Christina Rosenvinge en el restaurante 47 Ronin, donde tuvo lugar la entrevista
Christina Rosenvinge en el restaurante 47 Ronin, donde tuvo lugar la entrevista - BELÉN DÍAZ
Entrevista

Christina Rosenvinge: «En este mundo no hay lugar para los dogmas»

El próximo jueves, 27 de octubre, concluye en la sala But de Madrid la gira del disco «Lo nuestro»

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Uno de los temas que forman parte de su disco «Lo nuestro» comienza con la frase «¡Qué bien se conserva!, murmuran al pasar». Habla desde la experiencia, está claro. Porque Christina Rosenvinge mantiene un tipo, una melena y un rostro sorprendentemente juveniles, pero es que además, quién sabe si una cosa es consecuencia de la otra, su carrera también se mantiene en una forma asombrosa. Su constante afán de renovación hace que su música suene rabiosamente contemporánea en cada disco, al tiempo que las letras reflejan la perspectiva que ofrece el paso del tiempo al que sabe mirar con inteligencia.

¿Qué le ha parecido el Nobel concedido a Dylan?

Me parece estupendo, ¿qué me va a parecer? Espero que esto nos eleve a los letristas a los laureles de los literatos, porque las letras de las canciones son una forma de literatura, y no es un género menor.

Se merece estar ahí, junto a la poesía, por supuesto. Más en el caso de Dylan, que ha creado toda una escuela.

Pues ha habido reacciones en contra bastante virulentas..

¿De alguien que realmente importe?

La verdad es que no.

Pues eso. Cuando dentro de unas décadas se mire hacia atrás, lo que va a definir el espíritu fundamental y el sentir de estos tiempos será la música popular, mucho más que otras artes que se han despegado de la gente

Usted, al pasar de un pop más ligero a otro más reflexivo, ¿se ha encontrado con cierta incomprensión?

No lo siento así, todo lo contrario. Por ejemplo, al escribir canciones que conectan la música popular con los mitos clásicos en mi disco anterior –«La joven Dolores»–, me he encontrado con que profesores tanto de instituto como de universidad las utilizan como material de trabajo. Es un camino de ida y vuelta, y ocurre espontáneamente. Tenemos que tener menos complejos, así en general (ríe), para casi todo.

En «Lo nuestro» trata grandes temas, como la muerte en «La muy puta», el paso del tiempo en «Alameda», la maternidad en «La tejedora»...

Más allá de la maternidad, «La tejedora» habla del autosacrificio femenino. Que no solamente conlleva la maternidad, sino también hay en general una asimilación por parte de las mujeres de este mensaje recibido de manera más o menos evidente durante los años de educación de que estás ahí para asistir a los demás, para entregarte a los demás más que a ti misma. No solo hay un autosacrificio excesivo en la maternidad, sino muchas veces en mujeres que renuncian hacer un papel de líder y voz cantante, y prefieren un lugar secundario. Se funciona por la inercia de una sociedad patriarcal junto con el impedimento interno para romperlo. Yo creo que este el motivo por el que hay tan pocas mujeres en las mesas de mando. Por otro lado, queda por ver si con más mujeres en las mesas de mando van a mejorar las condiciones de las mujeres en las bases más humildes de la sociedad, que debería ocurrir así.

Resulta simbólica la lucha entre Hillary Clinton y Donald Trump por la presidencia de Estados Unidos

Sí, pero no son tan extremos como parece. Hillary tampoco es un regalito, pero aún así, desde luego que Donald Trump es una desgracia mundial, no sabemos hasta qué punto, para las mujeres y para todo el mundo. Pero Hillary Clinton tendrá que demostrar muchas cosas

¿Trump representa unos valores que se resisten a desaparecer?

No están pasados en absoluto esos valores. El populismo es un fantasma negro que acecha cuando la gente está insatisfecha, y en un mundo que tiende a la desinformación, a la ignorancia, al extremismo, a la falta de reflexión, este tipo de pensamiento triunfa. Triunfó en la Alemania de Hitler, puede triunfar ahora y puede triunfar en cualquier momento. El único antídoto es educación y cultura.

En su música se le nota cada vez más atrevida, tanto en letras como en la forma de cantar.

Es que en la búsqueda de seguir sonando nueva para mí misma, para no caer en clichés y no automatizarme, voy indagando por sitios en los que no me he metido antes. Es verdad que últimamente estoy cantando de una manera algo más extrema. También porque este carácter intimista y más confesional de los últimos discos ha dado lugar a unas letras que requieren una interpretación más teatral, digamos. Es muy divertido, muy liberador. Tengo una banda de tíos de treinta años que hacen un ruido increíble, y tengo que ponerme por encima de ellos, y no me ha quedado más remedio que cantar más fuerte.

En directo habrá tenido que cambiar el chip... ¿Qué se va a encontrar el público en Madrid ?

Las canciones han crecido mucho, han evolucionado de una manera muy interesante, porque como fueron grabadas utilizando mucha programación y por capas, al tocarlas con una banda durante tanto tiempo han crecido hacia algo más orgánico. He notado también que este disco ha atraído una parte importante de público nuevo, y, bueno, en realidad hago este concierto mientras estoy metida de lleno en componer lo siguiente.

¿Y por dónde van los tiros?

Lo que estoy haciendo está en un nivel de energía alto y es un poco herencia de haber estado tocando con la banda todo este tiempo.

Está bien que los artistas muestren diversas etapas, como Picasso.

Me resulta difícil no dejarme influir por todo que ocurre a mi alrededor. Soy sumamente permeable, todo me parece material reciclable y que te enriquece. No le doy mucho valor al purismo, me interesa mucho más el artista bastardo que el artista puro. En este mundo no hay mucho lugar para el dogma.

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