MÚSICA

La última cita de Rob Sheffield

En «Vives en las cintas que me grabaste», el crítico de «Rolling Stone» evoca su primer matrimonio a partir de su memoria musical

Rob Sheffield
Jaime G. Mora

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Una noche, mientras buscaba unos papeles en unas cajas viejas, Rob Sheffield (Boston, 1966) encontró una cinta recopilatoria que le había grabado su primera mujer: «Uno de los trastos inútiles que Renée dejó atrás, entre los que supongo que me incluyo».

Era una de las muchas que Rob y Renée se grabaron mientras estuvieron juntos. Pero a diferencia de otras cintas –cintas para bailar, para dormir, para sacar al perro–, Renée nunca le puso a Rob esta grabación: «Tampoco escribió la lista de canciones, o sea que no sé qué me espera. Pero intuyo que la noche va a ser larga. […] Me sirvo otro café y dejo que la música haga conmigo lo que se le antoje. Es una cita. Estamos solos, Renée, las canciones que ella eligió y yo».

Suena la primera canción: «Shoot the Singer», de Pavement , el grupo preferido de ella. Suena «Cemetry Gates», de The Smiths : «Todas esas personas, todas esas vidas / ¿Dónde están ahora? / Con amores y odios / Y pasiones como la mía / Nacieron / Y luego vivieron / Y luego murieron / Parece tan injusto / Quiero llorar».

Rob y Renée tenían 23 años cuando se conocieron en un bar de Charlottesville, Virginia. El camarero puso un álbum de Big Star y ella fue la única que reaccionó. Bebieron whisky y hablaron de música. Rob prometió a Renée que le grabaría una cinta.«Nunca llegaré a comprender los millones de formas en que la música une a las personas», dice Sheffield.

Él era un chico tímido y flacucho, un friki de Boston. Ella, una chica de campo, «una punqui cañera de los Apalaches». Lo único que tenían en común era la música. «Fue nuestra primera conexión y dependíamos de ella para seguir juntos». Dos años después se estaban casando: «Enamorarse de Renée no era algo de lo que no pudiera salir indemne. No tuve opción. Me dejó tambaleándome».

Para el baile de recién casados eligieron «Thirteen», la canción de Big Star que les había unido. Les gustaba pensar que envejecerían juntos. Pero el matrimonio solo duró cinco años y diez meses. Renée murió a los 31 años de una embolia pulmonar: «Se levantó, dio un paso y se desplomó encima de la silla de su despacho. […] La forense me dijo que había muerto al instante».

Sheffield, crítico musical en la revista «Rolling Stone» desde hace dos décadas, vuelca a partir de su banda sonora en « Vives en las cintas que me grabaste » (Blackie Books) los recuerdos de su historia con Renée, aquellos años en los que Rob por fin salió de su cuarto para ir en busca de aventuras.

«Vives en las cintas…» es un libro de duelo, porque en él ambos mantienen su última cita. Es también un libro de amor, porque el amor es inventar un lenguaje propio: el suyo fue la música. «Cada cinta de mezclas cuenta una historia. Ponlas todas juntas y tendrás la historia de una vida», escribe Sheffield. «Nada como una vieja cinta recopilatoria para revivir todo eso». Los recuerdos a menudo se activan de manera inesperada. Es un libro sobrecogedor, emocionante. Se lee con el corazón encogido.

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