Conciertos

Josué Bonnín de Góngora: «Todos deberíamos hacer, de vez en cuando, un peregrinaje interior»

El pianista y compositor afronta una gira que lo llevará de Nerja a Pescara, donde ofrecerá, en el marco de la Alianza Masónica Universal, un recital que funde espiritualidad, emoción y compromiso

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Josué Bonnín de Góngora en un concierto en Cádiz
Miren Landeta

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Entre sorbos de café —no de una taza, sino de un cuenco casi ceremonial, como si la mañana exigiera una dosis mayor de inspiración—, Josué Bonnín de Góngora repasa al teléfono un calendario de conciertos que lo llevará en las próximas semanas de Nerja a Italia. «Soy muy cafetero, es un gran defecto, ya lo sé, pero es que a mí me encanta el café», confiesa.

Compositor, pianista y filósofo casi a partes iguales, Bonnín habla con la serenidad de quien lleva años observando la vida con los ojos del arte. «Me suelo quedar hasta muy tarde trabajando o leyendo… y claro, cuando llega el fin de semana acabo reventado. Ya no tengo edad para eso», bromea.

Pero detrás del humor aparece pronto el compromiso. Uno de los momentos más intensos de su repertorio reciente está inspirado en una historia terrible ocurrida a pocos metros de su casa, en Benalmádena. «Compuse una pieza en memoria de Lina, una vecina asesinada por su marido. Fue una cosa brutal, de esas que te dejan en shock. Yo me había cruzado con ese hombre varias veces sin imaginar nada. Cuando lo supe, no me lo podía creer».

La pieza, escrita «en recuerdo de todas las mujeres realmente maltratadas», será parte de sus próximos conciertos. «No podía quedarme callado. Lo hice como símbolo, porque la música también puede dar testimonio del horror y transformarlo en algo que despierte conciencia».

Entre Andalucía y el Adriático

El calendario de Bonnín de Góngora se reparte entre escenarios íntimos y foros internacionales. El 22 de noviembre actuará en el Teatro Principal de Nerja, dentro del Foro ACCE, donde estrenará una obra dedicada a una joven muy querida recientemente desaparecida. «Era la hija de unos amigos. Le dedico una pequeña obra de estreno mundial. Van a venir sus padres. Es algo muy emotivo».

Después, el 6 de diciembre, el pianista viajará a Pescara (Italia) para ofrecer un concierto en el Gran Hotel Adriático de Montesilvano, dentro de la Riunione Annuale de la Alleanza Universale Massonica. Allí, ante un público internacional que reunirá a figuras del mundo cultural y académico, interpretará una selección de piezas que definen su universo musical: 'Evocación', la 'Poesía nº 9' y fragmentos de los 'Cuentos del Retiro', entre ellos 'El vagabundo y la vida'.

«Esa obra —explica— es un peregrinaje interior. No hablo de un vagabundo material, sino espiritual. Creo que todos deberíamos hacer de vez en cuando ese viaje hacia dentro, ver cuál es nuestra relación con lo de arriba y con el prójimo. Lo que antes se llamaba examen de conciencia», añade.

El recital incluirá la obra de 'A Lina' y también el fragmento solista del 'Concierto para piano y orquesta en do menor' y, como posible bis, una de sus composiciones más queridas: 'Lejanías de Vélez'. «Son obras andaluzas, pero no en el sentido de jaleo o folclore. Tienen un andalucismo místico, casi espiritual. Felipe Pedrell decía que para conocer a un pueblo hay que conocer su música, y estoy totalmente de acuerdo. Eso es lo que intento con estas piezas».

Cádiz, en su agenda de verano

Más adelante, el músico adelanta que volverá a tocar en la provincia de Cádiz, en el Royal Hideaway Sancti Petri, el próximo verano. Bonnín de Góngora disfruta especialmente de los escenarios que se alejan del formato teatral tradicional. «Me gusta tocar en lugares con alma. En el Castillo Bil-Bil de Benalmádena, por ejemplo, fue precioso: la luz natural, el mar al fondo... esos conciertos me inspiran más que las grandes salas. Estoy un poco cansado de pisar escenarios convencionales».

En su conversación, se alternan la ironía y la gravedad, la reflexión y el desahogo. Habla de música como quien habla de vida. De su arte como una forma de resistencia. «El mayor enemigo que tenemos somos nosotros mismos, pero también podemos ser nuestro mejor amigo», dice casi en voz baja, como si resumiera una filosofía de fondo que atraviesa su obra.

En Bonnín de Góngora, la música y la palabra se tocan. Ambas nacen del mismo impulso: transformar lo vivido —lo bello y lo terrible— en algo que conmueva y despierte. En Pescara, bajo el rumor del Adriático, volverá a hacerlo.

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