Arundhati Roy: «El fundamentalismo económico está enlazado con el antiguo fundamentalismo religioso»

La escritora india, autora de «El dios de las pequeñas cosas», regresa a la ficción veinte años después

La escritora india Arundathi Rhoy, a su paso por Barcelona EFE

JUAN CARLOS DELGADO

Arundhati Roy (Shillong, India, 1961) llegó ayer a Barcelona procedente de Suecia para presentar «El ministerio de la felicidad suprema» (Anagrama), novela que supone su regreso a la ficción veinte años después de «El dios de las pequeñas cosas» . Aquella primera obra, que logró el premio Booker y vendió ocho millones de ejemplares en todo el mundo, supuso la consagración en el panorama literario de la activista india. «Sólo la ficción es capaz de contar realmente la verdad», dijo ayer Roy. Por eso no le da «ningún miedo» que esta novela, un ambicioso fresco de la India en el que tiene un peso importante Cachemira –«la región con mayor ocupación militar del mundo»–, «se vea como una obra política». «Sólo la ficción puede hablar de ese terror, de la falta de conexión entre las castas, de cómo se celebra a veces la ocupación militar, de cómo el fundamentalismo económico está enlazado con el antiguo fundamentalismo religioso», aseguró.

Comprometida con el medio ambiente y el pacifismo , Roy explicó cómo los móviles sirven a los poderes políticos para controlar a la población. En ese sentido, recordó una entrevista que mantuvo en Rusia con Edward Snowden en la que éste le dijo que «estamos vigilados constantemente». «La CIA estaba entusiasmada con Facebook porque ya no tienen que buscar información, somos nosotros los que la ofrecemos constantemente». De hecho, en la India, «a través de estos teléfonos se controlan los datos biométricos de las personas, las cuentas bancarias o las llamadas que se hacen». Por ello, «la única manera de escapar a ese control es salir de la Red», precisó Roy.

Pese a todo, la escritora no quiso obviar que «muchos movimientos como la primavera árabe son en parte espontáneos, pero en parte utilizados por otros movimientos. En la novela se habla mucho de cómo funciona la ocupación, la vigilancia, de cómo somos manipulados hasta en las capas más profundas».

Cuestiones políticas

Presente como estaba ayer en Cataluña, el día después del 1-0 , Roy dijo que siempre acaba estando «en los lugares en los que coinciden el arte, la política y la historia», y mantuvo que «cuando pasan cosas muy importantes hay que pararse y respirar». Sin embargo, dejó claro que nunca se pronuncia sobre cuestiones que no conoce de forma directa, como sí conoce el conflicto en Cachemira, que empezó en 1947 y que todavía continúa. «Cada vez que el ejército o la policía actúa de manera violenta contra la población, la resistencia se hace mayor. Además, allí se llega a disparar a los ojos de los adolescentes, y hay un montón de ellos ciegos». Para la escritora, un movimiento de este tipo «crea mártires, que lo van alimentando y, evidentemente, únicamente la fuerza no es ninguna solución», sostuvo.

«No voy a hablar de la situación española porque no la conozco, pero sí puedo decir que a veces hablar es como ir hundiéndote en arenas movedizas, porque en las conversaciones hay muchos actores, falsos islamistas moderados, falsos moderados, y al final la sensación es que se está dentro de una residencia de locos». Ante estos conflictos, «la solución no pasa nunca por una sola cosa, ni solo por hablar, ni solo con violencia. Hay resistencias de varios tipos, la de los que se van a luchar a los bosques o la que puedan hacer los mismos escritores», remató.

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