Música

Vetusta Morla: «Prescindir de nuestro arnés de seguridad habitual ha sido liberador»

La banda madrileña se reinventa en su cuarto disco, «Mismo Sitio, Distinto Lugar»

Vetusta Morla ISABEL PERMUY

NACHO SERRANO

El vigésimo cumpleaños de Vetusta Morla se acerca, los de Tres Cantos son unos veteranos a los que ya empieza a costar recordar cómo fueron aquellos días de grupo revelación, así que pasada su tríada inicial («Un día en el mundo», «Mapas» y «La Deriva») tocaba dar un gran salto mortal. Así ha nacido «Mismo Sitio, Distinto Lugar», producido por Campi Campón, mezclado por el ilustre Dave Fridmann (MGMT, Tame Impala, The Flaming Lips), masterizado por Greg Calbi (Lennon, Tom Petty, The Strokes) y distribuido por una multinacional «con un horizonte muy claro: América Latina». Juanma Latorre coautor de todos los temas junto al también guitarrista Guille Galván, revela las claves de su mutación.

Las canciones dan sensación de estar abiertas, de ser muy libres.

Eso es lo que estamos notando en los ensayos para preparar el directo. Las canciones piden más desarrollo y ya están creciendo, transformándose. Además, hemos grabado un número de canciones inusualmente bajo para nosotros. Solemos grabar unas catorce, de las que nos quedamos doce. Pero esta vez hemos grabado sólo diez y esas han sido las que se han quedado. Eso ha sido un vértigo importante para nosotros, porque siempre vamos con ese colchoncito de canciones extra por si acaso, en plan «si una no sale, pues saldrá otra». Pero lo curioso es que marcarnos esa regla ha sido liberador. Nos ha permitido llegar más lejos, profundizar, más que cubrirnos las espaldas. Hemos prescindido del arnés de seguridad y hemos descubierto que ha sido liberador.

El disco se ha gestado en los estudios Hansa (Alemania), Tarbox y Sterling Sound (EE.UU.). ¿Qué buscaron en cada uno?

En Hansa se han hecho discos increíbles que responden a un proceso de transformación muy similar al nuestro, que es la búsqueda de una nueva identidad. Por ejemplo, «Achtung Baby» de U2 o la trilogía berlinesa de Bowie. Allí te sientes parte de una dinastía, o un puntito en una línea, y es muy emocionante. Tarbox está en Cassadaga, un pueblo de 400 habitantes en el Estado de Nueva York, y allí se han hecho discos que son hitos en los últimos tiempos en cuanto a concepción y producción de sonido, como los de Tame Impala y MGMT. Lo interesante es que eso no formaba parte de nuestro ideario habitual, pero incluido en nuestro espectro ha generado un nuevo híbrido, que es lo que buscábamos. En Sterling Sound hizo la masterización un tal Greg Calbi. Y digo «un tal» con la mayor ironía porque su hoja de servicios da miedo. Nos contaron que allí tiene colgado un papel firmado por John Lennon que dice: «Greg, aquí te dejo las pistas para que masterices el disco. No te doy indicaciones, hazlo lo bien sabes».

Para los clientes protestones.

¡Jajaja! Exacto. Cuando alguien le dice «oye, creo que esto está pasado de graves», él saca el papelito y se acabó la discusión.

¿Físicamente estuvieron sólo en Hansa, o compartieron la mezcla con Fridmann?

Grabamos en Hansa, con Calbi no compartimos la masterización, pero sí estuvimos con Fridmann en la mezcla. No queríamos meternos en el proceso por el que han pasado otras bandas, que entregan su disco terminado a un mezclador estrella del extranjero, y se van a la iglesia de San Antón y le ponen una velita para que todo salga bien. Nos inquietaba mucho que fuera así. Por eso queríamos proponerle estar presentes en la mezcla, al menos dos de nosotros, sin tocar mucho las narices, porque era algo muy importante sobre todo en este disco. Y la sorpresa fue que el tío nos contesta que sí, que nos hace la mezcla, pero que exige que vayamos todos a Cassadaga para participar en el proceso. Y nosotros como unas castañuelas, claro. Ha sido una experiencia humana y profesional increíble.

¿Cómo sienta dejar atrás el pasado?

No ha sido renegar del pasado, al revés. Este disco va de asumirlo, de darte cuenta de cómo forman parte de ti las cosas que has vivido. Y de que al mismo tiempo que forman parte de ti, ya no son el lugar en el que estás. Es difícil de explicar conceptualmente, pero darnos cuenta de ello ha sido como una revelación. El pasado no hay que negarlo pero tampoco se puede vivir en él.

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