Un momento de los ensayos de «Antígona de Siria»
Un momento de los ensayos de «Antígona de Siria» - Tabitha Ross
TEATRO

Por las venas de Antígona corre la sangre siria

Primero fue «Las troyanas» en Jordania. Después, «Antígona». Los versos de Eurípides y Sófocles, actualizados, llegan hasta Amán y Beirut de la mano de proyectos teatrales que convierten en actrices a las refugiadas sirias. Una iniciativa que ya es imparable

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Dos mil quinientos años después, los versos de Sófocles siguen teniendo recorrido. Cualquier refugiada siria podría reconocerse, de hecho, en los lamentos e infortunios de Antígona, a quien una ley tiránica promulgada por Creonte prohíbe dar sepultura a su hermano.

En un tiempo en el que el «Estado Islámico» se esmera en volar por los aires la huella grecorromana en Oriente Próximo hay quien se atreve a tender puentes, con éxito, entre el mundo clásico y el cruel presente de un país como Siria. El eco de la tragedia griega por antonomasia se llena de matices en boca de un grupo de refugiadas sirias en Líbano y Jordania. Imposible encontrar mejor prueba de la vigencia y universalidad de los clásicos.

En 1993 Susan Sontag se atrevió a «romper» el asedio de Sarajevo proyectando la voz de Bertolt Brecht entre las ruinas de la ciudad bosnia. En plena guerra de Yugoslavia la escritora estadounidense puso en pie, en condiciones extremadamente difíciles, un montaje de «Esperando a Godot» con un extraordinario valor simbólico. Veinte años después Charlotte Eagar, periodista y productora, y su marido, el escritor William Stirling, cogieron el testigo de Sontag y llevaron los versos de «Las troyanas», de Eurípides, a Amán (Jordania), en un proyecto apadrinado por Oxfam. Su objetivo, aliviar los traumas de medio centenar de refugiadas sirias que, como Hécuba y demás viudas de Troya, lo habían perdido todo.

Un lenguaje común

Así nació el Syria Trojan Women Project. Con un equipo de trabajo de origen mayoritariamente sirio, las refugiadas intervinieron durante un año en los talleres-ensayos percibiendo un salario y participando activamente en la adaptación a la realidad siria del texto de Eurípides, que se transformó sobre la marcha para incorporar las desgarradoras experiencias personales de las actrices.

Un año después, una nueva productora, Aperta Productions, apadrinada por algunos de los artífices del proyecto original, repetía el mismo método de trabajo con una treintena de mujeres sirias. El fin, exportar estos talleres teatrales terapéuticos a otros países de lengua árabe en Oriente Medio y en el Norte de África, tendiendo puentes entre artistas de países occidentales y musulmanes a través de un lenguaje común: las obras maestras de la tragedia griega. El programa también está siendo un éxito en Beirut.

El texto de Eurípides se transformó sobre la marcha para incorporar las desgarradoras experiencias personales de las actrices

Itab Azzam era parte del equipo de producción del Syrian Trojan Women Project en Jordania, y ahora repite experiencia en Líbano. «Como siria, tuve dudas. ¿Valía la pena gastar todo ese dinero? ¿No era mejor dárselo a la gente que más lo necesita? –se pregunta–. Pero luego veo los resultados y creo que empresas como esta proporcionan una verdadera ayuda emocional a un gran número de personas. En la familia siria todo gira alrededor de la figura materna, y queremos mujeres psicológicamente sanas, ambiciosas y realizadas que puedan transmitir toda esa fortaleza a sus hijos y, por extensión, a la sociedad».

Itab trabaja en Beirut con las refugiadas de Shatila y de otros campos de la región, cuyo enemigo no es exclusivamente el «Estado Islámico» o el régimen de Al Assad; luchan también contra una asfixiante opresión patriarcal en una sociedad en la que, más allá del ámbito familiar, desempeñan un rol irrelevante. «Antígona es una heroína rebelde –explica–, se rebela por lo que cree que es justo. Como mujer, la admiro. Admiro su coraje y tenacidad. En «Las troyanas», las mujeres son las víctimas. En «Antígona», la dinámica es muy diferente: habla de una mujer fuerte decidiendo su propio destino».

La opción del suicidio

La tragedia de Antígona, que pierde a sus dos hermanos en la guerra, es muy familiar para las actrices. Muchas de ellas son viudas, otras vieron morir a sus hijos en la guerra o arrastran la frustración de no haber podido dar sepultura a sus muertos, y como Eurídice, la esposa del inflexible Creonte, algunas intentaron recurrir al suicidio. Los talleres, y la reflexión en torno a los versos de Sófocles, ha sido una liberación para ellas.

Dina Mousawi, profesora de interpretación, era la encargada de lograr que las actrices aprendieran a canalizar sus emociones a través del teatro. «Lo más interesante –cuenta– es que se sentían identificadas con diferentes personajes. Unas se sentían próximas a la hermana de Antígona, Ismene, porque, como ella, no harían preguntas ni osarían desafiar el poder establecido, obedeciendo por miedo. Otras se sentían identificadas con Creonte (en el que quieren ver a Bashar Al Assad), como una mujer que había perdido dos hijos y tuvo que tomar decisiones muy difíciles que la enemistaron con otros miembros de la familia. Y por supuesto, muchas se identificaban con Antígona, no solo por haber vivido historias muy similares, sino porque habrían hecho exactamente lo mismo en su lugar».

Lo que comenzó como un grupo de mujeres tímidas y dubitativas se convirtió en uno de mujeres valientes y atrevidas (Dina Mousawi)

«A veces el ánimo estaba por los suelos, y la razón era la muerte de alguien cercano o quizá una bomba en su pueblo natal. Otras, era la dinámica del ejercicio la que repercutía en el estado de ánimo –recuerda Dina–. Un día, queriendo que las actrices aprendieran a hablar más alto y a respirar usando las técnicas que les había enseñado, les pedí que se dirigieran al rincón más lejano de la habitación y, simplemente, dijeran una fase cualquiera. Al principio se trataba de frases irrelevantes y sin sentido, pero poco a poco se convirtieron en emotivas reivindicaciones políticas. Al finalizar el proyecto me sorprendió ver la confianza que tenían en sí mismas. Lo que comenzó como un grupo de mujeres tímidas y dubitativas se convirtió en un grupo de mujeres valientes, atrevidas y llenas de energía».

El musical «Oliver!»

La catarsis llegó al punto más alto el pasado mes de diciembre en el teatro Al Madina de Beirut. El duro trabajo dio sus frutos sobre el escenario cuando «Antigone of Syria» vio la luz. Sin embargo, el sueño de llevar a cabo una gira internacional se vio frustrado ante las extremas dificultades en la obtención de los visados.

Pero Amán y Beirut son solo el principio. Hace unas semanas, el proyecto de Jordania volvió a ser noticia con el estreno de una versión en árabe del musical «Oliver!» interpretado por una compañía de niños procedentes de los campos de refugiados; mientras, en Beirut, Dina Mousawi prepara «Terrestial Journeys», una mezcla de poesía, teatro y artes visuales, con un equipo integrado por algunas de las actrices de Antígona.

Como dijo Augusto Boal, padre del Teatro del Oprimido: «Tenemos la obligación de inventar otro mundo porque sabemos que otro mundo es posible. Pero nos incumbe a nosotros el construirlo con nuestras manos entrando en escena, en el escenario y en la vida». Las refugiadas sirias de Shatila dan fe de ello.

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