Teatro de la Maestranza

Javier Menéndez: «El Maestranza debe volver a la liga en la que juegan el Liceo y el Real»

El nuevo director apuesta por una programación lírica atractiva y de calidad que recupere el reconocimiento del que disfrutó el teatro

El director general Javier Menéndez en el Teatro de la Maestranza Vanessa Gómez

Jesús Morillo

La llegada al Maestranza como director general de Javier Menéndez (Oviedo, 1972) abre una nueva etapa para este teatro , a la que este gestor cultural, con contrato hasta julio de 2022, pretende imprimir ambición para devolverlo a la liga en la que juegan los principales coliseos líricos nacionales, a pesar de estar muy lejos presupuestariamente del Liceo o del Teatro Real .

Para ello, apuesta, en su primera entrevista a un medio de comunicación, por programar temporadas a largo plazo , mantener un estándar de calidad en las puestas en escena de unas producciones con estéticas contemporáneas y combinar gran repertorio con ópera del siglo XX y Barroca. Además, quiere promocionar a los jóvenes valores de la lírica, mediante audiciones permanentes.

Para ello, reconoce, es necesario que las administraciones públicas cumplan su compromiso de aportar seis millones de euros en 2020 , que permitan el sostenimiento de los gastos estructurales del Maestranza y plantear una programación lírica que recupere el reconocimiento que ha tenido tradicionalmente el teatro.

Lleva un trimestre de director, ¿cuál es la principal fortaleza del teatro?

El equipo, capacitadísimo, entregadísimo y orgulloso de su teatro.Aquí hay un compromiso contrastado con la institución y que me ha facilitado la integración.

Por contra, ¿qué aspectos se deben mejorar en el Maestranza?

Siempre hay que mirar hacia el futuro con expectativas de superación en cualquier ámbito y cuando hay un cambio de dirección se trata de poner en marcha nuevas ideas, no porque las anteriores estuvieran equivocadas, sino porque uno llega con sus propias perspectivas. Lo más importante que debe cambiar el teatro es una mentalidad muy cortoplacista. No puedes planificar con seis o cinco meses de antelación una temporada lírica. Eso es absolutamente extraño y fuera de lo que marca la lógica de una temporada de ópera.

«Lo más importante que debe cambiar el teatro es una mentalidad muy cortoplacista en la planificación»

Usted quiere que el teatro tenga una vocación internacional, eso pasa por coproducciones que hay que poner en marcha a años vista.

Si quieres hacer las cosas bien necesitas tiempo para poder sentarte a dialogar con colegas, estar en los foros que hay que estar, moverte y estar al día de las propuestas estéticas que se están llevando a cabo en los teatros de referencia. Estar desconectado del mundo no es nada sano para un teatro. Hay que estar al día y eso requiere tiempo. Al estar pensando a tres años vista y no tener que solucionar la temporada en tres meses, tienes tiempo que te permite ver esto y aquello.

Su idea es traer directores de escena y producciones que estén diciendo algo nuevo en la ópera.

Creo en el teatro y el arte como un espacio de reflexión. No creo que sea solo un espacio para el entretenimiento, que también. El teatro es un espacio de conflicto y tiene que generar permanentemente preguntas sobre lo que somos, como personas y como sociedad, y hay muchas obras que aunque hayan sido escritas hace siglos siguen interpelándonos. Pero es estéticamente sano que en la reinterpretación que tiene que dar un director de escena, un director musical o los cantantes se aporte algo nuevo.

¿El actual esquema de temporada del Maestranza, con lírica, danza, grandes intérpretes... se mantiene?

Este esquema se va a mantener la próxima temporada, aunque vamos a cambiar algunos conceptos. No me planteo mi entrada en el Maestranza como una ruptura en absoluto, porque el teatro hace muchísimas cosas bien. Habrá pequeñas pinceladas, como, por ejemplo, un discurso que haga hincapié en producciones líricas que sean más estimulantes. Yo respeto mucho la tradición, pero nada la convención. Los espectáculos convencionales no me interesan nada. Aunque el teatro ha hecho cosas estupendas, en los últimos años ha habido más altibajos a nivel estético. El teatro debe mantener siempre un estándar de calidad y, a nivel de producción, un discurso más claro de qué queremos ofrecer.

Uno de sus deseos es tener algún título del siglo XX, ¿eso va a ser posible la próxima temporada?

