Ilustración del «Heike monogatari» o «Cantar del Heike», de finales del siglo XII
Ilustración del «Heike monogatari» o «Cantar del Heike», de finales del siglo XII
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«Sakura», las culturas del Sol Naciente

La cultura japonesa en sus muchas variantes, de la literatura a la cocina, cada vez es más popular en España. «Sakura» es el diccionario en el que se desvelan todos sus misterios

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Que la cultura japonesa ha calado de un modo especialmente intenso en el mundo occidental es un hecho incontestable. Todo comenzó con la expedición a Japón del comodoro estadounidense Matthew C. Perry a mediados del siglo XIX, un acontecimiento que resultó definitivo para la ruptura del aislamiento en que se encontraba el país y el inicio de su comercio con el resto del planeta. Desde entonces, la estética nipona ha influido muchísimo fuera de las fronteras del Imperio del Sol Naciente, notablemente en las artes europeas de finales del siglo XIX, que comenzaron a acusar una influencia que no ha hecho más que crecer con el paso de los años.

En las dos primeras décadas del siglo XXI lo japonés está presente en todos los ámbitos de nuestra cultura: todo el mundillo lírico español se ejercita en el haiku; todo el mundo devora «sushi»; el manga y el «anime» forman parte de nuestra vida cotidiana, y aún más de la de nuestros hijos y nietos.

El manga, por ejemplo, ha conseguido lo que no habían conseguido antes las «daily strips» norteamericanas ni la «bande dessinée» franco-belga: atraer a las niñas y jovencitas de manera masiva al universo del tebeo, confinado con anterioridad al gueto masculino. En el terreno de la gastronomía, no hay ciudad española en la que no se pueda uno iniciar en los secretos de la cocina japonesa, y eso ha ocurrido en los últimos tiempos.

La flor del cerezo

Para dar fe de esta invasión pacífica de la cultura nipona, un gran conocedor del tema, Carlos Rubio (Cazalegas, Toledo, 1951), autor de innumerables traducciones y estudios al respecto, ha reunido a otros tres especialistas -James Flath, Ana Orenga y Hiroto Ueda- para llevar a cabo el «opus magnum» de un diccionario de cultura japonesa que lleva por título «Sakura», una palabra muy representativa y característica de lo japonés que designa la flor del cerezo. En más de tres mil definiciones los autores de «Sakura» nos muestran lo poco que sabemos de antemano de la cultura japonesa y, sobre todo, lo mucho que ignoramos de ella, utilizando de forma muy pedagógica el color rojo para las distintas entradas léxicas y el negro para el resto del comentario sobre cada voz, que incluye sus equivalencias en silabario «hiragana» y en sinogramas «kanji», la adscripción al género masculino o femenino de cada japonesismo, una definición del mismo en castellano y en inglés, numerosas fotografías e incluso alguna frase didáctica de uso. El sistema de alfabetización adoptado es el Hepburn, creado a fines del siglo XIX por el lingüista americano James Hepburn, que es el que utiliza el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón en sus publicaciones y que, además, se basa en una transcripción fonética fácilmente asimilable por los hispanohablantes, target fundamental del diccionario. El diálogo fecundo entre culturas que entraña un libro como este viene refrendado por sendos textos preliminares del embajador de Japón en España, Masashi Mizukami, y del embajador de nuestro país en Tokio, Gonzalo de Benito.

Nadie en nuestros días que se precie de culto puede ignorar el nombre -por ejemplo- de la señora Murasaki y su «Historia de Genji»

Los ámbitos léxicos de los artículos figuran abreviados al comienzo de los mismos. Así, (ar) por Arte, (ar mar) por Artes marciales, (arm) por Armas, hasta llegar a (tr) por Transportes, (vi) por Vivienda y (zo) por Zoología, si citamos tan solo los tres primeros ámbitos y los tres últimos por orden alfabético. Todo ello supone un esfuerzo lexicográfico muy notable que ha encontrado en la editorial asturiana Satori -que ha tomado su nombre del término japonés para «iluminación» o «despertar» (en la tradición zen) y que publica con exclusividad libros sobre temática nipona- su destino ideal. Si existen editoriales centradas solamente en esa temática, eso quiere decir que la cultura japonesa está viva en nuestro país y en el resto del mundo occidental, y que se da un consumo importante de todo lo que atañe a Japón en nuestro comercio, y que nadie en nuestros días que se precie de culto puede ignorar el nombre -por ejemplo- de la señora Murasaki y su «Historia de Genji» (comienzos de nuestro siglo XI), o del anónimo «Heike monogatari» (finales del XII). Y que es evidente que no podríamos vivir, ni pensar, ni sentir, por decirlo en pocas palabras, sin la decisiva aportación de Japón a la cultura universal.

Niponología

El recorrido por las páginas de Sakura supone una experiencia de inmersión en la niponología que no hubiésemos previsto ni en nuestros sueños más optimistas hace solo unas décadas. Salvo ciertos jesuitas que, siguiendo las huellas de San Francisco Javier, nos daban a conocer en publicaciones inencontrables alguna joya aislada de la literatura japonesa traducida del original, nadie en España hasta hace bien poco traducía directamente del japonés. Hemos tenido que esperar hasta el siglo XXI para que se vertiera -y no del japonés sino del inglés- la celebérrima «Historia de Genji» (esa «Recherche» de Proust nueve siglos antes de Proust) en dos versiones diferentes (Atalanta y Destino).

Aún no tenemos aprobada la asignatura del conocimiento directo de las literaturas del Extremo Oriente a través de sus lenguas originales. Pero es cierto que estamos haciendo méritos para aprobarla, pues se enseña cada vez más el chino, el coreano y el japonés en diferentes escuelas y academias esparcidas por toda España. Y, lo que es más importante, existen en nuestro país estudiosos como Carlos Rubio, autor de libros tan relevantes en este campo como «El Japón de Murakami» (Aguilar), «Claves y textos de la literatura japonesa» (Cátedra) o «Los mitos de Japón» (Alianza). Y, ahora, en colaboración con J. Flath. A. Orenga y H. Ueda, de este «Sakura. Diccionario de cultura japonesa», cuya aparición en librerías saludo con entusiasmo y agradecimiento.

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