Estrella Morente: «Para mí, España lo es de cabo a rabo»

La cantaora granadina publica su nuevo disco, «Copla», que presentará en una gira que empieza el 5 de marzo en Barcelona

Estrella Morente, durante la entrevista en el Teatro Real Isabel Permuy
Julio Bravo

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Libertad, la palabra con la que Estrella Morente comienza y termina esta entrevista, es una palabra -y una idea- que la granadina ha enarbolado desde los inicios de su carrera. Libertad personal y libertad artística, que ha llevado a la cantaora por territorios muy diferentes y -en principio- alejados de su hogar, el flamenco: el tango, la música clásica, el jazz..., que ha coloreado siempre con su estilo y su voz personalísimas. Ahora vuelve a viajar, aunque esta vez no se ha alejado mucho, hacia el mundo de la copla. Así, «Copla», se titula precisamente su nuevo trabajo discográfico, el primero individual que publica en siete años -el último fue «Autorretrato»-. «En medio he hecho algunas otras cosas, trabajos muy intimistas, muy hacia adentro. Muy especiales para mí».

¿Le tenía ganas al mundo de la copla?

Hace mucho tiempo. Desde pequeña forma parte de mi vida, de mi día a día, supongo que lo mismo que del de mucha gente; y no solo españoles, sino en el mundo entero. Mi padre me contaba cosas muy importantes de artistas nuestras que cantaban copla y flamenco en Argentina, en México. Y hay gente de allí que siempre ha valorado y ha muerto con la copla española.

¿Qué tiene de especial?

Es un género muy rico, sublime. Es capaz de contar una novela en tres minutos. Y eso a mí me enamoraba de pequeña. Pero por circunstancias fui apartándolo un poco mientras hacía mi carrera flamenca. Podía haber salido perfectamente folclórica, porque siempre he sentido esta música. Este disco estaba programado desde hace muchos años. Pero mi vida es el flamenco y mi carrera es el flamenco. Me he tomado la libertad, después de un tiempo, de tocar este género que tanto me gusta.

El flamenco es su vida, dice, pero parece que para usted no tiene fronteras...

El flamenco no debe tenerlas. A mí me han enseñado que la libertad es lo más importante a la hora de crear, el mejor aliado para un artista. La libertad, las alas para caminar en tu propia obra, para avanzar en los impulsos que te llevan a crear una buena entrevista, un buen edificio, un buen prólogo, un buen plato...

¿Ha sido difícil alcanzar esa libertad en el mundo flamenco? ¿O tenía un referente muy poderoso que le ha ayudado?

El flamenco son palabras mayores. Yo lo respeto tanto... Este disco, por ejemplo, no es flamenco. Por muy flamenca que me sienta, o por mucho que yo lo viva y me acompañe, no puedo decir que este disco es de soleás y seguiriyas. Yo respeto y estudio a diario las seguiriyas, que son muy difíciles de hacer. Es algo con lo que me sorprendo cada día y que me entusiasma. El flamenco me ayuda a intentar cada día ser mejor profesional y mejor artista, que a la vez te hace ser mejor persona. Es una cuestión de evolución, de avance, de entendimiento y de comprensión. A veces, cuando eres joven no lo sabes distinguir, pero con el tiempo me he ido dando cuenta de que pertenezco a un mundo con un peso enorme. Y me siento muy orgullosa de pertenecer a él, de tener esta raíz. Me siento muy orgullosa de este género que es el flamenco. Como me siento muy orgullosa de ser española; para mí España lo es de cabo a rabo, desde los Pirineos hasta Punta Paloma, en Cádiz. Y yo estoy enamorada de lo que ha significado la música en mi vida. Ha marcado mis orígenes, me ha ofrecido el amor, a mis padres, a mi abuela, a mis propios hijos. Todo tiene que ver con el flamenco, y mis ojos miran siempre a través de él, pero en este caso no sería honesta si quisiera vender este disco como un disco de flamenco. El flamenco, repito, son palabras mayores.

Pero usted es flamenca hasta cantando el «Cumpleaños feliz».

Eso prefiero que lo diga usted. Pero si nos ponemos serios y distinguimos lo que es o no es flamenco, tengo que decir que esto no lo es. El flamenco hay que respetarlo. Cuando yo hago un disco cantando la soleá de Alcalá, y la de Triana, y me acuerdo de los cantes de Cobito, de Granada, de La Perla de Cádiz... y los de Morente, entonces diré que he hecho un disco de flamenco.

¿Qué aporta usted a la copla?

Estos temas han sido interpretados por las mejores. Nadie pretende ser como ellas. Yo tengo mucha suerte porque he podido cantar las coplas que he querido; porque cuentan historias que fueron complicadas en su época, incluso prohibidas. Trataban temas como la homosexualidad, que eran absolutos tabús, y expresar los sentimientos podía ser un problema; de manera que había que buscar la forma de contarlos. Y había además vínculos con las intérpretes. Una copla para Marifé no la podía cantar Lola, y no podía cantar tampoco la de Juana Reina o la Piquer... Cada una tenía sus propias coplas. Pero ellas, desafortunadamente, ya no están físicamente; y las nuevas generaciones podemos cantar sin esos tabúes, esas ataduras ni esas limitaciones.

¿Le ha costado, supongo, elegir el repertorio?

Realmente ha sido un sacrificio importante tener que decidir qué había que cantar. La copla tiene muchos escondites, muchos rincones: política, sexualidad. Y había que quitarle todo lo que tuviera que ver con la bandera rojigualda. Mi disco es un disco de corazones, no de banderas. Cada día entiendo la vida con menos himnos y menos banderas. Y menos etiquetas. A mí me han enseñado que la vida es un espectáculo y nosotros formamos parte de él. Así que hay que disfrutarlo cada vez con más conocimiento y más respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. Y cuando partes de ahí lo que tienes son dos alas gigantes. Yo me preguntaba: ¿Cómo voy a cantar «¡Ay Pena, penita pena» después de Lola Flores, que ha sido la artista más grande de este país? O «Rosío» o «Soledad», después de Imperio Argentina o Gracia Montes, o «Madrina» después de doña Juana Reina... Pero venía desde mi corazón, necesitaba hacerlo. Y las he podido interpretar desde la libertad que ellas no tuvieron, o no siempre. Eso es quizás lo que más me ha gustado de este disco.

Habla de que este disco no es flamenco. ¿Necesitan los flamencos salir de ese mundo para tener éxito? ¿Cree que no es suficientemente popular?

Enrique Morente decía siempre que el flamenco debería haber sido una música de mayorías, nunca de minorías. Y decía también que la libertad es el verdadero arte de vivir, que no es hacer lo que uno quiere sino lo correcto. Y que cada uno lo interprete como quiera. Yo entrego este disco con la mayor de las ilusiones no solo al público flamenco, al que me debo y al que me interesa satisfacer... Recibir un ¡ole! de un buen aficionado es lo más bonito que puede sentir un flamenco. No tiene precio. Pero es importante descorsetarse un poco y permitir a las nuevas generaciones que se expresen como necesiten. Esa es la única verdad: hacer lo que uno siente, no lo que le imponen. La copla es una caricia del alma pero, sobre todo, debe ser libertad.

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