Juan Pedro Aparicio reúne las grandes joyas de la «literatura cuántica»

El autor publica «Cien relatos cuánticos de la literatura española», una personalísima antología con un aroma más bien clásico

Juan Pedro Aparicio José María Barroso

B. Pardo

Hay ciertos pasajes dentro de una novela que encierran un mundo. A veces es solo una frase que nos conmueve y nos atrapa, por lo que dice, por lo que deja de decir. Otras es un párrafo, o varios, los que nos interpelan de forma especial. A ese extraño fenómeno el escritor Juan Pedro Aparicio le ha puesto nombre: cuanto (no cuento) integrado. Es un concepto de su cosecha, que se enmarca en una teoría más grande, heredada de la física: la de la literatura cúantica. «En definición aproximada podemos decir que un cuanto es la cantidad que la energía precisa para hacerse visible. ¿Qué sería un cuanto en literatura, según mi propuesta? Si cambiamos energía por narratividad tendríamos la definición del cuanto literario. El mínimo de narratividad necesario para hacerse visible. La narratividad implica movimiento, transformación; pero un movimiento o transformación significativos, que conmuevan, que iluminen, que emocionen», explica el escritor.

Según esa idea, existen cuantos integrados (los que se esconden en una obra mayor, como una novela) y exentos (los que se conciben como tal, como microrrelatos). Con ambos ha elaborado una personalísima antología de nuestras letras, que lleva por título «Cien relatos cuánticos de la literatura española» (Eolas). Ahí encontramos textos más o menos extensos, pero que en muy pocos casos exceden las quinientas palabras. Aunque «la singularidad del cuántico o microrrelato no le viene dada por la poca extensión, sino por la especial relación que existe entre la elipsis y la narratividad», por decirlo en palabras del autor.

Esta tarea, por cierto, recuerda en cierto sentido a la emprendida por Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo en su «Antología de la literatura fantástica». «Bastantes de los relatos allí recogidos son piezas separadas –frases, sentencias, párrafos–, de un conjunto más amplio que, sin embargo, poseen en esas pocas líneas el don de la narratividad. Ese ha sido mi objetivo en esta colección», apunta Aparicio.

Así, lo que nos ofrece aquí es un menú sabroso y variado, con aromas más o menos añejos extraídos de los grandes maestros. «Es un paseo amenísimo por un lugar rebosante de maravillas, esas admirables páginas de nuestra mejor literatura, tan rica y fecunda, capaz de fertilizar muchas otras, americanas y europeas, receptora ella misma de los mejores frutos del Oriente, dueña de una infancia espléndida, por atrevida y desenvuelta, desde los primeros balbuceos de nuestras lenguas romances hasta la madurez de Cervantes y Lope o las creaciones de los grandes autores más cercanos a nuestro tiempo», promete el antólogo.

Para abrir boca, una muestra: el cuanto más breve de este libro, recogido de las «Rimas y leyendas» de Bécquer: «En el carro de los muertos / ha pasado por aquí; / llevaba una mano fuera, / por ella la conocí». «Lo titulé con dudas “Mi amada Amparo”, cuando quizá un mejor título hubiera sido “El amor en tiempos de peste”», remata Aparicio.

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