Rulo: «Antes había mil festivales de rock y ahora son indies. Algo hemos hecho mal»

El exvocalista de La Fuga lleva toda la semana ofreciendo en Madrid su particular «homenaje a la música», que culmina este jueves en el WiZink Center

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Llenó La Riviera (Madrid) el pasado mes de diciembre, pero se quedó con ganas de más. Desde la discográfica le propusieron dar el salto hasta el antiguo Palacio de los Deportes (21.30 horas, entradas aún disponibles), donde actúa este jueves. Pero sin embargo, a Rulo (y a su Contrabanda) le apetecía hacer «algo más». Entonces se le ocurrió rendir su particular homenaje a la música. Y esta semana lo ha conseguido. Ha tocado en la capital «en todos sus formatos: acústico, semiacústico y ahora en eléctrico. Hace apenas medio año que presentó su último disco («El doble de tu mitad») y ya está pensando en el siguiente, que le gustaría grabarlo con amigos.

¿Cómo surge esta idea de «la semana de Rulo en Madrid»?

Todo empezó cuando agotamos con tanta antelación el concierto de La Riviera, y nos propusieron dar el salto hasta el -ahora llamado- WiZink Center (el Palacio de los Deportes). En lugar de hacer solo un concierto eléctrico, como mi cabeza está siempre pensando un millón de cosas nuevas, se me ocurrió hacer una especie de homenaje a la música en todos sus formatos, no solo dar rienda suelta a ese cantante eléctrico que tengo dentro sino también a la parte de cantautor. El primer día solo fue para cien personas: yo con la guitarra y el piano. El segundo día para quinientos, con cuatro de la banda en un concierto semiacústico. Este es el que más trabajo nos llevó. Y luego el grande ya, para los seis de la banda tocando en eléctrico.

Al final lo que siempre busco es complicarme un poco la vida y no estar todo el rato haciendo lo mismo. Se me ocurrió la idea y me parece maravilloso porque son tres repertorios, tres formatos en tres templos de la música madrileña: Siroco, Galileo y el Palacio. Es para mí súper estimulante. Es un proyecto sacado adelante con mucho cariño. lo fácil hubiera sido ir solo al Palacio y ya está, pero a mí es que me encanta complicarme la vida.

¿Produce cierta ansiedad el salto hacia el WiZink Center?

Sí porque al final ya no tengo 25 años, antes era muy espectacular tocar para diez mil o doce mil personas. Ahora ya no me impresiona tanto. Aparte, yo creo que el rock and roll es para una sala. A partir de dos mil personas ya no es un show tan caliente. Para mí es ideal tocar para mil y dos mil en la parte eléctrica. También es verdad que no es el escenario gigante del Palacio, que ya pisé con la Fuga. Ahí sí que es verdad que le cantas a un todo y da palo hasta parar el concierto y dar la chapa con explicaciones de por qué has compuesto una canción.

Lo que busco es que no sea siempre lo mismo. Por eso luego en abril nos vamos a Argentina y tocamos para mil personas. Y al día siguiente probamos en Perú para 250 personas, donde nunca he ido.

¿Cómo es tocar en Latinoamérica, dar el salto?

«No hay nada más bonito que tener una banda a los 20 años y a partir de los 30 no hay nada peor que te pueda pasar»
Rulo

Depende del país. Hay países que ya hemos ido mucho y va muy bien. Pero a Perú no hemos ido nunca. Vamos de cero, sin una compañía que te apoye, sin campaña porque ni se publica el disco. Pero así hemos ido a todos los países y en todos ha funcionado. La gira pasada hicimos once países. En Colombia hace tres años vendimos todo, y nunca habíamos ido con la Contrabanda. La experiencia que vamos a vivir en Perú tocando para 250 personas me parece estimulante e inspiradora, muy recomendable para gente que solo gira en España y acaba aburriéndose a sí mismo. Yo siempre digo que mi jubilación espiritual está allí, en Latinoamérica, porque es muy inspirador ir.

El año pasado hicimos cuatro países de Europa, pero ¿de qué sirve decir que hemos tocado en Londres? Si eran todos españoles. Yo en Europa no voy a gastar energías, la verdad. Porque en América no es gastarla, es invertirla. A mí no me excita ir a Londres y que haya mil tíos cantando si son españoles. Me excita ir a diez mil kilómetros y que 1.500 bonaerenses están cantando mis temas. Eso sí que es la leche.

¿Cómo se han tomado los fans la espera de cuatro años sin un trabajo discográfico?

Tengo un público tan fiel… tengo un público cojonudo. Porque cualquier cosa que nos planteemos hacer, la llenan. No llenamos sitios de veinte mil personas pero hicimos 31 teatros la gira pasada, que es totalmente diferente a lo que ofrecemos con eléctrico, y nuestro público dijo que sí a los teatros. Se lo tomó muy bien, también les dismos mucho la chapa durante dos años y medio de gira: tocamos mucho y luego durante un año y medio en España no tocamos. A la vuelta la gente te coge con ganas, y tú a ellos también. Solo hicimos bolos en América.

