Tripis, cámara, acción: «Live in Maui», el concierto más psicodélico y desconocido de Jimi Hendrix

Tripis, cámara, acción: «Live in Maui», el concierto más psicodélico y desconocido de Jimi Hendrix

El mítico bajista Billy Cox, de la Jimi Hendrix Experience, recuerda para ABC el concierto que dieron en un volcán de Hawai, recogido en un disco-documental sobre la película de culto hippie «Rainbow Bridge» que se publica este viernes en CD, DVD y LP

Nacho Serrano
Fotograma de «Live in Maui»

En julio de 1970, dos meses antes de morir, Jimi Hendrix volaba en un avión rumbo a Hawai sin tener la menor idea de lo que se iba a encontrar al aterrizar. Su manager, Michael Jeffery, le había convencido para ir a las islas a dar un concierto que sería «muy diferente» a todo lo que había visto, sin dar muchos más detalles. Pero cuando el guitarrista vio de qué se trataba no se lo podía creer. La actuación iba a ser para un centenar de hippies desmadrados que formaban parte del elenco de actores y figurantes de una de las películas más alucinadas de la época, «Rainbow Bridge». Pero ya estaba allí, en mitad del Pacífico, así que decidió disfrutar de la experiencia sin darle muchas vueltas.

¿Cómo acabó la superestrella del rock metiéndose en aquel extraño fregado? Ese verano, Hendrix estaba trabajando en el sucesor de «Electric Ladyland» con sus compañeros de banda Mitch Mitchell (batería) y Billy Cox (que había sustituido a Noel Redding al bajo), actuando como cabeza de cartel de festivales y estadios en todo Estados Unidos, y construyendo los Electric Lady Studios en Greenwich Village en Manhattan. Terminar este estudio de grabación de última generación resultó ser muy costoso, por lo que su manager Michael Jeffery pidió un anticipo de medio millón de dólares a Warner Bros para financiar lo que quedaba de obra. En esas mismas reuniones, Jeffery convenció a los ejecutivos de la compañía para que financiaran una película llamada «Rainbow Bridge» que iba a ser rodada en Maui, a cambio de obtener los derechos de su banda sonora con nuevas grabaciones de estudio de Hendrix.

Inspirada en «Easy Rider» y dirigida por el acólito de Warhol Chuck Wein, la película de Jeffery se centraba en la idea de un «puente arcoiris entre el mundo iluminado y el no iluminado». Una idea loquísima en la que se incluiría de todo, desde el surf y el yoga hasta la meditación y el Tai-Chi, y se filmaría sin la ayuda de un guion o actores profesionales. Al final resultó ser un montaje delirante de excesos lisérgicos, en el que sólo la presencia de una celebridad como Hendrix podía evitar el desastre. La Experience ya había sido contratada para dar un concierto en Honolulu en el HIC Arena el 1 de agosto, pero Chuck Wein, desesperado por meter a Hendrix de alguna manera dentro de la película, ideó un plan para filmar un «experimento vibratorio de color y sonido» gratuito en la ladera del volcán inactivo Haleakala. El boca a boca sobre un concierto gratuito de Jimi Hendrix llevó a unos cientos de curiosos de Maui al rancho ganadero Baldwin en Olinda, donde se construyó un escenario improvisado y la audiencia se organizó según sus signos astrológicos. Todo parecía indicar que la jornada sería un desvarío sin sentido, pero la actuación fue brutal: el trío estaba en plena forma y tocó dos sets a la perfección con un impresionante telón de fondo natural.

Después de su actuación en Maui, Hendrix volvería a Nueva York y a su trabajo en los estudios Electric Lady. Hasta ahí había llegado su participación en «Rainbow Bridge». Se fue a Europa a finales de agosto para encabezar el festival de la Isla of Wight y comenzar una gira europea, pero unos días después falleció en Londres en las extrañas circunstancias de sobra conocidas.

«The Cry of Love», el primer álbum de grabaciones póstumas de Jimi Hendrix, se publicó en 1971 con gran éxito comercial y de crítica. Jeffery preparó «Rainbow Bridge» y su banda sonora para ser lanzadas justo después, pero a pesar de la aparición de Hendrix, la película fue un fracaso comercial.

Para colmo, debido a los problemas técnicos inherentes a la grabación original del concierto en Maui, Mitch Mitchell tuvo que volver a grabar sus pistas de batería en los Electric Lady Studios en 1971. Eddie Kramer, productor de Hendrix, recuerda: «Mitch trabajó muchísimo en las nuevas tomas. Si no lo conseguía en una toma, sin duda lo lograba en la segunda, me quedé completamente impresionado por su capacidad para duplicar las partes que ya había interpretado. ¡Estaba decidido a arreglar la mala calidad de las grabaciones debido a los vientos de 50 millas por hora porque habían tocado en la ladera de un maldito volcán! Después de la muerte de Jimi, pasó un tiempo antes de que yo pudiera volver al sitio donde guardaba todas las cintas. Mitch era un soldado con la mentalidad británica del «puedo hacerlo». Está muy bien volver a grabar la batería, pero hacerlo de manera que no se note... eso sí que es la magia. Conocía el material al dedillo y es un tributo a su sensibilidad como músico y compañero de Jimi».

