ARTE

Un pabellón perforado y vaciado por Sergio Prego e Itziar Okariz

Comisariados por Peio Aguirre, los creadores vascos Itziar Okariz y Sergio Prego «desocupan» el pabellón español en la Bienal de Venecia, que arranca el viernes

Peio Aguirre (a la izquierda), comisario de la propuesta de Itziar Okariz y Sergio Prego Maya Balanya

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Durante la década de los noventa, fue tradición que el pabellón de España en Venecia fuera ocupado por dos artistas. Los mismos años en los que, desde el foco que para el arte vasco supuso Arteleku, se conocieron primero Itziar Okariz (Donosti, 1965) y Sergio Prego (Hondarribia, 1969), y más tarde Peio Aguirre (Elorrio, 1972), el comisario que ahora, con el apoyo de AECID, la Agencia Española de Cooperación Internacional , los convierte en nuestros representantes en una edición de la bienal, la 58 de Ralph Rugoff, que arranca el próximo 10 de mayo. Entre los tres se proponen «perforar» el edificio, «vaciarlo» para llenarlo de sonido, de vídeo, de performance (también de escultura) y analizar no tanto su estructura, como la capacidad de contingencia y límite de toda arquitectura. Así lo explican.

–De nuevo un concurso es lo que nos lleva ahora a estar hablando los cuatro...

–Peio Aguirre: Este año se volvió a apostar por un concurso cerrado al que presenté este proyecto. Ya lo intenté hace seis. Ante la nueva invitación, se me ocurrió retomar mi relación con Sergio Prego e Itziar Okariz para lanzar una propuesta.

–Desde comienzos de los dosmil no se apostaba por una pareja. ¿Por qué le funcionaba a usted?

–P. A.: Me interesaba romper con la tendencia a la monografía de los últimos años y contar con un formato que se empleó en los años 80 y 90. Dos artistas en un mismo escenario, cada uno de los cuales desarrolla un discurso. Al hacerlo se rebaja también la atención en el comisario. Con dos autores se puede hablar de relación, pero también de oposición. Ellos son lo suficientemente reconocidos en España, vienen del mism ocontexto vasco y beben de los mismos referentes culturales vinculados a las prácticas postconceptuales o postminimalistas, la danza, el cuerpo, los discursos feministas... Lo que podían dar pie a un pabellón potente.

Escultura de Sergio Prego en el exterior del pabellón

–¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar juntos?

–Itziar Okariz: Sergio y yo habíamos expuesto pero en colectivas, nunca tan en sintonía. Repetir aquí no ha sido muy diferente porque tenemos un proceso muy naturalizado al respecto. Aquí se ha tratado más de darle una forma específica.

–Sergio Prego: Hemos colaborado antes en todos nuestros proyectos [él, por ejemplo, grabó el vídeo inédito de la serie «Mear en espacios públicos» que entra ahora en el pabellón]. Venecia ha sido muy similar. La diferencia es que ahora sí que conviven los trabajos de ambos en el mismo espacio y se puede hacer lecturas de algo que nos salía ya con naturalidad.

–Este año optamos por «perforar» el espacio del pabellón.

–P. A.: Ya la propuesta que fue elegida llevaba ese «perforado por» como rúbrica. Es un título no título. Quería dar protagonismo al nombre de los artistas. Perforar juega además con la sonoridad de «performar», que es lo que ellos hacen en él. Buscando inspiración en iferentes libros, di en «Estilos radicales», de Susan Sontag , con una definición del vacío y el silencio pertinente para abordar el trabajo de Itziar y Sergio. Ella habla de «un tramo de tiempo perforado por el sonido». Me gustaba porque en esta propuesta es muy importante la arquitectura. En el pabellón se da una conjunción de las artes espaciales (escultura y arquitectura) y las del tiempo (narración, vídeo, texto). El cuerpo es el vínculo de unión de ambos ejes.

«Este es un pabellón muy vaciado, muy audiovisual, muy atmosférico, en el que se ha trabajado mucho la cuestión lumínica. Será la mayor instalación de vídeo que haya habido nunca en su Historia, pero también algo muy escultórico» (Peio Aguirre)

–Comencemos con Itziar. ¿Cómo sintetiza su propuesta?

–Yo he trabajado desde una línea performativa en relación a dos trabajos. Uno tiene que ver con la respiración («Respiración oceánica»), que es una performance pero también la documentación sobre la misma, que se relacionaba bien con las estructuras neumáticas de Sergio, rellenas de aire, o sus esculturas más recientes. Por otro lado, la serie «Las estatuas» se basa en conversaciones con objetos, de arte normalmente, que ponen en cuestión el lenguaje y las relaciones entre sujetos.

