Unamuno ya tiene placa en París

Se ubica en el número 2 de la calle La Pérouse, donde se instaló en julio de 1924 como exiliado y permaneció un año

Miguel de Unamuno, fotografiado en París ABC

EFE

El escritor y filósofo español Miguel de Unamuno ya tiene una placa en París, en el número 2 de la calle La Pérouse, donde se instaló en julio de 1924 como exiliado y permaneció un año, hasta que emprendió el viaje de regreso a España.

Tres de sus nietos acudieron al homenaje organizado por la Embajada de España en Francia , que deja constancia para la posteridad de que el «escritor español, filósofo y rector de la Universidad de Salamanca», según la insignia, vivió en ese inmueble, en el entonces Novelty Family Hotel .

Ese es también el punto de inicio de la ruta que el Instituto Cervantes lanzó en 2013 en recuerdo de los lugares que marcaron su estancia en la capital francesa, a la que llegó tras haber escapado en un barco velero de Fuerteventura, donde Primo de Rivera le había desterrado. El autor de «Niebla» o «Del sentimiento trágico de la vida», uno de los representantes más importantes de la generación del 98 , había acudido en 1889 a la inauguración de la Exposición Universal y en 1935 a la del Colegio de España, pero ambos habían sido viajes cortos.

No le gustaba París

«No le gustaba mucho París, porque no le gustaban mucho las grandes ciudades», dijo su nieto Miguel, hijo del primogénito del escritor, Fernando. Unamuno (1862-1936) escribió que se pasaba «horas enteras solo, tendido sobre el lecho solitario» de su pequeño hotel», contemplando el techo de su cuarto «y no el cielo, y soñando en el porvenir de España» y en el suyo.

En París escribió «La agonía del cristianismo», «un ensayo sobre la obsesión de la muerte , de la nada», y se rodeó de otros intelectuales como Vicente Blasco Ibáñez , con quienes compartía tertulia en el café La Rotonde .

Aunque el París frívolo le provocaba rechazo, durante la Gran Guerra (1914-1918) escribió muchos artículos en favor de los aliados y entabló contacto «con la flor y nata de la intelectualidad francesa», lo que le hizo tener ya muchos conocidos cuando se instaló en la ciudad, recuerda el hispanista y biógrafo Jean-Claude Rabaté, que también acudió al homenaje, en el que su nieta María Teresa de Unamuno dijo sentir «una emoción muy especial» por este recuerdo, que se enmarca en el octavo centenario de la Universidad de Salamanca .

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