Primavera Sound 2018

Belle & Sebastian corona la primera cima del Primavera Sound

La banda escocesa capitanea la multitudinaria jornada inaugural del festival barcelonés

Stuart Murdoch, cantante de Belle & Sebastian, ayer en Barcelona EFE
David Morán

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A cubierto, con las alucinaciones galácticas de Spiritualized y la tradición mutante de Maria Arnal i Marcel Bagés a buen recaudo en el Auditori, o al aire libre y con un ojo pendiente de los vaivenes climatólogicos, el Primavera Sound empezó ayer a desperezarse para poner en marcha una nueva edición con olor a récord. Por delante, más de doscientas bandas, tropecientas horas de música en directo y unas previsiones de asistencia por encima de las 200.000 personas que empezaron a hacerse realidad a media tarde, en cuanto los barceloneses Holy Bouncer estrenaron en el recinto del Forum la tradicional jornada inaugural gratuita. O, mejor dicho, gratuita a medias, ya que para acceder a los conciertos del Auditori sí que hacía falta haber pasado por taquilla para adquirir el abono del festival.

El caso es que, a la espera de que el Primavera Sound se manifieste a partir de hoy en toda su inmensidad y Nick Cave y Björk pongan a prueba las dimensiones de la explanada de los dos escenarios principales, esa que el público del festival ha bautizado como Mordor, la de ayer fue una jornada de calentamiento y preparación. Una versión reconcentrada y vigorizante de un cita con cada vez menos márgenes estilísticos y coronada por unosque se sabían ayer atracción principal. Los escoces, antaño tímidos del indie que andan ahora despachando pop a caderazos, tiraron de galones para armar un concierto panorámico y antológico moteado de soul-pop, folk susurrado y un puñado de himnos para recargar las baterías.

No faltaron los brincos y saltos de Stuart Murdoch, el generoso surtido de trompetas mariachi y las ya inevitables congas en el escenario con algunos de los espectadores de las primeras filas y el sorprendente anuncio de que la banda prepara un para 2019 un crucero pop que viajará de Barcelona a Cagliari, elementos ornamentales que la banda exprime en directo para demostrar que hace ya tiempo que le perdieron el miedo a los festivales y a las audiencias multitudinarias.

Yung Beef, durante su actuación anoche en el festival EFE

Puede que ya no enamoren como hace unos años y que los momentos más recogidos acabasen diluyéndose en el ambiente, pero siguen teniendo recursos suficientes como para hacer brillar canciones como «Like Dylan In The Movies», «I’m A Cuckoo», «Another Sunny Day» o «The Boy With Arab Strap». Clásicos que sonaron ayer engarzados a piezas más recientes como «Poor Boy», «The Same Star» y«We Were Beautiful» y que ampliaron aún más el arco narrativo de una noche que viajó del indie candoroso a los espasmos eléctricos de Wolf Parade y de ahí al trap contrahecho de un Yung Beef que se hizo de rogar lo suyo antes de encaramarse a esa jaula humeante colocada entre el público del Hidden Stage.

En realidad, tampoco hacía falta someterse a la atropellada sesión de autotune aflautado y bases arrastradas del granadino para visualizar el desborde: bastaba con ver a la chilena Javiera Mena dándose un baño de masas con su electropop juguetón y espejado y aplicando tratamiento de choque sintético a «Ritmo de la noche» para comprender que el único límite del festival es el que sus responsables quieran poner.

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