La Biennale de Venecia, portavoz de la generación

El proyecto La Biennale College atiende especialmente al teatro musical

Uno de los espectáculos de La Biennale College

Alberto González Lapuente

Es lógico que un festival dedicado a la música actual pise la tierra y palpe lo que está vivo, pero también es interesante que se fije en aquello que puede convertirse en una realidad. La Biennale College es un proyecto creado hace cinco años con este último propósito. Se desarrolla en todos los sectores de la Biennale veneciana, de manera que el cine promociona varias películas de bajo coste, la danza selecciona coreografías, en el teatro se elige a un director de quien se escenifica su trabajo y la música atiende al teatro musical , género con una dinámica muy particular en el terreno de la creación contemporánea y cuya definición se abre a infinidad de soluciones.

Hasta ahora se han producido quince óperas en un acto incluyendo segundos encargos a compositores que destacaron especialmente en su primera realización. Los autores participantes han de tener menos de 35 años y proceder de cualquier parte del mundo. Un grupo de expertos encabezado por el director de la Biennale Musica, Ivan Fedele , contrastan las propuestas recibidas y los equipos que se proponen, asesorando a los seleccionados en el desarrollo práctico de la idea , tanto en lo que se refiere a la capacitación como a la producción, es decir el libreto, la composición musical y la escenificación.

Las obras seleccionadas en 2018, estaban obligadas a desarrollar un tema cómico, surreal, fantástico o bufo . No podían exceder los veinte minutos y debían incluir un orgánico de nueve instrumentos determinados. Las cuatro óperas que se escogieron se han visto en el Teatro Piccolo Arsenale en una sesión particularmente entusiasta, aplaudida por un público mucho más joven que el habitual en otras convocatorias del festival. Significa que la Biennale College Music cierra el círculo del sistema productivo promoviendo la creación de nuevas obras y también la generación de nuevas audiencias.

Abriendo el programa estaban los españoles Ignacio y Jorge Ferrando , este último reciente ganador del concurso para un proyecto de creación lírica del Teatro de la Zarzuela . Ambos son autores de la música y el libreto de « El sueño de Dalí en una noche de Picasso », obra que ha tenido especial repercusión en Venecia donde se ha resaltado el carácter español, quizá aludiendo a un tópico que la propia composición desmiente más allá de la inmediatez de algunas referencias argumentales. El sueño de Dalí reconstruye la supuesta visita del pintor a Guernica mientras el cuadro de Picasso se exponía en Nueva York. La compleja personalidad del protagonista asume el vínculo amoroso con García Lorca, mientras irrumpen en la alucinación Picasso y Gala, la musa. Los autores señalan que en todo ello hay un propósito surrealista aunque parezca estar más cerca de lo onírico e irreal . Una línea vocal de propósito melódico y una orquesta que la comenta y en ocasiones la refuerza dan forma a una obra que tiene el mérito de concretar personajes de gran complejidad y que, sin esfuerzo, admitirían mayor tiempo de desarrollo escénico.

La puesta en escena, sencilla, sugerente quedó a cargo de Irene Di Lelio , responsable también de la escenificación de «Trìstrofa», de Elisa Corpolongo e Ilaria Diotavelli , compositora y libretista. Aquí, como en el resto de las obras, surge el «sketch», el gesto rápido y cómico. Varias escenas para dos protagonistas, puros, infantiles, en un enredo de puertas y «casetti» , apariciones y desapariciones, con cambios de personalidad, que muestra la incapacidad para comunicarse generando una especie de burla a partir de un t exto absurdo y «políglota» . Lo resuelve la aparición de un tercer personaje y la emulación de la trístrofa gregoriana. Una divertida «comedia» protagonizada por las estupendas Felicita Brusoni y Claire Michel de Haas con el apoyo instrumental del Ensemble Novecento dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia, dirigido por Francesco Bossaglia , todavía poco exactos en la primera obra pero definitivamente integrados en esta y en las posteriores. Aquí, sugiriendo desde el ruidismo, apoyando enfáticamente la acción e identificando personajes.

Con mayor penetración « Rodi, Rodi! Morsicchia! La casina chi rosicchia? », de la griega Sofia Avramidou y de Cecilia D'Amico insiste en el juego textual y, desde la perspectiva instrumental, en una mayor sutileza y singularización. Inteligente e imaginativa, la escena de Katrin Hammerl parte del video donde un hombre solo y aburrido en el salón de su casa mientras ve en la televisión un film sobre Hänsel y Gretel que, en paralelo, escenifican dos personajes en vivo. Los cambios de canal, las paradas y arranques con el mando a distancia generan situaciones particularmente divertidas, reídas por el público. Contextulizada como « soap opera » y definitivamente convertida en una versión grotesca y surreal del cuento de los Grimm, acaba con un final imprevisible a la manera de « reality show ». Muy bien representado, en el caso de las protagonistas, por las cantantes Rosaria Angotti y Felicita Brusoni .

De alguna forma todas las experiencias de estas obras llevaron hasta « Push! », del compositor Alvise Zambon y Maria Guzzon en la que Black and White personalizan a dos superpotencias dialogando en su obsesión por el poder. La idea implica un juego de espejos ante el horizonte de una catástrofe mundial cuya consecuencia en clave musical incluye un comienzo demasiado indiferenciado pero que poco a poco crece y caracteriza situación y personajes. Zambon maneja un buen número de procedimientos y recursos, en la orquesta y en la voz, en un ejemplo de dominio técnico muy consistente. Paralelamente, en la comedia permanece la discusión sobre la necesidad de apretar el botón rojo , en realidad, el verdadero protagonista. Fracasa el diálogo y la música se hace próxima y referencial cuando aparece un tercer personaje: la doctora y directora del hospital siquiátrico en el que ambos «políticos» están ingresados, definitivamente diagnosticados de un enfermedad incurable. Con ello se alcanza el punto culminante. En la comedia y en una sesión capaz de demostrar la buena salud de un teatro joven y sin prejuicios . Hay varias conclusiones que pueden deducirse de la Biennale College, pero es indiscutible que, sin reducir la ambición artística ni caer en lucubraciones, filosofías, ni referencias culturales más o menos sofisticadas, la última edición ha demostrado que también es sencillo, incluso saludable, atrapar al espectador.

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