Svali y Wences Lamas, entre las flores
Svali y Wences Lamas, entre las flores - ABC
CONCIERTO EN MADRID

Reserva Espiritual de Occidente, camino de perfección

La banda de Svali y Wences Lamas regresa a los escenarios para adelantar el contenido de su nuevo álbum, «El Cristo de la Atlántida»

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Vuelven. De momento en concierto, en una función doble compartida con Blood Axis. Será el próximo 16 de octubre, ocasión única para conocer, a modo de borrador y croquis, el trabajo que han desarrollado durante su largo retiro creativo y moral. Tras «La noche blanca», cuatro años a oscuras, amanece en la Reserva Espiritual de Occidente.

«Hay vida después de la destrucción. Con veinte años -comenta Wences Lamas-, se puede hacer punk y destrozarlo todo, pero ahora nos interesa la belleza, comprobar qué podemos edificar desde cero, no solo en términos musicales... Lo que intentamos hacer lo podríamos llevar a cabo de mil maneras, soldando acero o cuidando de una persona mayor. Se trata de una actitud global».

«En los comienzos de REO -tercia Svali-, mi intención junto a Santi Plagio era romperlo todo, no dejar nada en pie. Era una época complicada para mí, muy difícil, y las cosas salían de esa manera, casi de forma involuntaria. Ahora todo ha cambiado».

Después del apocalipsis

Sigue Lamas rebobinando la historia de un grupo que se prepara para lanzar, a comienzos del año que viene, un álbum cuyo título provisional es «El cristo de la Atlántida» y cuya portada, a medio terminar, viene a ser una mezcla, dice su autor, de las pinturas de El Bosco y la cubierta del Sgt. Pepper. «Estamos en otra fase. Aquello tan convulso lo exploramos y nos divertimos, pero sin llegar a sacrificar una cabra en el escenario y echarnos la sangre por encima... No llegamos a tanto. Un buen día sentimos que no teníamos que romper nada más, ni seguir hablando del apocalipsis», comenta Lamas. «De repente abrimos los sótanos que teníamos cerrados y comenzamos a percibir mensajes positivos, y también luz. No todo es una mierda, ni se va a detener esa lavadora que es la vida... El mundo va a seguir dando vueltas», señala Svali.

La esperanza define el actual estado de ánimo, aclarado y centrifugado en esa lavadora que es la vida, de REO. «Los españoles -añade Wences Lamas- somos expertos en decir que todo lo que hacemos es una mierda. Nos han enseñado desde pequeños que las recompensas se obtienen a largo plazo y que la hormiga trabaja, pero nos han ocultado que estos insectos duermen bien, y a diario. No solo hay recompensas estacionales, sino inmediatas. Nuestro nuevo disco responde a todo eso, como un evangelio escrito para guiar nuestra existencia y la de los demás. Creo que de alguna manera todos somos mesías. Nosotros, además, queremos ejercer».

«Después de "La noche blanca" no podíamos hacer algo peor", señala Svali

«No solo se trata -apunta Svali, voz cantante de REO- de un mensaje. Creo que dentro de cada uno de nosotros está la necesidad de entendernos mejor, de reconciliarnos con nuestras guerras: se trata de un conocimiento, una voluntad, un estado de conciencia, la convicción de que podemos estar así».

El carácter minoritario de REO no desanima a esta pareja de predicadores de la nueva conciencia. «Espero -dice Lamas- llegar a mucha gente, y hacerles sentir a partir de mi propia observación y del convencimiento de que el error es nuestro maestro. Después de "La noche blanca" no podíamos hacer algo peor. En todo este tiempo nos hemos obligado a beber lo que estábamos sintiendo, muy distinto al ánimo que marcó nuestro anterior álbum. Entonces éramos una marabunta, sifones que vomitaban sobre las canciones. Ahora es distinto».