Yo creo que es necesario parar. Hay que alejarse de lo que uno quiere para valorarlo también. Si estás todos los días tocando en un escenario es como cuando mi padre va a la fábrica a trabajar, es una monotonía que igual no valoras. Como cuando estás un rato con tu pareja y te alejas un tiempo: pues luego vuelves y lo pillas con muchas ganas. Yo veo básico parar. Y además, en gira no puedo componer. Cuando estás en la gira es como si te subieras a un petrolero que no vuelve en dos años: vas y vienes a casa pero no estás al final. Hay que parar.

¿Cómo se complementa la gira en teatros con la eléctrica?

En nuestro caso hacemos un 80% de eléctricos, que es nuestro hábitat natural. Pero llega el invierno y me encanta meternos en un teatro y darle la vuelta a las canciones. Es muy estimulante encerrarnos quince o veinte días y trabajar con ellas de otra manera. Es nuestra propuesta en Galileo: cambiar las canciones de vestimenta. Es muy estimulante para no hacer mucho lo mismo. A partir de los 60 años solo haré teatros yo creo. Me encantaría que fuera el proyecto más grande, decir: voy a hacer quince teatros en la Gran Vía. Toco dos días y descanso uno. Y tener un espectáculo fijo. Eso me encantaría el día de mañana. También es verdad que si hiciera todo teatros me aburriría, igual que si hiciera todo eléctrico. Pero sí que creo que a partir de los 60 solo haré teatros.

¿Cómo es el cambio de ir en grupo a ahora ir en solitario?

Yo ahora estoy escribiendo un libro semiautobiográfico en el que hablo de la música y en uno de los capítulos digo que no hay nada más bonito que tener una banda a los 20 años y a partir de los 30 no hay nada peor que te pueda pasar. Es muy complicado. Pero yo también tengo una banda, un híbrido. Cuando estás en una banda y se te ocurre esto de «la semana de Rulo en Madrid», hay que hacer una reunión y dejas de hacer cosas y te dedicas a hacer siempre lo mismo. Muchos grupos siempre hacen lo mismo y acaban pecando de hacer incluso el mismo disco siempre, como autoimitándose. Al principio es todo muy bonito porque uno se dedica a cada cosa pero cuando funciona bien todo el mundo quiere hacer todo y hay que hacer una asamblea incluso por el color de la pegatina nueva. Es agotador y se dejan de hacer cosas por eso.

La etapa que tengo ahora es maravillosa porque no me siento solo. Se me ocurre cualquier locura y tengo a todo el mundo en mi oficina o en mi discográfica dispuesto a arroparme. Tampoco les pido locuras a Warner. Cuando estás en una banda y llevas años propones cosas y todo el rato es ‘no, no no’. Yo he tenido la suerte de que de mis 13 años con La Fuga los 10 primeros fueron maravillosos, y son con los que me quedo. No me quedo con los últimos que, curiosamente era cuando más público iba y más dinero ganábamos. Solo era feliz tocando. Yo no me subo al escenario con nadie con quien luego no me quiera tomar una copa. Luego ya decido si me la tomo o no, que habitualmente es un sí, pero hay que llevarse bien. Hay muchos grupos que tocan y luego no se llevan bien. Yo no lo voy a volver a hacer. Ahora me considero un privilegiado: tengo lo mejor del grupo pero estoy en solitario. Soy un cabrón afortunado.

Has cambiado hasta de productor, con Carlos Raya.

Sí, y nunca me lo hubiera imaginado. Con la Fuga siempre confiábamos en Javi, y ahora he sido yo el que he querido cambiar. Porque al final te relajas. Javi es súper amigo mío y alguna vez hasta me iba a ver a la niña a casa y dejaba las grabaciones en sus manos. Quiero huir siempre de la zona de confort. Cambias de productor y ya estás más alerta, te estimula de cara a componer. Ahora que he probado el cambio lo que quiero es probar con un millón de productores. Lo que no he hecho nunca, lo quiero hacer ahora. Porque Javi tiene un talento de la hostia y he aprendido mucho de él, pero cada productor tiene un universo propio. Si trabajo con muchos creo que yo voy a aprender más. Tras tantos años, 13 discos, ciento y pico canciones compuestas… me considero que aún tengo que aprender mucho. Cuando grabé el primero y segundo disco no creía que tenía que aprender tanto. Y Carlos fue una muy buena opción. No hay muchos productores de rock en España.

¿Qué le pasa a la música rock en España?

No sé qué le pasa. Grupos hay. Es verdad que antes había mil festivales de rock y ahora son indies. Algo hemos hecho mal nosotros y ellos bien. Yo reconozco que he dicho que no a muchos festivales, y hacemos alguno, pero claro, la magia que se da en la Riviera no se da en ningún festival. En un festival ni puedes montar tu escenografía y te haces la música con un reloj. Tiene que ser todo espídico, no puede haber dinámicas, que es lo que me gusta a mí. No ha habido una generación nueva. Primero fue Leño, Barricada, Barón Rojo, luego Extremoduro, Platero, y luego La Fuga y Marea, y no ha habido una generación nueva, no sé por qué. Hace falta una generación nueva que no ha habido luego.