Cincuenta años después, se publica un documental y un disco que recogen aquella bizarra jornada de música y psicodelia. Dirigido por John McDermott y producida por Janie Hendrix, George Scott y McDermott, «Music, Money, Madness... Jimi Hendrix in Maui» incorpora imágenes originales e inéditas y nuevas entrevistas con participantes de primera mano y personas clave como ejecutivos de Warner Bros. y varios miembros del elenco de «Rainbow Bridge», así como su director Chuck Wein, en un fascinante relato de una de las películas independientes más controvertidas jamás realizadas.

«A Jimi le encantaba la aventura y ciertamente no le faltaron durante el tiempo que pasó en Hawaii, un lugar que también amaba», dice la hermana de Jimi, Janie Hendrix. «¡La historia de fondo de Rainbow Bridge y estas grabaciones demuestran la asombrosa habilidad de Jimi para convertir lo raro en algo asombroso! Estamos entusiasmados con este lanzamiento porque le permite al mundo ver más de cerca el genio de Jimi».

Entrevista con Billy Cox: «Jimi era un mensajero cósmico»

-¿Fue «Live in Maui» el concierto más bizarro que dio con Jimi?

-No sé si fue el más bizarro, pero desde luego el más inusual, al ser en un volcán, el Haleakala. ¿Cuántas veces se puede tocar en un sitio así?

-Michael Jeffery les llevó allí sin decirles que iban a formar parte de una película.

-Así es. No nos mintió, simplemente omitió ese pequeño detalle (risas). Intentamos hacerlo lo mejor que pudimos, y aunque las cosas no siempre salen como quieres, la grabación es única. La audiencia se portó bastante bien, todos se sentaron en el suelo en orden astrológico, y aunque no lo parezca todo estuvo bastante bien organizado. El único problema fue el viento, que era muy fuerte y por eso tuvimos que hacer ciertos apaños en los micrófonos.

-Usted y Jimi se conocieron en el ejército, antes de hacerse famoso, y suele decir que entablaron una «conexión espiritual».

-Jimi no tenía muchos amigos en la industria, pero como estuvimos juntos en la División Aerotransportada, cuando nos reencontramos en el negocio teníamos una relación especial. Nos hicimos mejores amigos, y juntos creamos música maravillosa.

Jimi Hendrix y Billy Cox, en 1970
Jimi Hendrix y Billy Cox, en 1970 - ABC

-Creo que Jimi quiso que usted estuviera en la primera formación de la Experience, justo antes de irse a Inglaterra en 1967. ¿Qué sintió cuando vio que finalmente cruzaba el océano sin usted?

-Tuve ciertas dificultades que me impidieron ser tenido en cuenta en el último momento. Las cosas no siempre salen como quieres, pero esperé mi oportunidad para tocar con él, y finalmente llegó. Estoy muy feliz por ello.

-¿Qué pensaba Jimi de la revolución hippie? ¿Realmente tenía esperanzas de que cambiara el mundo? ¿O a las alturas de finales de 1970 ya estaba desencantado?

-La verdad es que nunca hablaba de eso. No lo veía como un movimiento hippie, sino como la expresión de la juventud de aquel momento. Creía en esos ideales, en intentar hacer lo posible por mejorar el mundo en lo económico, lo social y lo político.

-¿Jimi sentía atracción por el lado más espiritual del hippismo?

-En cierto modo, sí. Pero para él, la espiritualidad era algo intrínsecamente relacionado con el alma del artista. Era algo más interno. Jimi era un mensajero cósmico, que consiguió unir a millones de personas en todo el mundo. Su música elevó a millones de fans, siempre uniéndolas, nunca dividiéndolas. Dio esa nueva dimensión a la música.

-¿A Jimi le preocupaba si se le consideraba o no el mejor guitarrista del mundo?

-No, nunca. Jimi no tenía ese tipo de ego. Él estaba constantemente practicando, aprendiendo nuevas cosas, ensayando para ser mejor cada día. Su búsqueda siempre fue la de superarse a sí mismo cada día. En ese sentido nunca se sentía satisfecho, nunca se conformaba. Era de ese tipo de personas.

-También tocaba el bajo, ¿qué tal se le daba el instrumento?

-Era un bajista jodidamente excepcional. Escribió y tocó muchas líneas de bajo alucinantes. Cuando escuchas las grabaciones de «Foxy Lady», «Purple Haze», «The Wind Cries Mary» o All along the Watchtower», estás escuchando a Jimi al bajo.

-¿Es cierto que no se gustaba como cantante?

