Tracy Chevalier explora la América pionera del XIX en su nuevo libro

La autora de la célebre «La joven de la perla» publica «La voz de los árboles»

Tracy Chevalier, en Barcelona INÉS BAUCELLS

SERGI DORIA

«Los árboles se mueven igual que las personas», afirma Tracy Chevalier . La conclusión nació de la lectura de «La botánica del deseo», manual sobre la plantación de manzanos en Ohio que inspiró «La voz de los árboles» (Duomo) . Los pioneros ingleses se trajeron ramas de manzanos para injertarlas y crear nuevas variedades. Las manzanas americanas son sinónimo de fruta y alcohol: «Las dulces servían para comer, las ácidas para la sidra que aliviara la dolorosa existencia de los colonos», apunta la autora.

John Chapman , protagonista de la novela, existió en la vida real. Conocido como Johnny Appleseed y mito del folclore popular, se le considera el primer ecologista americano. Descalzo, y vestido con un saco, repartía semillas y aconsejaba el consumo de manzanas... El amor a la naturaleza de Chapman/Appleseed era un pretexto para acaparar tierras mediante la plantación de viveros para luego revenderlas a buen precio... Y como las especies que plantaba eran de manzanas ácidas, lo que salía de allí no era fruta saludable sino licor de alta graduación.

Mecenas de una secta religiosa, el patriarca de los manzanos conoció una posteridad acicalada que Chevalier desmiente en su novela: «Mi Chapman se ajusta a la realidad histórica, sin idealizaciones». Las manzanas no son ajenas a esta escritora amante de la jardinería : «El primer manzano que planté murió pero acabo de plantar una palmera y espero tener piñas el año próximo».

La familia protagonista de «La voz de los árboles» se mueve entre los manzanos y las secuoyas de California , con la fiebre del oro de motor económico. El joven pionero llegará hasta el Bosque de las Calaveras, templo natural de esos árboles que superan los cien metros de altura: «La secuoya simboliza el sueño americano , la esperanza de un mundo mejor», asegura Chevalier.

Nacida en Washington y residente en Gran Bretaña, confiesa haber vivido su doble nacionalidad de forma dramática: «Voté por mantenerme en la UE y por Hillary Clinton ... Sentí como si me abofetearan dos veces seguidas. Trump solo lleva ocho meses en la presidencia y le quedan cuarenta, aunque no creo que acabe el mandato. Y en el caso de que lo acabe serán cuatro años, mientras que el Brexit será para siempre». Chevalier aplica el símil botánico a la política americana: «Las secuoyas llevan plantadas cientos de años y han visto de todo. Me consuelo pensando que Trump pasará y ellas seguirán allí».

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