Van Morrison, el susurro de Belfast

Hace 20 años que los conciertos del «Leon de Belfast» dejaron de saber a güisqui y oler a tabaco, como se demostró ayer en el WiZink Center de Madrid, con todas las entradas vendidas

Van Morrison, durante su concierto en el Wizink Center ÓSCAR DEL POZO
Israel Viana

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hace más de dos décadas que los conciertos de Van Morrison dejaron de saber a güisqui y oler a tabaco. Antes sonaban a pub, actuara donde actura. Ahora, algún viejo seguidor se quejaba anoche de la inmensidad y la frialdad del WiZink Center de Madrid y de que no hubieran habilitado las pantallas gigantes de vídeo para ver al irlandés un poco más cerca... un poco más grande. Pero eso al autor de « Astral Weeks », con todas las entradas vendidas, más de 5.500 personas sentadas en sus butacas sin armar mucho escándalo, seguro que le traía al pairo.

El león ya no ruge, ahora susurra, pero lo hace hace como nadie cuando quiere. Lo demostró pocos minutos después de comenzar el recital —con una puntualidad exquisita—, al arrancar las dos primeras ovaciones con « Moondance » y « Baby Please Don’t Go », aquellos himnos imperecederos compuestos hace ya cincuenta años. A sus 72 años, Morrison está en plena forma, conserva la voz de un veinteañero. Publicó un disco en 2015 y otro 2016. Y otros dos en los últimos meses, con 70 días de diferencia, haciendo caso a los dictados del mercado. De la última remesa sonaron « Broken Record », « Goin’ To Chicago » y « How Far From God », que arrancan tímidos aplausos y algunas preguntas: «¿Conoces ese tema? ¿No será...? No, no, no». Más de cuarenta discos y cincuenta años de carrera dan para mucho debate... y no ha tiempo.

El irlandés despacha temas a velocidad de vértigo, sin decir una palabra y sin dar tiempo a que el público le regale medio aplauso antes de comenzar el siguiente corte. Es como escucharle en Spotify versión bar de copas. Pero cumple y, a veces, hasta emociona. «Pensé que jamás iba a disfrutar de esta canción en directo», comentan dos amigos al sonar los primeros acordes de « Magic Time ». Juanma y Javier se conocieron hace 25 años realizando un programa dedicado al «León de Belfast» en una radio pirata de Madrid. Lo llamaron «Moondande: Encuentros con Van Morrison». A sus cincuenta y pocos, ya le han visto más de una docena de veces, pero ayer disfrutaban como la primera –aquel mítico concierto de La Riviera, en 1993, con Pee Wee Ellis–, al escuchar « Sometimes We Cry », « Vanlose Stairway » o su último gran hit mundial: «Days Like This».

Una hora y 20 minutos después, se rinden como el resto del auditorio al sonar la imprescindible « Brown Eyed Girl ». La gente no se levanta de sus sillas, pero da palmas y canta como si de un fiestón se tratara, mientras Morrison se va del escenario como si aquello no fuera con él. «Es increíble cómo suena», dice una joven que confiesa ser la primera vez que le ve. Acostumbrados a sus huidas al aeropuesto para dormir en casa, el público da por hecho que no volvera. Pero lo hace y hasta regala un «gracias» antes de abordar « In The Garden ». Y mientras el respetable canta eso de «no guru, no method, no teacher» y da palmas, el rey abandona el escenario sin decir adiós. Noventa minutos son suficientes. Paul Moran y el resto de sus músicos miran entre bambalinas como si fuera a aparecer de nuevo... pero no. Aquí ya no huele a güisqui.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación