CRÍTICA DE DANZA

Entre la pasarela y el burdel

Víctor Ullate presenta en los teatros del Canal una «Carmen» del siglo XXI

Marlén Fuerte y Josué Ullate, en una escena de «Carmen» Fernando Marcos
Julio Bravo

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No es extraño que Víctor Ullate haya sucumbido al encanto de Carmen, el mito creado por Prosper Merimée y universalizado por Georges Bizet . La cigarrera sevillana ha tentado a un sinfín de coreógrafos -de Marius Petipa a Mats Ek , pasando por Roland Petit, Alberto Alonso o Antonio Gades -, especialmente a los españoles. Es natural que el artista aragonés se echara tarde o temprano en sus brazos.

«Carmen» (***)

Coreografía: Víctor Ullate. Adjunto a la dirección artística: Eduardo Lao. Música: Georges Bizet y Pedro Navarrete. Iluminación y escenogafía: Pedro Azorín. Vestuario: Anna Güell. Principales bailarines: Marlén Fuerte

Josué Ullate

La «Carmen» de Ullate es una Carmen del siglo XXI. El coreógrafo ha huído de cualquier atisbo de folclorismo como alma que lleva el diablo; si en trabajos suyos anteriores mostraba sus raíces -comenzó en el baile al lado de Antonio Ruiz Soler - tiñendo sus coreografías de movimientos de danza española y de su espíritu, en esta «Carmen» emplea un vocabulario puramente clásico y neoclásico.

Ullate, además, retuerce la historia y convierte a la protagonista en una top model de fama internacional, con veleidades nocturnas y una oscura vocación de escort de lujo. Una pelea le lleva a la cárcel, donde encuentra a Don José , uno de los guardias. Escamillo es aquí un playboy y Micaela la abogada que asiste al protagonista. Ullate introduce, como ya han hecho otras versiones, el personaje de la muerte, presencia constante que va ensombreciendo la historia.

Ésta está contada con cierto desequilibrio. El coreógrafo se recrea en algunas escenas corales -con guiños muy señalados, como el que hace al tango de las presas del musical «Chicago»- y deja excesivamente esquemática la historia de amor y desengaño entre Carmen y Don José. Lo hace a través de coreografías marca de la casa, potentes, virtuosas, gimnásticas por momentos, y llenas de exigencia para los bailarines. Ellos son, sin duda, el principal activo de la compañía, y brinda un espectáculo enérgico, extraordinariamente bien bailado, con mención especial para la pareja protagonista, Marlén Fuerte y Josué Ullate ; aquella es una Carmen seductora, más directa que sinuosa, mientras que él ofrece nobleza y juventud a su Don José.

Con un vestuario de Anna Güell -que se inspira en Jean-Paul Gaulthier y Thierry Mugler -, donde impera el color negro, con escapadas al rojo, y una límpida y magnífica escenografía de Paco Azorín , basada en proyecciones, Víctor Ullate brinda un espectáculo de hermosa factura, sólido y bello; se apoya para ello también en la apropiadamente arreglada música de Pedro Navarrete . Todo ello conforma un excelente espectáculo.

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