Cat Power, una artista poliédrica en el ojo del huracán

Para Charlyn Marshall , la música ha estado siempre mucho más allá de constituir un mero entretenimiento. No hay tantos artistas tan íntimamente implicados en las letras, los acordes, las representaciones en directo de su arte como Cat Power , la chica de las canciones turbulentas, de la exhibición emocional; esa chica que, después de seis años de ausencia, buena parte de los cuales ha dedicado a la gestación y crianza de su primer hijo, el chavalín rubio que ilustra la portada, publicaba a primeros de este mes su muy esperado nuevo disco, «Wanderer» .

Apenas cumplida la veintena, Marshall irrumpió en la burbujeante escena alternativa de los primeros años noventa de la mano de Steve Shelley, batería de Sonic Youth , que la descubrió en una de sus primeras e impactates actuaciones y con quien llegaría a trabajar en su tercer disco.

Cautivada por las grandes voces femeninas del soul de los años sesenta, Cat Power –sobrenombre que adoptó de su primer grupo– combinaba esas influencias añejas con un personal folk alternativo que cautivó a la crítica desde sus primeros discos. Instrumentación sobria, ambiente taciturno y melodías como lamentos constituían la fórmula que marcó su trayectoria durante la útima década del pasado siglo.

Más padrinos ilustres aparecían en «You are free», en el que colaboraban dos popes del grunge como Eddie Vedder ( Pearl Jam ) y Dave Grohl ( Nirvana ), y en el que asomaba una vena algo más optimista y luminosa. Se ganó el aplauso de la crítica y le hizo alcanzar un puñado más de seguidores, pero el disco que consolidó su posición fue, ya en 2006, el formidable «The Greatest» , una lograda aproximación, precisamente, al soul más clásico bajo el personal prisma de su intérprete.

Después de una trayectoria turbulenta, marcada por crisis depresivas y periodos de adicción alcohólica, una renovada Cat Power regresa en plena forma, con un disco delicado, tan intenso y emotivo como de costumbre.