El escritor bosnio Velibor Colic, en Madrid
El escritor bosnio Velibor Colic, en Madrid - IGNACIO GIL
LIBROS

Velibor Colic: «En la guerra te vuelves más ateo. Yo sustituí a Jesús por Franz Kafka»

Tras el tremendo aldabonazo de «Los bosnios», que retrataba con extrema crudeza los horrores de la última gran guerra europea, la de Bosnia, Velibor Colic recurre a la ironía y el humor con «Manual de exilio», retrato de su nueva vida en Francia

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No pasa nunca inadvertido. Ni por su envergadura, ni por su acento, ni por su balcánico sentido del humor. Velibor Colic (Modrica, Bosnia-Hezegovina, 1964)vio reducida a cenizas su casa y sus manuscritos durante la guerra. Alistado en la Armija bosnia, desertó, fue apresado y huyó a Francia. Manual de exilio es la segunda novela que publica en España, tras el impacto de su primer libro traducido también por Periférica, Los bosnios.

¿Le da miedo la muerte?

Ahora empieza. Ahora empiezo a darme cuenta de que no soy inmortal. La idea de mi propia mortalidad se ha hecho evidente. Si el avión empieza a moverse pienso en ella, pero en cuanto se estabiliza me olvido de ella. La literatura, una vez más, me ayuda.

Con los años lo que sí estoy haciendo es cuidando la descripción de la muerte en mis personajes, su respiración, algunos ven ángeles, otros una luz. Intento explorar ese momento. Uno ve una estrella, y luego una constelación de estrellas.

¿Espera algo después?

A veces sí, a veces no. Pero mi lema es carpe diem.

¿Ha publicado sus diarios de guerra?

Sí, son Los bosnios. Hay otra Crónica de los olvidados, pero solo se ha publicado en serbocroata.

Ahora disfruta, como dice en su libro, de una especie de segunda vida. ¿Una segunda oportunidad?

«La línea del exilio es interminable. Hay muchas formas de vivirlo»

Sí. Hay algo muy divertido, y es que he publicado tres veces un primer libro. Primero en Yugoslavia cuando era muy joven, luego publiqué mi primer libro en Francia en serbocroata, y por último mi primer libro escrito originalmente en francés. O sea, que es la juventud eterna. Segunda oportunidad, no lo sé. Pero segunda vida, sí. El exilio es una ruptura, hay un antes y un después. Ahora tengo 52 años. Hay muy pocos exiliados que como yo han conseguido después del exilio mantener su profesión, salvo los jugadores de fútbol. Pero la línea del exilio es interminable. Hay algunos que están amargados, porque antes tenían un hotel y ahora son conserjes. Hay muchas formas de vivir el exilio. Son discusiones interminables. Ahora hace falta un poco más de alcohol para volver a esas discusiones y comparar lo que ocurría en nuestro país con el primer shock cultural.

¿Escribe en francés o en serbobosnio?

Sólo en francés. Tengo tres idiomas: mi lengua materna, mi lengua de cada día y un idioma de escritura. Ahora ya no me planteo la pregunta. Cuando escribo pienso en francés. Cuando sueño no sé en qué idioma sueño. A veces sueño con las mezquitas de Sarajevo en Estrasburgo. Cuento de cero a diez en serbocroata. Cuando estoy un poco enfadado maldigo en francés. Pero cuando estoy furioso juro en serbocroata. La cólera me hace hablar en serbocroata.

¿Volverá a vivir en Bosnia algún día?

Voluntariamente, no.

¿Será siendo «el refugiado»?

«Ser extranjero es tener un acento en todas partes, incluso en tu casa»

Sí. Me defino como un hombre con acento. Es el idioma lo que hace de mí un extranjero. La diferencia con los sirios que llegan es que yo no soy visible como extranjero. Pero cuando empiezo a hablar se dan cuenta de que soy extranjero. Ser extranjero es tener un acento en todas partes, incluso en tu casa. Es el acento lo que me define como extranjero. Es tremendo ser visible. En el metro puedo pasar por un parisino cansado, o por un belga.

¿Volviendo al origen, ha acabo por convertirse en «el extranjero»?

Así es.

¿Con autoironías como «el Hemingway de los Balcanes» no pretende también ayudar a los expertos en mercadotecnia del mundo editorial?

Para mí no es más que una armadura para protegerme.

Dice en su libro: «Nosotros sólo intentamos construir tres países grandes en interior de uno pequeño». ¿Fue ese uno de los problemas que llevaron a la guerra?