-Es cierto. Nunca le gustó cómo sonaba si voz al cantar, decía que sonaba como una rana. Siempre decía que quería cantar como Nat King Cole (risas), pero desarrolló un flow inigualable al micrófono. Los grandes artistas siempre se ven a sí mismos de un modo distinto a como los ve el público.

-¿Se ponía nervioso antes de tocar, como todo el mundo?

-No lo sé, nunca dijo nada al respecto pero estoy seguro de que, tal como señalas, se ponía nervioso como todo el mundo. Hasta las estrellas más grandes siguen sintiendo mariposas en el estómago cada vez que suben al escenario. Lo que sí es seguro es que siempre estaba preparado física, espiritual y emocionalmente para darlo todo y proyectar todo su talento.

-Cuando murió Eddie Van Halen, hace unas semanas, todo el mundo dijo que era el guitarrista más revolucionario después de Hendrix. ¿Está de acuerdo?

-No lo sé. Si te soy sincero, nunca me interesé mucho por la obra de Van Halen, ni tengo ninguno de sus discos. Lo respeto como uno de los grandes artistas de nuestro tiempo, por supuesto, pero no sabría contestar a esa pregunta. Además, no pienso en el arte como una competición.

-Su concierto más memorable junto a Hendrix fue Woodstock, claro.

-Así es.

-Pero se dice que a pesar de la leyenda, el concierto fue bastante deslucido porque se había retrasado tanto que ya quedaba poca gente.

-Eso no es del todo cierto. Es verdad que era el último concierto, y que mucha gente se había ido, pero en la grabación en vídeo que todo el mundo conoce, sólo enfocaron al lado izquierdo del escenario, donde había menos público. La gente se arremolinó al otro lado, para ver a Jimi.

-Creo que la banda no tenía ni idea de que iba a tocar el «Star spangled banner».

-Así es, no sabíamos que iba a hacer eso. Si te fijas en la grabación, se me ve intentando acompañarle en las primeras seis notas, pero enseguida dejo de tocar porque me quedo en plan, «¿qué demonios es esto?». Una voz interior me dijo: «Billy, no es tu momento. Simplemente observa». Ser testigo de ese momento, tan de cerca, fue lo más increíble del mundo.

-¿Le explicó si esa distorsión extrema en el himno fue algún tipo de declaración política?

-No. Nosotros estuvimos en el ejército, éramos patriotas, amábamos nuestro país, y fue su manera de expresarlo. Aunque luego el homenaje generase controversia.

Hendrix, durante su concierto en Hawai
Hendrix, durante su concierto en Hawai - ABC

-Jimi no era ningún drogadicto, pero imagino que en ocasiones como la de Hawai, sí lo pasaba bien con el LSD.

-Muchas de las historias que se cuenta sobre Jimi y las drogas son una puta mentira. Él amaba la música y lo que hacía, y el LSD, aunque lo consumiese de vez en cuando, no era ningún elemento dominante en su vida, ni nada que estuviese metiéndose constantemente.

-El gran sueño de Jimi, construir los estudios Electric Lady en Nueva York, ¿se convirtió en un quebradero de cabeza para él? Porque tuvo problemas financieros en la obra, que llevaron a su manager a pedir aquel medio millón a Warner.

-Hubo problemas, pero nunca fue un quebradero de cabeza para Jimi. Él solo pensaba en el lado positivo. Teníamos muchas ganas de que terminarla la obra de la sala A, que era la más compleja. Mientras, hicimos muchas cosas en la sala B. Estar en el estudio era parte de nuestra vida, amábamos profundamente todo el trabajo de grabación. Profundizamos mucho en el aspecto creativo de los mandos de la mesa de grabación, y en las técnicas de grabación más avanzadas del momento.

-Le voy a lanzar una pregunta delicada. ¿Cree que Michael Jeffery pudo estar involucrado en la muerte de Hendrix, como dicen algunas teorías, y como aseguró uno de los técnicos de sonido de Jimi?

-No. De nuevo, todas las historias extrañas que oigas sobre Jimi son falsas. O casi todas. La vida sigue, y yo no soy de los que siguen dándole vueltas a las cosas que se dicen o se dejan de decir. Soy demasiado inteligente para eso. Vivo la vida, veo cómo ocurren las cosas, pero después no voy a estar acusando a nadie de lo que salió mal. Ese es un enfoque muy negativo para vivir.

-¿Cómo se enteró de la muerte de Jimi?

-Llevábamos tres meses de gira por Europa, y justo esos días nos los habíamos tomado libres, así que volví a Estados Unidos para ver a mi familia. Jimi me llamó por teléfono y me dijo que teníamos que vernos el viernes siguiente para seguir trabajando en el nuevo disco. Yo le dije, «estoy listo Jimi, allí estaré». Tres días después me volvieron a llamar, para decirme que había muerto. Al principio no me lo podía creer, pero tras la incredulidad llegó la tristeza infinita.

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