CRÍTICA DE TEATRO

«Hablar por hablar»: historias de la radio

Fernando Sánchez Cabezudo dirige un espectáculo basado en los relatos de los oyentes del mítico programa radiofónico

Los intérpretes de «Hablar por hablar» Pentacion

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Recupera Fernando Sánchez-Cabezudo en «Hablar por hablar» la estructura de historias cruzadas que tan buen resultado le dio en « Historias de Usera ». Como en aquel montaje memorable, el director y dramaturgista (acompañado en este cometido por Anna R. Costa ) teje un tapiz escénico con textos de diversos autores, inspirados en esta ocasión en casos reales del veterano y popular programa radiofónico de madrugada de la cadena SER que da nombre al espectáculo y que, en un nuevo remolino del bucle de la inspiración, han sido extraídas del libro titulado también «Hablar por hablar», firmado por Mara Torres , que dirigió y presentó dicho espacio, por el que asimismo han pasado Gemma Nierga, Fina Rodríguez y Cristina Lasvignes , y que actualmente conduce Macarena Berlín .

Oyentes anónimos que en esta ventana cómplice se animaron a abrir sus corazones para buscar consuelo a sus fracasos, soluciones a problemas o, simplemente, expresar sus anhelos. Ternura y desgarro, humor y melancolía, heridas íntimas y necesidad de contarlas como lenitivo. Juan Cavestany, Yolanda García Serrano, Anna. R. Costa, Juan Carlos Rubio y Alfredo Sanzol demuestran la finura de su talento en la dramatización de estas historias de la radio en carne viva. Una madre desesperada cuyo hijo con discapacidad psíquica se ha perdido y cuyo llamamiento propicia una cadena de solidaridad entre oyentes; el parado gallego, separado y hundido, que intenta recuperar la capacidad de comunicarse; una madre soltera que coincide en el trabajo con su antiguo amor, padre de la criatura e ignorante del nacimiento; la mujer ensimismada que no encuentra su camisón favorito; la anciana en silla de ruedas que sueña con subir a la Torre Eiffel; un joven que en las noches de luna llena se pone a mil…

Sánchez-Cabezudo hila con habilidad sensible todas estas historias, emocionantes y llenas de humanidad todas, divertidas algunas y tremendas otras, en un espectáculo fluido y que llega al público. La escenografía de Eduardo Moreno , una caja presidida en su cara exterior por el cristal de la pecera de un estudio de radio, es eficaz, aunque se hacen algo pesados los continuos desplazamientos del armatoste por el escenario para configurar los distintos espacios, que ilumina sugerentemente David Picazo . Formidables las interpretaciones, desde los camaleónicos Antonio Gil, Pepa Zaragoza y Ángeles Martín , a los jóvenes Carolina Yuste y Samuel Viyuela , estupendo en su escena de licántropo urbano.

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