La Bienal de Flamenco de Sevilla de 2018

La vida del artista

Los bailaores Andrés Peña y Pilar Ogalla simulan los ensayos de los camerinos para crear una obra redonda

La Tournee, on Andrés y Pilar Ogalla, este viernes en el Teatro Central MJ López Olmedo

Luis Ybarra Ramírez

El espectáculo de Andrés Peña y Pilar Ogalla simula una tournée en la que hay de todo. Ensayos, la charla entre bambalinas, el chistecito . Uno que canta, otro que afina. En definitiva, la vida del artista, como anuncia una guajira del Canario Chico que recientemente ha grabado la cantaora Argentina. Por eso la obra empieza con una fiesta por tangos de Triana. Porque es lo que demanda el técnico de luces. Lo que toca. Están descansando, pero llega la hora de probar sonido y el intérprete tiene que hacerlo. En frío, llega una fiesta fingida. Esa es la otra cara de la moneda de quienes trabajan sobre el escenario. Y ellos mismos han decidido contarla. O bailarla.

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Con este planteamiento, desarrollan la idea a través de una coreografía teatralizada donde el único protagonista es el baile. Una propuesta sencilla e inteligente: contar alante lo que pasa atrás . Tan solo un concepto y los recursos de los que cada uno dispone al calzarse las botas. No hay exceso de vanguardia, para gusto de muchos de los que asisten. El Cabeza a la guitarra va regalando falsetas punzantes y el cantaor Miguel Rosendo se coloca la pulmones del Indio Gitano para rezumar una taranta y la levantica que recoge Pilar Ogalla, vestida de verde. Junto a su compañero Andrés Peña llegan los abandolaos. Voz, toque y baile. Nada más.

La complicidad entre la pareja late en todo momento, por eso quedan gestos y miradas para el recuerdo. Un viaje por los camerinos que también trajo trillas y pregones, una soleá lenta que el jerezano se encargó de templar y alegrías. La ejecución de ambos es siempre es limpia. Nada resulta demasiado deslumbrante pero el envoltorio en el que han decidido venir a La Bienal es bueno. Pensaron algo nuevo pero, sobre todo, clásico. Así la profundidad del baile no se diluye en la escenografía , que era el mayor riesgo que corrían. Más verdad que dramaturgia. Un gusto que abran así las entrañas del artista.

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