Fotografía de Irene Cruz de la colectiva del Canal de Isabel II
Fotografía de Irene Cruz de la colectiva del Canal de Isabel II
ARTE

Una posible respuesta para la fotografía española

Qué mejor escenario que PHotoEspaña para hacer un repaso de lo que ha dado de sí lo que llevamos de siglo en la nueva fotografía española. Ese es el contenido de «Un cierto panorama», en la Sala Canal, una de las citas de tesis de este festival

MADRID Actualizado: Guardar
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La continua y vertiginosa evolución que la fotografía española de autor ha venido experimentando en los primeros años del nuevo siglo XXI como expresión de un lenguaje artístico polisémico, mestizo, ubicuo y lleno de salud creadora requería ya de una revisión expositiva seria y profunda. Una propuesta que se convirtiera en referencia y en documento de estudio y consulta. Estoy seguro de que «[Un cierto panorama] –reciente fotografía de autor en España–» puede ser una posible respuesta a estas necesidades.

La muestra, incluida en el programa de PHotoEspaña, ha sido comisariada por Jesús Micó, uno de nuestros especialistas en fotografía española actual más fiables y experimentados. Le avala su amplia trayectoria como docente y comisario, con algunas propuestas que le han servido para conocer de primera mano el trabajo de muchos de nuestros fotógrafos de última generación.

Estoy pensando en proyectos como «Talent Latent» y, sobre todo, en la excelente programación expositiva de la Kursala de Cádiz (un auténtico semillero del que han salido algunos de los nombres más destacados de nuestra joven fotografía), a la que acompaña una cuidada línea editorial como son los Cuadernos de la Kursala.

En clave generacional

Hablando de última generación, este sería uno de los rasgos características del proyecto: el haber planteado una panorámica de la reciente fotografía de creación en nuestro país que puede –y debe– leerse en clave generacional. Una generación de fotógrafos que pivotaría en torno a los treinta años. Para dar una visión general de las diversas propuestas, enfoques, sintaxis, temáticas, estilos y resultados, Micó, con buen criterio, ha optado por centrarse en esta lectura generacional en lugar de intentar establecer una serie de clasificaciones y taxonomías que, debido a la pluralidad de los lenguajes y miradas empleadas, habría dado siempre un acercamiento inevitablemente parcial y sectario.

De esta forma como el propio comisario señala: «No se ha tratado de hacer una exposición con una unidad de planteamiento (temático, formal, conceptual) sobre el que trabajar con los artistas, sino que ha sido precisamente lo contrario: una muestra abierta, heterogénea, plural. Es decir, una propuesta basada en la idea de diversidad. Lo importante de ella reside en la riqueza de su multiplicidad de proposiciones (de nuevo: temáticas, formales, conceptuales...). Nuestra muestra es un amplio estudio, uno más de los posibles, que podrá servir para definir más claramente e identificar algunas de las nuevas y más interesantes líneas estilísticas que está tomando la fotografía española en este primer cuarto del siglo XXI».

Fotografía de Mar Sáez de la serie «Vera y Victoria»
Fotografía de Mar Sáez de la serie «Vera y Victoria»

Así pues, en cierto modo, la diversidad se convierte en uniformidad al presentar proyectos muy plurales y muy diferentes entre sí, pero que albergan asimismo algunas de las mecánicas de creación más habituales dentro de esta reciente generación de fotógrafos, y que establecen ciertos nodos de interrelación y comunión entre ellos. Me estoy refiriendo, entre otros, a la proliferación de colectivos de edición y promoción, a una globalización temática que borra fronteras e identidades locales, y, sobre todo, al florecimiento del fotolibro como el gran formato de referencia actual.

Otra de las particularidades de esta muestra, y es algo que igualmente debe ponerse en el haber de Micó, es el hecho de no presentar un conglomerado de diferentes obras aisladas de los autores seleccionados, lo que hubiera terminado por suponer un confuso y abigarrado tótum revolútum –en el que lo distinto acabaría por convertirse en distante–, sino que, por el contrario, se ha considerado imprescindible mostrar proyectos integrales de cada uno de los 54 fotógrafos elegidos.

También podemos calificar como acierto la estrategia con la que se ha estructurado la exposición, articulada en tres apartados concretos que hacen referencia a los tres formatos fundamentales por los que, en la actualidad, transitan la gran mayoría de autores: la obra expuesta en pared, la formalización y presentación siguiendo procesos audiovisuales, y, finalmente, la vía que –como acabo de mencionar– quizás cuenta actualmente con un mayor número de acólitos: el fotolibro.

Otra forma de excluir

Como siempre he dicho, toda selección rima indefectiblemente con exclusión. Este es uno de los grandes –en ocasiones insalvables– obstáculos de un proyecto de estas características. Dentro del primer apartado expositivo mencionado, el comisario ha elegido a seis fotógrafos (Bego Antón, Elisa González, Teo Barba, Jon Cazenave, Jesús Monterde y Bernardita Morello) que ocupan un espacio preferente en las distintas plantas de la sala.

Cada uno muestra un proyecto completo que, como hemos dicho ya, permite al espectador no tener que hacerse una idea sesgada y parcial. Me interesan especialmente Cazenave, Elisa González y Morello. Este protagonismo, inevitablemente, se lo resta también a otros autores que muy bien podrían haber estado asimismo representados de una manera más «evidente». Pienso así en nombres como Patricia Bofill, Irene Cruz, Alberto Feijóo, Jorge Fuembuena, Mª José García Piaggio, Olmo González, Mara León, Jesús Madriñán, Daniel Mayrit, Pachi Santiago... O también. ¿Por qué no?

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