ARTE

Soledad Sevilla: «Somos muchos los que aún sentimos vocación por la pintura»

Soledad Sevilla es una de nuestras autoras más hondas. (Casi) toda su trayectoria se reparte ahora entre el CAAC de Sevilla, donde muestra sus instalaciones, y Valencia, que se ocupa de su pintura

Soledad Sevilla ROCÍO RUIZ

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Soledad Sevilla (Valencia, 1944), se reivindica como pintora. Aunque ahora el CAAC la convoque en sus salas por tres grandes instalaciones «andaluzas», las que realizó inspirándose en la almadraba de El Rompido , en Huelva; en el patio de armas del castillo de Vélez Blanco (Almería); y en la sevillana Torre de los Guzmanes , y que ahora reproduce en las zonas monumentales del museo. Su pintura sí que se ofrece de forma extensa en Bancaja, en Valencia. Ambas citas dan una buena idea de lo que ha sido su devenir, el que la convierte en una de nuestras creadoras veteranas más intensas.

La muestra del CAAC suscita interesantes debates. Uno de ellos es el de la reactualización de tres obras que fueron pensadas para emplazamientos distintos. ¿Cómo se recuperan sin perder su esencia?

Una de las características de mi trabajo, como mencionas, es que se desarrolla en un espacio determinado. Eso me ha obligado a readaptarlas para este nuevo emplazamiento, la zona monumental del CAAC. Creo que en ese trasvase no han perdido.

Ni los espacios, ni usted son los mismos de hace 20 años. ¿Qué nuevas lecturas ganan las piezas en su recuperación?

Lo que yo hago aquí es enfrentarme a un nuevo espacio con la premisa de emplear los mismos elementos que usé en su momento para que el reto sea darle una nueva lectura a un entorno. Pero tengo que puntualizar que soy una persona en activo y que me gustaría que me pidieran instalaciones nuevas...

Era una de mis preguntas...

Parece que lo que interesa ahora es recuperar mi pasado. Te reconozco que me aburro un poco volviendo a recuperar obras anteriores como las de los hilos... Bueno, en este caso no porque me he tenido que enfrentar un espacio que es inmensamente más grande que el de La Torre de los Guzmanes y las soluciones que hemos tenido que emplear han agudizado nuestro ingenio.

Y si le hubieran dado una carta blanca en el CAAC, ¿qué habría salido de allí?

No puedo responder. Tendría que pensarlo y meditarlo mucho. Eso también es la base de mi trabajo. No me gusta improvisar nada...

Y esto lo hace ahora que tanto se habla de «memoria histórica».

No creas que tengo una mirada nostálgica o de recuperación de la Historia. No cabe duda de que esos ingredientes están en las piezas, pero mi acercamiento a ellas, incluso ahora, ha sido otro. Lo que he querido lanzar es una llamada visual. Ese no es el origen de mi trabajo. Si intentara intelectualizar desde esas premisas, no me saldría nada. Suelo ser una persona más «sensible» e intuitiva.

«Soy una persona en activo. Me gustaría que me pidieran instalaciones nuevas»

¿Hay mucha diferencia entre la Soledad Sevilla pintora y la que hace instalaciones?

Siempre digo que soy pintora. Lo que me gusta es pintar. Y por eso mis instalaciones derivan de mis pinturas, y al revés, porque éstas me invitan a pintar. Prefiero encerrarme en el estudio, pelearme allí con la obra; me gusta su paz, su silencio, su austeridad, su soledad, que es lo que requiere un lienzo. La instalación precisa de unos conocimientos técnicos que no tengo y que suplo con la colaboración de otros. Tú puedes sugerir el proceso, pero es distinto al de la pintura, en la que está conectada tu mente con tu mano y estás en guardia desde que comienzas hasta que terminas. Pero me gusta el espacio. Por eso hago las instalaciones.

Le pregunto ahora por su altruista gesto de donar dos de las obras al CAAC. ¿Debería ser algo más habitual?

No creas que soy muy partidaria de donar. Si lo hacemos, dejan de comprarnos. Lo que ocurre es que nunca te van a adquirir las instalaciones. He debido de realizar más de 60 y solamente he vendido una, a la Caixa, curiosamente la de la serie de La Alhambra. Nunca aspiro a que me compren una instalación, pero sí a que me compren cuadros.

Soledad Sevilla en el Centro Andaluz de Arte Contemporaneo VANESSA GOMEZ.

¿Se plantean los artistas en vida el destino de su legado?

Yo no. Llevo tantísimos años pintando y produciendo, que no tengo ni idea de dónde está todo lo que he hecho. Para la exposición de Valencia se ha tenido que hacer una investigación de altura. No siempre tengo los datos de dónde fue a parar cada obra. Pero cuando una obra sale de mis manos, prefiero olvidarme de ella.

Mencionó la muestra de Bancaja. ¿Qué visión de Soledad Sevilla es la que se quiere dar en ella?

Lo que María del Corral y Lorena como comisarias han querido esbozar, como ocurrió hace un año en Fuenlabrada, es una retrospectiva para plasmar mi labor como pintora. Su título es Sobre color, porque es lo que allí predomina.

¿Le han menospreciado en el arte por ser mujer?

No. Quizás en los inicios ocupé un lugar secundario. Es cierto que no se te consideraba al nivel que los hombres. A la hora de exponer, no te daban las mismas oportunidades y los precios no eran los mismos. Eso se ha ido corrigiendo. Lo que sí que queda todavía es la idea de que hay un determinado modelo artístico que se considera «más masculino». Si algo apunta a ser femenino en una obra y su finalidad no es reivindicativa, se sigue denostando. Es así porque no se corresponde con la imagen del arte que ha creado el hombre a lo largo de los siglos.

Su cita en Sevilla coincide con la de otra pintora joven, Ana Barriga. ¿La técnica demuestra que tiene músculo para rato?

El trabajo de Ana me ha encantado. Me ha parecido valiente, hermoso, rotundo. Y sí: la pintura ofrece aún muchas posibilidades. Lo que ocurre es que es más difícil y duro enfrentarse a una tela en blanco que coger una cámara o grabar un vídeo. La pintura tiene recorrido porque somos muchos los que sentimos vocación por ella. Mientras eso ocurra, seguirá avanzando.

¿Ha cambiado con el tiempo?

Las obsesiones son las mismas. Si uno ve una expo mía parece una colectiva, pero si analiza mi obra, hay una constante, una unidad que repito. Por acumulación, lleno campos extensos para que desaparezcan las unidades. Esa es mi pretensión. No soy de brochazos enérgicos, sino de trabajos más minuciosos, de repetir y repetir.

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