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George Nichopouloss. Vídeo: 39 años de la muerte de Elvis - ABC

El médico que drogaba a Elvis Presley

George Nichopoulos, fallecido en Memphis a los 88 años, le recetó en sus últimos ocho meses al cantante diez mil dosis de sedantes, estimulantes y analgésicos

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Elvis Presley tenía solo 42 años cuando apareció muerto en el suelo de su baño de Graceland, el 16 de agosto de 1977. Pero su físico estaba muy baqueteado. La autopsia encontró trazas de catorce drogas en su sangre (había restos de codeína, morfina, valium, placydid, nembutal, butabarbital y quantum). En sus últimos días pesaba 130 kilos y padecía glaucoma, hipertensión, intestino irritable, estreñimiento crónico y dolores reumáticos. Era un zombi que avanzaba sostenido por las drogas legales, unos fármacos que mayormente le recetaba su médico personal, George Nichopoulos, al que siempre llamó «Dr. Nick». El controvertido galeno ha muerto en Memphis a los 88 años.

Nichopoulos se pasó el resto de su vida intentando desmarcarse del prematuro final de su paciente más célebre: «Nadie quiso entender que Elvis se había vuelto muy complicado y me maldijeron por su muerte».

El cantante había comenzado a consumir anfetaminas compulsivamente en los años 50, en su servicio militar en Alemania, lo que lo llevó al insomnio crónico, que combatía con ingentes cantidades de pastillas de dormir. Fue el inicio de una espiral letal. «Elvis era de ese tipo de personas que cree que hay una medicina para todo. Pensaba que mientras se lo prescribiese un médico no había nada malo, que ya no era un yonqui pillando algo por la calle».

Siendo un consumidor abusivo de drogas, Presley protagonizó la comedia de presentarse en la Casa Blanca puesto de anfetaminas para pedirle a Nixon que lo convirtiese en agente antinarcóticos honorario. Era un conocedor exhaustivo del vademécum farmacéutico, una de sus conversaciones predilectas con su «Dr. Nick».

Nichopoulos, hijo de inmigrantes griegos que tenían un restaurante, trabajaba como socio en un ambulatorio privado de Memphis cuando recibió la llamada de Elvis. El divo sufría molestias en las posaderas tras rodar una película del Oeste con tomas a caballo. Le dio una pomada y comenzó así una relación que acabaría con el galeno recetándole en sus ocho últimos meses de vida diez mil dosis de sedantes, estimulantes y analgésicos. El «Dr. Nick», con sus camisas hawaianas y su mata de prematuro pelo cano, acompañaba a Elvis en sus giras. Incluso lo subía a escena con su inseparable maletín y lo presentaba al público.

Nichopoulos le daba anfetaminas antes de subir a escena, sedantes para que pudiese descansar al concluir y analgésicos para sus dolores. Nunca supo decirle que no, aunque aseguraba haber fabricado placebos para que consumiese menos. En 1995 le fue retirada la licencia para ejercer la medicina y se buscó la vida organizando exposiciones necrófilas de recuerdos de su cliente. Allí mostraba un bote del analgésico favorito de Elvis, Diladudid, que tomaba como quien come cacahuetes.

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