CRÍTICA DE TEATRO

«Los empeños de una casa»: Laberinto de pasiones

Sor Juana Inés de la Cruz perfila en esta obra unos caracteres femeninos independientes y decididos

Una escena de la obra

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

La singularidad de la voz de sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) en el contexto barroco nos llega hoy desde el México colonial con significativas y precursoras resonancias feministas . Fue monja para poder estudiar y en la finura de su obra poética se expande el carácter vindicativo de una escritora que defendió sin veladuras los derechos de la mujer .

En su corta obra dramática destaca una comedia deliciosa en la estela de Lope y Calderón , «Los empeños de una casa», en la que perfila unos caracteres femeninos independientes y decididos insertos en una trama que es un jocoso laberinto de pasiones salpicado de celos, equívocos, amores cruzados, fingimientos y demás aderezos de una ensalada perfectamente barroca. La aliñan con gracia, calidad e imaginación Pepa Gamboa y Yayo Cáceres, y los componentes de la cuarta promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico la interpretan formidablemente, todos a una.

La bonita escenografía de Antonio Marín, que incorpora cuatro grandes imágenes mitológicas del manierista flamenco Bartholomeus Spranger, los coloridos figurines de Lupe Valero, la iluminación juguetona de Pedro Yagüe y las ilustraciones musicales que hacen bailar los versos a ritmo de bolero y corrido mexicano se alían en una función que enamora .

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