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Vassallo, trabajando en su mesa de dibujo - Ángel de Antonio
DE PUERTAS ADENTRO

Silencio, intimidad, distancias cortas... Luis Vassallo

Un espacio diáfano, casi industrial, ordenado e impoluto, es el entorno en el que realiza su pintura Luis Vassallo. El joven artista vive ajeno a las multitudes, a los ruidos, concentrado en la luz y la música de la que emana su obra

MADRID Actualizado: Guardar
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A lo largo de estos meses, hemos visitado muchos estudios de pintores donde restos de sus labores quedaban bien visibles en paredes o suelos. Ellos serían lo que comúnmente se denomina «pintores-pintores». Y que nadie nos malinterprete: no significa eso que Luis Vassallo (Madrid, 1981) no pueda ser incluido en este saco, pero lo primero que llama la atención cuando uno penetra en su taller es su pulcritud: un orden casi germánico, unos suelos pulidos e impolutos, unos materiales y objetos perfectamente agrupados, los piceles con los pinceles, los libros con los libros, los recortes con los recortes...

«Pues aunque no te lo creas, me cuesta un montón encontrar las cosas –se defiende–. Más que ordenado, yo me defino como silencioso, y, a la hora de trabajar, supongo que quedará reflejado como soy.

Ahora bien, es cierto que el rollo Francis Bacon tampoco va conmigo. No soy un maestro del orden pero, de vez en cuando, en determinados momentos del día, conviene hacer un parón y obligarse a recoger. De hecho, esta puede ser una buena actividad para arrancar una jornada».

Trabajo y vida, de la mano

Vassallo tiene su estudio en Madrid, en la zona de Noviciado. Este es también su vivienda, algo que no persiguió, pero que le agrada que así sea: «Me interesa por la intimidad que aporta. Yo trabajo en un estudio de diseño por las mañanas, por lo que todo el tiempo que ahorro en otro desplazamiento es tiempo que gano para la obra. Y me gusta que trabajo y vida vayan unidos, por lo que no tiene sentido separar ambas facetas en mi día a día». Este barrio es bien conocido por el pintor («aquí he pasado muy buenos ratos siendo adolescente»), por lo que, a la hora de independizarse, era hasta natural acabar en sus calles: «Me interesaba además vivir en el centro, cerca de las tiendas de materiales de Bellas Artes que utilizo, cerca de las galerías y los museos para que ir a sus inauguraciones no supusieran un corte en mi ritmo».

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