Leonard Cohen, en el Palau Sant Jordi de Barcelona en 2012
Leonard Cohen, en el Palau Sant Jordi de Barcelona en 2012 - INÉS BAUCELLS

Era un poeta

Ha habido tres grandes escritores que nos han trasmitido su mundo a través de esa rara mezcla entre poesía y voz: Cohen, Dylan y Lou Reed

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Con el premio Nobel a Bob Dylan se ha ensanchado la consideración de la música popular. Acabamos de ver dos hechos casi simultáneos: la elevación del Pop a las categorías de la alta cultura y la muerte de Leonard Cohen, que ha sido el más marcadamente poeta de todos cuantos han coqueteado entre literatura y rock. Hay que decir que Cohen no pertenece a la estirpe del rock, no es un hijo de Elvis. Militaba en otra comandancia de la cultura popular. Fue un cantautor en sentido estricto. Dylan comenzó por los mismos senderos, pero enseguida se vio tentado por el rock. Ha habido tres grandes escritores que nos han trasmitido su mundo a través de esa rara mezcla entre poesía y voz: Cohen, Dylan y Lou Reed.

Da la sensación de que la poesía, que es una amante infiel, al ver el panorama que le ofrecía el siglo XX decidió darse una vuelta por el lado salvaje de la vida. Se quedó mirando las gafas protuberantes y el pelo engominado de T. S. Eliot, la calva poco tentadora de Juan Ramón Jiménez, la calva igualmente poco tentadora de Yorgos Seferis, la barriga poco erotizante de Pablo Neruda, y se dijo a sí misma: necesito un respiro, con estos tipos no me voy a comer una rosca en lo que me queda del siglo XX. Y cuando vio a Cohen y a Dylan lo vio claro: me largo con estos jovenzuelos, están más vivos y me lo voy a pasar muy bien.

Esto no significa que la poesía abandonara a su marido: el arte noble y profundo de la literatura, pero se buscó amantes golfos. Y Cohen es de entre los amantes golfos de la poesía tal vez el menos golfo. El primer editor español que se dio cuenta de que Cohen era un excelente poeta fue Chus Visor, que lo ha editado hasta la fecha y que lo dio a conocer en España ya en 1974 cuando publicó el libro de poemas «La energía de los esclavos», en traducción de Antonio Resines. En la editorial Visor encontrará el lector los libros importantes de Cohen, como el perturbador «Flores para Hitler» (1964). La poesía de Leonard Cohen ha mezclado la narración de la cotidianidad amorosa con los tonos bíblicos, épicos y visionarios, que explican también el tono de su voz y esa melancolía que hay tanto en los poemas como en las canciones. Tres obsesiones pueden describir la poesía de Cohen: mujeres, política y misticismo.

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