Va a ser posible, pero a mí me gusta hablar de teatro musical, que lo abarca todo y me resulta más fácil que hablar de ópera, zarzuela o musicales. Estoy planificando más de cara a la temporada 2020/2021 para tener algo de repertorio operístico del siglo XX muy, muy interesante. Una de las cosas que me había planteado es mirar al siglo XX, pero mirar también al Barroco escenificado, que era una deuda pendiente en esta casa y eso también lo vamos a hacer.

Se ha publicado que el título elegido es «Agrippina» y que contará con la Orquesta Barroca de Sevilla.

No puedo hacer nada oficial porque la programación no está aprobada por el consejo de administración. Todo lo que se cuenta por ahí es extraoficial.

Pero quiere contar con la Barroca, ¿también trazará alianzas para coproducir ópera con el FeMÀS?

Me parece absolutamente inapelable si tenemos la idea de hacer repertorio barroco contar con una orquesta que está tocando en el Teatro Real y que tiene ese nivel de reconocimiento. Estamos hablando también con Fahmi Alqhai pero aquí igualmente nos hace falta trabajar con tiempo.

«El encaje con la ROSS es el que es. Es una colaboración absolutamente enriquecedora para ambas instituciones»

La relación con la ROSS no ha sido fácil en los últimos años, ¿ha tenido tiempo para reunirse con su director artístico, John Axelrod?

No hemos tenido, digamos, una reunión en sentido estricto. Nos hemos saludado como colegas y a ver si un día nos sentamos a hablar.

El principal punto de fricción con la ROSS son las fechas para programar.

Esto tiene mucho que ver con la anticipación con la que se planifiquen las temporadas. Es un tema de información, de diálogo y de sentarse a hablar, y no es lo mismo hacerlo con un margen de cuatro o cinco meses que con uno de dos años, que es más fácil.

¿Qué encaje deben tener ambas instituciones?

Creo que el encaje es el que es. Es un orgullo que la ROSS tenga una temporada sinfónica a ese nivel en este teatro y que la orquesta esté comprometida con la actividad lírica y el ballet en el Maestranza. Es una colaboración absolutamente enriquecedora y debe ser un orgullo para ambas instituciones.

Las administraciones se comprometieron a dos aportaciones extraordinarias de 1,4 millones el año pasado y este para enjugar la deuda del teatro, ¿ha llegado ya la segunda?

Con la situación de procesos electorales sucesivos, lógicamente todo se ralentiza un poco, pero la voluntad de las administraciones es clara, incluso, la de la Consejeria de Cultura, que ha entrado nueva y no estaba en el proceso en el que se pactó esa cancelación de deuda. La consejera tiene un compromiso al cien por cien. Todas las instituciones tienen un compromiso absoluto y una idea bastante clara de lo que debe ser el Maestranza y ha dejado de ser en los últimos años, porque la crisis ha sido un batacazo para todos los teatros. Pero debemos tener la aspiración de que el Maestranza vuelva a estar en esa liga en la que juegan el Liceo, el Real y el Palau de les Arts, lo que pasa es que a nivel presupuestario estamos muy lejos.

«El presupuesto está lejos del Real o el Liceo. Hay un compromiso de las administraciones para llegar a seis millones de euros de fondos públicos en 2020»

¿Las administraciones deben aumentar su aportación al teatro?

De hecho, hay el compromiso de hacerlo y me sorprendería que no fuese así. El teatro llegó a tener más de ocho millones de euros de aportaciones públicas en 2009. Ahora estamos en 4,7 millones. Hay una planificación para llegar a los seis millones en 2020, lo que pasa es que con las prórrogas presupuestarias esto se está ralentizando un poco, pero la voluntad está ahí y estoy seguro de que los nuevos gobiernos que salgan de los procesos electorales la van mantener.

Con las aportaciones públicas actuales, si no se renuncia a la calidad en la programación, se genera deuda.

Cuando recortas en actividad también recortas en ingresos y al final es una espiral depresiva que no tiene fin.Hay que asegurar el sostenimiento de los gastos estructurales de la casa y a partir de ahí tirar para arriba para poder darle una holgura financiera y hacer una programación planificada, atractiva y estimulante, que genere mucho más público, una imagen y un reconocimiento de este teatro, que tuvo y que en los últimos años se ha ido perdiendo. Hay que llegar ahí y hacer una programación del nivel que merece esta región y este país.

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