«Cuando los sueños son tan grandes en países tan pequeños las fronteras estallan»

Sí, sí, desde luego. Estaban ahí los tres sueños de crear la Gran Serbia, la Gran Croacia y la Gran Bosnia. Cuando los sueños son tan grandes en países tan pequeños las fronteras estallan, y mi casa estaba en medio de esas fronteras de esos países soñados. Hay un término monstruoso, que nunca hay que olvidar en Europa, que es la limpieza, la purificación étnica. Ahora mi región es la República Serbia y ahí ya no hay croatas ni bosnios. Al otro lado han expulsado a los serbios. Nadie ha ganada. Hablamos de cuatro millones de bosnios antes de la guerra, y ahora hay dos millones de esos desplazados en el extranjero y dentro del país. Es un drama del que se habla poco, porque muchos no son contados como refugiados. La limpieza étnica es la vuelta del nazismo.

¿Demasiada memoria, demasiada historia, demasiado rencor para digerir?

Es demasiado. El sitio donde naces te identifica, te hace como persona. No es lo mismo nacer en Sarajevo que en Zúrich. A Ernesto Sabato, el gran escritor latinamericano, le invitaron a Suiza y un periodista le preguntó cómo era posible que en América Latina tuvieran tantas novelas increíbles y ellos en Suiza muchas menos. Y Sabato respondió que cuando Guillermo Tell fue incapaz de matar a su hijo perdieron una gran oportunidad de tener una tragedia nacional. Al final, cuanto más francés soy en la literatura más balcánico y más oriental soy en mi forma de ser y de sentir.

¿Es el nacionalismo uno de los grandes males de nuestra época?

«El nacionalismo es el peor mal de nuestra época»

El peor.

¿Fue la de Bosnia una guerra civil?

Ahh, sí, pero no solo. Nueve víctimas de cada diez fueron civiles. Fue una guerra contra los civiles. Si tuviera que hacer como en la radio francesa, cuando me piden que cuente la guerra en 45 segundos, lo hago así. Hay tres niveles: primer nivel, genocidio. A veces reconocido, a veces. Lo que pasó en Srebrenica fue un genocidio. Hubo memoricidio, matar la memoria de cuando vivimos juntos. En mi pequeña ciudad de la República Serbia, donde había una mezquita desde hace cinco siglos ahora hay un supermercado. Donde estaba la iglesia católica hay un parque. El tercer nivel es bastante nuevo y viene de un intelectual serbio, el alcalde de Belgrado, que lo llama urbicidio. Matar las ciudades. Y lo puedes ver en Sarajevo, rodeado de montañas. Cuando le preguntan al general serbio manda las tropas, Mladic, cuál es el objetivo, el objetivo es la propia ciudad. Sarajevo, Vukovar, Mostar..., las ciudades más bonitas y más mezcladas, fueron las más destruidas.

¿Qué queda, qué es hoy Bosnia-Herzegovina?

Tengo miedo por mi país.

¿Es un país?

Para mí sí, pero hay muchas capas de frustración que se van acumulando. Frustraciones entre los bosnios, frustraciones entre los serbios... Está totalmente paralizada, y como Europa ya no mira hay una serie de nuevos Estados, que son muy ricos y muy poco democráticos, que levantan mezquitas, como Qatar, los Emiratos Árabe Unidos. En todo el lugar donde los valores europeos han retrocedido estos países han ocupado ese vacío. Si Bosnia no le interesa a Europa, sí le interesa a Arabia Saudí.

¿Le da miedo Marine Le Pen? ¿Cómo explica su auge, el de la ultraderecha, el miedo al otro?

Es populismo de extrama derecha. Tengo una opción que es Berlín si Marine le Pen gana. Berlín o Barcelona.

¿Si gana Le Pen, se marcha?

A menos que haya una resistencia organizada. Cultural, por supuesto. Francia es un país muy inteligente. Marine le Pen se aprovecha de la Europa que ha hecho muchas tonterías, y se aprovecha de los atentados. Se nutre de todo ello. Estuve en París, en la Plaza de la República, manifestándose tras el atentado contra Charlie Hebdó. Éramos muchos, y no teníamos miedo y no había odio. Eso me dio esperanza.

La última. ¿Quién es Velibor Colic?

Ciento diez kilos de acento. Voilà. Pero quiero adelgazar. Ya puede poner ciento siete kilos de acento, porque estoy a régimen.

Ver los comentarios