una casa en un pueblo. Emilia (Maribel Verdú), es una izquierdista de manual, muy crítica y ecologista estricta, cuyos dictados acata con cómoda solicitud Julio (Jorge Bosch).

Como quieren conocer “gente de verdad”, como ellos dicen, para adaptarse a su nueva situación, invitan a una pareja vecina a tomar algo. Laura (Pilar Castro) y Pablo (Jorge Calvo) son personas vulgares desde el punto de vista de los anfitriones. Ella, una ceñida y provocativa vestal de periferia, y él, un hincha futbolístico de tripón cervecero e imitador de Chiquito de la Calzada.

El autor saca gran partido cómico a un contraste cargado de contundencia crítica, en el que opone a la condescendencia pedante de quienes miran a los demás por encima del hombro la llaneza desenvuelta y hortera de sus vecinos, propietarios de un gato incordiante, el «Invencible» del título, que juega un papel clave en el desarrollo de una trama en la que todos acaban desvelando los verdaderos rasgos, dolorosos o cínicos, ocultos bajo sus perfiles convencionales.

Con su agudeza para el detalle definitorio, Jordi Galcerán ha trasladado a la realidad española los tipos británicos dibujados por Betts. La dirección de Daniel Veronese juega con el costumbrismo sulfúrico de las situaciones para poner de relieve el latido humano de los personajes, encarnados con convicción y hondura por unos intérpretes eminentes. Maribel Verdú y Jorge Bosch, muy bien como esposa inflexible y marido conciliador, componen matizadamente una pareja cuya convivencia deja entrever fisuras (gran escena la de su borrachera); Pilar Castro, que borda una cruda progresión dramática, y Jorge Calvo, cuya desbordante comicidad sabe transparentar el patetismo latente en Pablo, también son, claro, infelices a su manera.

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