–¿Y usted, Sergio?

–Desde mis primeras estructuras neumáticas siempre me planteé lo que entendemos por objeto y, más centrados en el ámbito de la escultura, en el concepto de «desocupación» del espacio. Mi estrategia en Venecia genera nuevos espacios de desocupación y con ello, crea nuevos entornos de habitabilidad. Sí que es cierto que me habría gustado introducir mis estructuras neumáticas en el Pabellón, pero no ha sido posible.

–¿Qué ocurrió?

–No se han dado las condiciones de trabajo y no se habilitó el espacio para ello. El resultado final es una intervención más específica que vi como oportunidad para hacer algo nuevo: tres fuentes que se relacionan con las últimas esculturas en tanto que dan pie a membranas que se rellenan de agua, encierran un espacio y gestionan la relación entre interior y exterior. También hemos incluido dibujos recientes que reflexionan sobre flujo, plasticidad, accidente, contingencia...

–¿Consideran que su puesta en común da pie a un tercer artista en el pabellón?

–P. A.: La comunión entre ambos es más conceptual.

–I. O.: Ambos nos encontramos en la definición de objeto. Sergio se pregunta más sobre ello, y yo, en mis conversaciones con los mismos, estoy tratando de definir lo qué son, pero, sobre todo, que es un otro.

–P. A.: Nunca ha habido un interés por dividir el espacio. Queríamos que todo se vea en convivencia, manteniendo la esencia de cada uno. No hay que hacer la lectura «Prego ocupa el exterior, Okariz el interior», que se ha trasladado. Así mismo, se muestra la sensibilidad de dos autores que no trabajan con proyectos, sino que lo hacen con tiempos escultóricos.

Vídeos de Itziar Okariz en el Pabellón

–¿Tienen en cuenta al hacerlo el contexto veneciano?

–P. A.: Venecia no ha sido determinante. Hay al final una conexión con el agua, con las fuentes, quizás importante a posteriori, pero creo que nos interesaba más reflexionar sobre el pabellón, sobre la arquitectura en relación a esa idea del vaciamiento. Desnudamos el pabellón. Se le ve y disfruta a través de una membrana o un sonido que es el arte. El resultado no es un «site-specific», pero sí hay intención de que la propuesta funcione en el espacio.

–¿Y su público?

–I. O.: Yo sí lo tengo en cuenta...

–S. P.: Todo lo tienes en cuenta. El contexto veneciano es detestable. ¿Cómo no lo vas a tener en cuenta? Pero el esfuerzo está en conseguir ignorarlo.

–P. A.: Que Sergio recale en el jardín no es casualidad. Tiene que ver también con sus dibujos y su interés por ciertas especies botánicas que refleja en ellos. La idea era centrarnos en el interior, pero el mostró desde el inicio interés por esta parte trasera, con un ámbito cultivado pero salvaje. Él añade el agua, Venecia-agua. Y las piedras de Carlo Scarpa de unos antiguos bancos, que fue un arquitecto fundamental en la Historia de la bienal, que, junto a unas islas botánicas que se crearon para la última edición de la bienal de arquitectura, da como resultado un proyecto que integra lo sólido, lo líquido y lo gaseos, aunque lo gaseoso finalmente esté como proyecto no realizado.

«Nunca ha habido un interés por dividir el espacio. Queríamos que todo se vea en convivencia. No hay que hacer la lectura “Prego ocupa el exterior, Okariz, el interior”, que se ha trasladado» (Peio Aguirre)

Su trabajo, como el de Itziar, está muy bien representado. Ese era uno de mis intereses fundamentales. Porque ninguno de ellos trabaja con un único medio. Incluso la performance estará presente de forma viva porque Itziar realizará algunas durante los primeros días de la bienal.

–El comisario, como ocurrió con Segade y Colomer, es más joven que los artistas que propone, aunque ustedes comparten quinta. ¿Qué define a su generación?

–P. A.: Los tres coincidimos en Arteleku, en el taller de Txomin Badiola y Ángel Bados en 1994. Es conocido que hay un contexto vasco, y las dos veces que se me ha invitado a participar he pensado que era un acto de responsabilidad que existiera una vinculación con mi contexto.

–S. P.: En general, en el contexto vasco hay una herencia basada en la asunción de la posición ética en la creación. Nuestra generación entendió de forma más amplia lo performativo, incidiendo en el gesto, el trazo, para ampliarlo e incluirlo en otros registros.