¿El público está envejeciendo contigo?

«De mis 13 años con la fuga los 10 primeros fueron maravillosos»
Rulo

Noto que viene mucha gente nueva, de veinte o veintipocos años. Ahora la gente lo que no hace es tantas distinciones a la hora de elegir música. En sus listas de reproducción tienen de todo. Cuando yo tenía 18 años, en mi barrio o eras heavy o rockero o punk. Ahora la gente busca canciones, sin más. Lo que noto es que mi gente es intergeneracional y que incluso viene mucha gente a mis firmas de discos que no conocían La Fuga y la han conocido por mí. Eso está mezclado con mucha gente que venía ya de antes también y sigue viniendo ahora. Lo mejor que le puede pasar a un artista es que venga gente de todas las edades a verlo. Mi público en ese sentido es ecléctico total. Viene gente de todo tipo. Sobre todo me doy cuenta en las firmas.

Hablas del proceso de composición como un proceso de abstracción.

Cuando estás en gira vas absorbiendo cosas que te han pasado, incluso escribiendo frases, ideas de canciones. Te encierras en ti mismo. Estás componiendo y no te enteras de si se está quemando la cocina. Por eso luego cuando grabas el disco, el único que le pone un punto cerebral es el productor. Es quien dice si acelerar un tema. En el disco puede haber un momento emocionante como «La reina del barri» y luego puede haber «Mi vida contigo era un blues», que es un escupitajo. Creo en eso. De hecho, si todo el disco tuviera esa carga emocional de «La reina del barri» sería demasiado. Componer es algo que me sigue pareciendo fascinante.

¿Notas diferencia entre lo que componías antes y ahora?

En La Fuga ya del primer disco al último hay una diferencia abismal, no tienen nada que ver. Y noto mucha diferencia del primer disco de Rulo al de ahora. Y ojalá sea muy diferente el próximo. Hay muchos cantantes que ya sabes qué disco va a sacar. A mí me encanta Calamaro, me encanta Bunbury y son gente mucho más arriesgada que yo, porque les sale. Me encanta la gente que no sé qué disco va a hacer. Otras veces aunque lo intentes no lo consigues, pero es que eso eres tú.

Si no hubiéramos ido a México nunca hubiera compuesto «El vals del adiós». Nació a raíz de muchos viajes que hicimos allí. Yo me analizo a raíz de las entrevistas porque me preguntan, saco los discos y ni miro los comentarios de la gente ni hago caso al que dice que es la hostia ni al que dice que es una mierda. Porque este es mi disco, esto soy yo ahora y puedo morir y matar por él. En este sentido estoy al 95 por ciento contento con el disco, nunca estoy al 100. Siempre hubiera cambiado alguna frase, pero estoy bastante contento con el disco.

¿Qué supone que se reconozca a un cantante con el Nobel de Literatura?

Entiendo el debate. Es un buen momento para reivindicar un Nobel de la canción en lugar de entrometernos los cantantes en otro. Para dignificar la figura del compositor. Yo siempre me he creído más al que lo compone a pesar de que hay intérpretes que me encantan. Gente que vomita cuando canta. Yo por eso no canto canciones que haya compuesto otro. Es que tiene que ser raro cantar algo que haya hecho otro.

¿Estarías dispuesto a dar una canción tuya a alguien?

«Es un buen momento para reivindicar un Nobel de la canción en lugar de entrometernos los cantantes en otro»
Rulo

Me encantaría que me lo pidieran. Para gente como Raphael, componer a la carta porque no lo he hecho nunca. Y me gustaría saber si saldría ileso o no. Pero nunca me lo han encargado. También es difícil porque como la canción te guste te la quedarías tú, o eso creo yo. Y ofrecer un descarte es muy raro.

Más a largo plazo, una de tus ilusiones es sacar un disco con amigos.

Me encantaría. Sería, de momento un proyecto para 2024. No sé si va a ser antes del siguiente disco de estudio o no, pero sí que lo quiero hacer. Tengo bocetos de quién quiero que esté, con qué canción. Con gente que admiro y con amigos, pero en estudio, no en directo. En el estudio puede quedar guay, hacerlo en directo sería demasiado complicado para reunirlos a todos.

¿Cómo compaginas tus proyectos con la familia?

Tengo dos hijos, una de 9 años y otro de 4 meses. Se compagina haciendo malabares. Yo no me voy a quejar. Veo a las mujeres de hoy en día que curran, dan de mamar. No soy un héroe. Mi pareja ya se incorpora a currar, y es la hostia, son la hostia las mujeres. Las verdaderas heroínas son las mujeres de hoy en día, las que curran, tienen hijos y los sacan adelante. Yo soy tremendamente familiar pero también muy despegado. Me puedo ir 3 semanas a América y no estoy llorando, aunque también tengo la suerte de que mi oficio me encanta. Nosotros al final somos unos titiriteros. Es tan intenso y como estás en una dinámica. Mola echar de menos, igual que el escenario. Porque luego vuelves al escenario y te lo comes.

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