Salvados por la música

Si la nueva visión de REO es tan global e inmaterial, ¿por qué traducirla de nuevo al idioma de la música y no probar otros lenguajes artísticos o morales? «La música, como una tela de araña, se ha utilizado para cosas muy feas, incluso para colonizar, pero nosotros nos conocimos a través de la música, no haciendo tartas, y así seguimos. Quizás esta sea la última vez que hagamos un disco y en adelante nos dediquemos a las conferencias o la pintura, quién sabe, pero las palabras apoyadas en armonías entran como un antibiótico en los tejidos del ser humanos. A todos -concluye Lamas- nos ha salvado la vida la música en algún momento». «Hay muchas cosas -añade Svali- que se explican mejor con música que con palabras. "Si me das a elegir" cuenta mejor "Deprisa, deprisa" que cualquier diálogo de la película».

Cuatro años para renovarse por dentro quizá sea un plazo aceptable, pero, para grabar un disco, ¿no ha sido demasiado tiempo? «Le dedicamos lo que hace falta. No estamos perdiendo el tiempo. Hablamos, discutimos conceptos y dejamos que las canciones salgan cuando todo está claro, aunque su gestación lleve meses. Antes de ponerse a escribir hay que dedicarse al cultivo de las ideas, y eso exige mucho tiempo». ¿El trabajo supera a la inspiración? «La intuición te hace presentir cosas, pero a menudo vemos imágenes que no sabemos explicar ni escribir, sobre todo si están relacionadas con el alma. Son necesarios muchas diálogos, muchas conversaciones con amigos, y algunos viajes astrales. Todo eso te lleva a encontrar la manera», asegura Wences Lamas. «De nosotros -sigue- han dicho que tocamos cosas que nadie se atreve a tocar. Es lo que buscamos. Queremos desmarcarnos de quienes transforman el alma en una muñeca rusa que no tiene nada dentro y en la que todo es exterior».

Una nueva tribu

En ese camino interior recorrido por REO no todo es pureza y desprendimiento. Lo material persiste, y también la experiencia, como un lastre. «Claro que utilizamos ordenadores. Conciliamos. No queremos volver al pasado», aclara Svali. «De pequeño veía la serie de Son Goku. Yo fui un niño colonizado, como todos. Con la Movida se colonizó a todo el mundo: nos parecían muy libres, pero al final todo fue para meternos el Starbucks en cualquier esquina. Ahora llevamos la misma ropa que en Oslo, pero diseñar una tribu nueva es bonito, no para pelear, sino porque es intrínsecamente hermoso. Nacer con un Nintendo bajo el brazo no impide buscar dentro de ti... Nos dirigimos a una parte del público que puede entenderlo, porque todos llevamos dentro lo mismo». Amén.

Un clavo saca otro clavo, aunque no sea de Cristo. «Todos somos sacerdotes, guardianes de la espiritualidad», asegura Svali. «Pero las religiones -añade Lamas- establecen dogmas, cuando el manual de instrucciones para llegar a otro sitio solo lo tengas tú.... El único dogma es el amor, porque Dios y amor es lo mismo. Hemos adaptado para nuestro nuevo disco el versículo de Corintios 13. "Me dejaré quemar en la hoguera". Ama, ama, ama, ama... Ahí está Dios».

Entre chatarra

Es la música, puro artificio, la que en «El Cristo de la Atlántida» envuelve tanta pasión. «Hay elementos preciosistas, muchas volteretas empalagosas y melódicas, porque nos gusta soltar sobre las canciones la carga de un camión de azúcar, pero también hay mala leche y veneno. En este disco no hay samplers. Si metemos algo, ha sido grabado por nosotros mismos, como nuestras pisadas sobre un campo de lava o el ruido de mil vasos de diferentes tamaños rompiéndose, ingredientes que nos pedía la canción. Todo son arreglos en un disco que se prolonga durante hora y media y que estamos grabando, muy despacio, con los equipos que nos han ido dando. Estamos haciendo un auténtico Halcón Milenario de chatarra musical».

El concierto de regreso está anunciado para el próximo 16 de octubre. El disco quizás aparezca en marzo, dividido en dos entregas. «Son dos partes y está concebido como un amanecer que comienza a partir de "La noche blanca" y cuyo segundo volumen es más luminoso. Desplegables, las portadas componen un cuatríptico, una especie de Jardín de las Delicias, del infierno al paraíso, una colección de pequeñas historias que hay que mirar con lupa y que protagonizan las almas de quienes nos han inspirado». Wences Lamas aún lo está pintando.

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