–I. O.: También es fundamental, y tiene qué ver con una pregunta referida a quién es el sujeto y que se formula desde el psicoanálisis, el feminismo y otros lugares, es entender la performance en relación «qué es la representación y cómo sucede». Eso tiene que ver con el documento y, sobre todo, con la producción: Cuando estoy produciendo, ¿qué es lo que estoy produciendo y cómo se produce más allá de la norma que habita en ese momento determinado?

–Ha comentado, Peio, que consideraba que lo más honesto era partir de un contexto conocido. ¿No es Venecia un buen escenario para experimentar?

–P. A.: Así es, sobre todo, por mi propio «background». He trabajado con artistas internacionales, con otros españoles, pero creo que tenía que partir de aquello que conocía y sobre lo que vengo ya trabajando. Piso sobre seguro. Pero aquí confluye todo un contexto y un sustrato referencial: ciertos libros de ciencia-ficción, de música electrónica... Quería añadir, que, además de la performance, la escultura tiene una presencia importante en el proyecto. A Itziar se le ha identificado demasiado con el vídeo y la performance, pero ella trabaja muchas veces como escultora...

–I. O.: Estoy formada como escultora...

Una de las fuentes de Sergio Prego

–P. A. : Y sus primeros trabajos fueron con fotografía y escultura. En el caso de Sergio, se le identificó como vídeo-artista por sus primeras exposiciones con Soledad Lorenzo, mientras que el trabajo más reciente ha adquirido una dimensión más escultórica y arquitectónica. Todo eso eso está en el pabellón. Itziar ha decidido «hablar» con esculturas, con objetos inertes, e introduce esculturas de otros artistas en el pabellón; de Oteiza («Retrato del pintor Otano», de 1948) y de Andrade Tudela («Isadora-Bilbao»), lo que dará pie a nuevos vídeos que se sumarán a los ya expuestos. Sergio aparece con esculturas de resina de una escala que nunca ha trabajado, pequeña, basada en la repetición.

«No creo que profesionalmente esto tenga mucha trascendencia. No nos coloca en ningún otro lugar. Te pone en el ámbito de lo consagrado, lo que en España significa más bien poco» (S. Prego)

Este es un pabellón muy vaciado, muy visual o audiovisual, muy atmosférico, en el que se ha trabajado mucho la cuestión lumínica; no será aquello un black-box, sino la mayor instalación de vídeo que haya habido nunca en el pabellón en su Historia, pero también muy escultórico. Eso nos ayuda a hablar de la performatividad de la escultura.

–¿Qué significa un proyecto como Venecia para los tres?

–P. A.: Para mí es importante porque mi trabajo es básicamente la crítica de arte y el comisariado «freelance». No voy a decir que es lo máximo, pero sí un espacio interesante y deseado. Más con dos artistas que respeto.

–S. P.: No creo que profesionalmente tenga mucha trascendencia. No nos coloca en ningún otro lugar. Te pone en el ámbito de lo consagrado, cuando la consagración en España significa más bien poco.

–I. O.: Yo tengo una relación totalmente ambivalente con la ciudad y la bienal. La bienal de Venecia se corresponde a un espacio simbólico muy concreto que no puedo negar que tengo en mi imaginación, pero, como todas las demás, ha perdido toda su identidad y significado.

–¿Han hablado con los representantes anteriores?

P. A.: Yo no. Y conozco a varios. También a artistas, a Dora García ,a Jordi Colomer ... Pero decidí entrar solo en el proyecto, y hasta hoy...

–La anterior escuadra consiguió arrancarle al Ministerio más tiempo para trabajar, hacer las cosas con mayor profesionalidad. ¿Ha sido así?

–S. P. : En realidad no. Comenzamos también a trabajar en octubre, aunque el anuncio se hizo en mayo.

–P. A.: Nos pilló la moción de censura y el cambio de gobierno. Y luego el verano...

–S. P.: Y los fondos se habilitaron en diciembre. En realidad, no hemos tenido más tiempo de trabajo, cuando lo nuestro no era realmente una cuestión presupuestaria, no en el grueso.

–Si a Venecia no se va a mostrar lo mejor de un país, ¿se va a ganar un León de Oro?

–P. A.: Eso creía Oteiza, sobre todo porque con la Guerra Fría, las bienales se convirtieron en competiciones y parte de un conflicto. La globalización rebajó el tono. Y desde que el comisario hace entrada se ha aplanado el peso de las naciones. Claro que nos gustaría ganar. Y tenemos un pabellón para que así sea, pero no es el objetivo.

Maqueta de los proyectos neumáticos fallidos de Prego, también visible en el pabellón
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