El escritor italiano Donato Carrisi, fotografiado en las calles de Roma
El escritor italiano Donato Carrisi, fotografiado en las calles de Roma - VICENS GIMÉNEZ

Todos los pecados caben en la Roma de Donato Carrisi

El escritor italiano trenza intrigas vaticanas, novela negra y thriller psicológico en «El guardián de la oscuridad»

ENVIADO ESPECIAL A ROMA Actualizado: Guardar
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El mantra se repite. «Para que el bien se cumpla es necesario el mal», susurra Donato Carrisi mientras un grupo de turistas le mira con cara de pasmo. Estamos en medio de la iglesia de San Luis de los Franceses de Roma y el escritor italiano señala entusiasmado «El martirio de San Mateo», de Caravaggio, el tríptico que adorna la Capilla Contarelli. «Es casi la foto de la escena de un crimen –anuncia Carrisi–. La gente intenta escapar pero, al mismo tiempo, no puede quitar los ojos del crimen. Ese es el efecto del mal», sostiene el autor, superventas del thriller italiano transmutado en ocasional guía turístico.

Su dedo señala a Caravaggio y nosotros lo seguimos con la mirada porque aquí, justo aquí, es donde uno tendría que empezar a tomar apuntes si tiene intención de convertirse en un penitenciario como el que protagoniza «El cazador de la oscuridad» (Duomo).

Se trata de la segunda entrega de la popular serie protagonizada por ese sacerdote con amnesia metido a investigador teológico y cazador de pecados, que responde al nombre de Marcus y al que Clemente, su formador, arrastra hasta esta misma capilla romana para enseñarle que, en efecto, para que el bien se cumpla es necesario que exista el mal.

«Hace falta la oscuridad para ver la luz», insiste Carrisi, quien se embarca con «El cazador de la oscuridad» en una absorbente intriga criminal que mezcla elementos religiosos, psicológicos y esotéricos y en la que una serie de brutales crímenes cometidos en Roma, los mismos que deberá investigar Marcus, pone al lector tras la pista del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, algo así como la Biblioteca de Alejandría de los pecados. «¿Cuál es el archivo criminal más grande del mundo? ¿El del FBI? ¿El de Scotland Yard? ¿El de la Interpol? Nada de eso: está en Roma, en el Vaticano, justo delante nuestro. Es el archivo de los pecados mortales», informa Carrisi, mientras señala unas escaleras que se abren paso en un lateral del Palazzo della Cancelleria.

Saga y serie de televisión

No lejos de aquí, el autor de «Lobos» y «El Tribunal de las almas» conoció al personaje real que le descubrió este inventario del mal: el padre Jonathan. «En dos horas me contó la historia de thriller más increíble que había escuchado nunca», recuerda Carrisi. Aquellas dos horas debieron ser tan provechosas que el autor italiano planea ya tres libros más de la saga y está a punto de ver cómo la Fox la convierte en serie de televisión. Un nuevo hito para un autor que suma ya más de 3 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y traducciones a 25 idiomas y al que Ken Follett agasaja asegurando que leerle es «como estar en el paraíso». «¡Lo sorprendente es que Follett haya comprado el libro en un librería! Me ha devuelto un poquito del dinero que yo le he dado comprando sus libros», bromea.

Autor de otros títulos de thriller algo más convencional como «La hipótesis del mal», Carrisi aprovecha las pesquisas de Marcus y sus encontronazos con sectas satánicas, intrigas vaticanas y relaciones más o menos tensas con agentes de la ley para interrogarse sobre la naturaleza del mal y acabar concluyendo que si algo algo tiene la maldad es que es invariable. «El bien evoluciona con la humanidad, pero el mal se mantiene igual en el tiempo. El mal es siempre idéntico», sostiene.

Con semejantes ingredientes, parece imposible no acordarse de Dan Brown y sus peripecias religiosas, y por más que Carrisi no rehuye la comparación –«ha revolucionado el thriller , pero también fun gran acierto publicitario, una gran campaña de marketing», asegura–, añade una nueva derivada. «No hay que olvidar que hay otro autor que habló de todos estos temas mucho antes que Dan Brown y sin el que no hubiese existido: Umberto Eco con “El nombre de la rosa”», apunta. Y no hay que olvidar tampoco que, a diferencia de Brown, Carrisi aspira a que la ciudad de Roma y su ambivalente relación con el bien y el mal sea un protagonista más. «Por suerte, los italianos estamos recuperando escenarios que nos pertenecen. En Italia hay dos temas que se exportan: la mafia y el Vaticano, y siempre será mejor que lo aborde alguien que pisa las calles. Hay que vivir en Roma. No creo que “La sombra del viento” lo pudiese haber escrito alguien que no fuese de Barcelona»,

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