Rusia celebra el centenario del nacimiento de Solzhenitsin

A lo largo y ancho del país se están organizando encuentros, seminarios, exposiciones, mesas redondas y distintos actos de homenaje al insigne escritor

Alexánder Solzhenitsin

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Con una mezcla de veneración, indiferencia e incluso repudia celebra Rusia hoy el centenario del nacimiento del Nobel de literatura ruso, Alexánder Solzhenitsin , el hombre que abrió los ojos al mundo sobre los horrores del estalinismo, sobre la terrible realidad de los GULAGs, los campos de concentración creados por el régimen comunista para acabar con sus detractores.

A lo largo y ancho del país se están organizando encuentros, seminarios, exposiciones, mesas redondas y distintos actos de homenaje al insigne escritor. Los principales diarios dedican desde hace días gran parte de sus páginas a glosar su obra. Ayer abrió sus puertas en Moscú, en el edificio Pashkov de la Biblioteca Estatal de Rusia, una conferencia internacional dedicada a su memoria. Lleva el nombre de « Alexánder Solzhenitsin: mirada desde el siglo XXI » y acuden más de 60 especialistas llegados de 11 países.

Las autoridades tienen previsto inaugurar un nuevo memorial en honor del gran literato y no es descartable que el presidente Vladímir Putin se deje ver en algún momento o pronuncie algunas palabras de recuerdo. Mientras, en varios teatros se estrenan producciones inspiradas en obras de Solzhenitsin.

De la que más se habla es de la ópera «Un día en la vida de Iván Denísovich», que debutó el pasado viernes en una de las salas del Teatro Bolshói . Está basada en la novela de Solzhenitsin que lleva el mismo nombre y que relata la existencia en un GULAG contada por el propio escritor, que estuvo recluido en uno de esos campos.

Al frente del espectáculo está su hijo Ignat Solzhenitsin , que ha llegado a Moscú especialmente desde Nueva York y celebra que, a diferencia de lo que ocurría en la Unión Soviética , los trabajos de su padre no estén ahora prohibidos en Rusia. Ignat es director de orquesta y vive en Estados Unidos.

Sin embargo, los jóvenes rusos conocen poco la obra de Solzhenitsin y los que han leído algo de él no se muestran entusiasmados. «Solzhenitsin es un disidente, alguien que se opuso al régimen soviético y un gran escritor», declaraba recientemente a la agencia AFP Alexánder Poliakovski, de 23 años y estudiante del Instituto de Relaciones Exteriores de Moscú ( MGIMO ).

Admite no haber leído nada del escritor ni recordar lo que de él se habló en una de las lecciones de literatura. Por su parte, Alexánder Altunián, profesor en la Facultad de Periodismo, señala que «en una clase de 30 estudiantes, como mucho dos o tres han leído un libro de Solzhenitsin. La mayoría no saben nada de él».

Peor aún ha sido la reacción a las celebraciones vinculadas al aniversario del escritor en algunas ciudades rusas por parte de activistas del Partido Comunistas . Incluso en Moscú ha habido protestas e intentos de reventar actos. Los muchos partidarios de Stalin que hay actualmente en Rusia, en gran parte gracias al enaltecimiento del dictador hecho desde el propio poder, tachan al escritor de haber sido un «traidor» y una persona «ajena» para sus compatriotas por haber vivido tantos años en Estados Unidos.

Solzhenitsin falleció el 3 de agosto de 2008 en Moscú, en su casa de Troitsa-Lúkovo , a causa de una insuficiencia cardiaca. La publicación en Francia de la primera parte de su principal obra, «Archipiélago Gulag», y la concesión del premio Nobel de literatura en 1970 le costaron 20 años de exilio. Poco antes de su regresó a su país natal, en 1994, el diario Niezavísimaya Gazeta publicó una columna asegurando que «nadie en Rusia necesita ya a Solzhenitsin». El articulista sostenía que el antiguo disidente «hace tiempo que dejó de comprender lo que sucede, no sólo en su país, sino también en Occidente».

El presidente soviético, Mijaíl Gorbachov le devolvió la nacionalidad y dio luz verde a la publicación de sus obras. Pero Solzhenitsin no aprovechó aquel momento para reinstalarse en Rusia. El escritor y su familia trataron de justificar la permanencia en EEUU aduciendo que la casa en las afueras de Moscú no estaba aún construida y que sus hijos no habían finalizado los estudios. Pero aquello hizo que se desmoronase la aureola que tenía el escritor de «portador de la conciencia nacional».

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