'El gran rojo'

Benito Olmo: «La novela asume retos y explora nuevos territorios, es un doble viaje»

El gaditano Benito Olmo, uno de los escritores de novela negra con más proyección de España, publica 'El gran rojo', ambientada en el Fráncfort más sórdido

El escritor gaditano Benito Olmo. Antonio Vázquez

Andrés G. Latorre

Un escritor tiene la obligación de retarse a sí mismo y hacerlo con sus lectores. Después de los éxitos de ‘ La maniobra de la tortuga ’ y ‘La tragedia del girasol ’, muchos lectores esperaban ávidos una nueva aventura del detective Bianchetti. Pero tendrán que esperar, porque Benito Olmo (Cádiz, 1980) ha decidido cambiar de escenario y de personaje. ‘El gran rojo’ (Alianza de Novelas) se ambienta en el barrio rojo de Fráncfort, un lugar sórdido y maloliente en donde Mascarell, un investigador gaditano, irá llevando al lector en un viaje que transcurrió en paralelo en la creación y en la vida del autor, que llega a la entrevista sonriente pero con el rostro algo cansado ya que...

... creo que acaba de llegar de Alemania, ¿qué tal el regreso a Cádiz con el libro recién salido de imprenta?

Pues muy bien, estoy muy contento por la aceptación que está teniendo ‘El gran rojo’; las reacciones están siendo muy positivas, pese a que ha sido un desafío por muchos motivos.

En esta ocasión, el lector ya no se encontrará al personaje de Bianchetti

Tenía una espinita, había mucha gente preguntándome ‘¿cuando vuelve Bianchetti?’, más de los que me preguntaban que cuándo publicaba otro libro. Y he decidido aparcar a Bianchetti, dejarlo descansar de momento y asumir el desafío de otro personaje y otro escenario como es la ciudad de Frankfurt . La novela asume retos y explora nuevos territorios, se podría decir que supone un doble viaje

¿Hay semejanzas entre el deambular de Mascarell por la ciudad y el que ha ido realizando Benito Olmo?

Pues hay bastantes. Yo escribí la primera línea de la novela el mismo día que llegué a la ciudad. Descubrí sus calles con ojos de escritor e iba imaginando a sus habitantes dentro de la historia. Yo también tenía que sobrevivir, aunque de otra manera, así que escribir ha sido una válvula de escape. Además, poder vivir una ciudad y llevártela a la novela es una experiencia muy enriquecedora que no descarto repetir en el futuro.

Más que un escenario, Fráncfort parece un personaje más.

Intento que sea un personaje y, de hecho, la novela tiene mucho de la manera de entender la vida de la ciudad. Frankfurt tiene un barrio rojo sórdido, maloliente, que no tiene nada ver con los turísticos de otras ciudades. Está en pleno centro, a una calle del barrio financiero, donde se encuentran los mayores rascacielos de Alemania. El contraste entre esa zona de poder y un barrio rojo donde parecen concentrados todos los vicios de la sociedad me parecía el mejor caldo de cultivo para una novela. Conocí la zona por casualidad y, cuando tuve la oportunidad de trasladarme a la ciudad, no lo dudé. Y espero escribir mínimo un par de novelas más.

¿Cuánto de usted hay en Mascarell, el investigador gaditano?

Hay mucho de uno mismo cuando se plantea un personaje con tanta fuerza como Mascarell, como sucede con el de Ayla. Mascarell, como yo, es un gaditano que se ha desplazado a Frankfurt. Él es una persona cínica, que siempre se levanta con el pie izquierdo –literalmente, porque le falta el derecho–. Trata de labrarse una reputación como investigador pero los casos que le encargan y las compañías que frecuenta hacen que ésta sea cada vez peor. Y, sin embargo, tiene una energía y unas ganas de vivir increíbles pese a su cinismo.

«Cuando llegué a la ciudad, escribí la primera línea y la fui descubriendo con una mirada de novelista»

Cinismo que le hace parecer, a veces, un carnavalero.

(Ríe) Claro, es que tiene mucho de calle, de arrabalero. Al final, el personaje te cae bien por eso, porque es un perdedor que te sorprende con el humor.

Y luego está su antagonista, Ayla

Es un personaje que me tiene muy enamorado. Lo tiene todo en contra, pero no se rinde. Está sola, con 16 años, en un mundo muy masculino. Trapichea con droga para sobrevivir y mantener a su padre, enfermo de Alzhéimer. Creo que hace un buen tándem con Mascarell, son diferentes pero tienen un sentimiento común de justicia.

¿Cómo está viviendo el rodaje, a partir de hoy, de la adaptación de su novela ‘La maniobra de la tortuga ’?

Estoy ilusionado, el proyecto ha crecido de una manera increíble. Empezó como una cosa muy pequeña y bonita y ha tomado forma de gran producción. Además de grandes actores, como Natalia de Molina y Fred Adenis, que no se conoce mucho en España pero que es muy bueno, han entrado productoras como Movistar a respaldar el proyecto.

¿Cómo le propusieron la adaptación?

Fue el director, Juan Miguel del Castillo, que después de triunfar con ‘Techo y comida’, estaba buscando nuevas ideas. Él es de Jerez y cayó en sus manos una reseña de ‘La maniobra de la tortuga’ y me cuenta que, conforme la leía, iba visionando cómo será la película. Cuando me propuso el proyecto yo ni me lo creía y le dije «claro, haz lo que quieras»... Hasta que no vinieron semanas más tarde a ofrecerme el contrato por los derechos no vi que la cosa era más seria de lo que pensaba (ríe). Lo mejor es que el guion ha respetado la historia y lo que se ha cambiado de la novela va en beneficio de la película.

¿A qué atribuye el auge de la novela negra en España?

Hay que entender que la novela negra llegó muy tarde a España porque es un género que habla de crímenes, policías corruptos... y eso con el Franquismo no podía exixtir. La novela negra surgió en una época de recesión económica y eso sucedió también en España. La literatura es una manera de evadirte, pero cuando ves que están desahuciando a tu vecino o que aumenta la corrupción no puedes estar impasible y la novela te permite descubrir y conocer mucho mejor la realidad.

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